Atrás quedó el triunfo de Macron cuando logró la Presidencia sin tener 40 años

Atrás quedó el triunfo de Macron cuando logró la Presidencia sin tener 40 años

Las calles de Francia con multitudes enfurecidas se convirtieron en verdugo de quien hace 6 años llegó al Eliseo con su esposa Brigitte a refrescar la política

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julio 09, 2023
Atrás quedó el triunfo de Macron cuando logró la Presidencia sin tener 40 años

Emmanuel Macron, un joven político que no llegaba a los 40 logró hace seis años algo que resultaba imposible: derrotar a los anquilosados partidos de derecha y de izquierda y lograr la presidencia de Francia con un joven movimiento En Marche! Dijo no estar políticamente ni a la derecha ni a la izquierda y realizar una revolución que transformaría Francia. Y se propuso grandes desafíos.

Cinco años después fue reelecto, barriendo a su rival de ultraderecha, Marine Le Pen. Ya no era en ese febrero de la reelección, el enfant terrible que llegó al palacio movido por la esperanza de cambiar a Francia y Europa liderando un movimiento político de escasos doce meses, En Marche! que ahora se llamaba Renaissance (Renacimiento). Era el presidente curtido por la protesta social de los “chalecos amarillos”, la pandemia del covid-19,  la guerra de Ucrania. y las protestas furiosas por el aumento de la edad de jubilación.

Nunca pensó entonces que le tocaría enfrentar lo que han vivido los franceses a comienzo del verano. Estupefactos  vieron las imágenes en televisión y redes sociales de lanzamientos de fuegos artificiales como proyectiles a la fuerza pública, saqueos e incendios de medianoche en los suburbios pobres y multiculturales de París y varias ciudades, gritando la muerte de un adolescente de 17 años, Nahel, por un disparo de la policía. La violencia de los disturbios mostraba la cólera estallada en la banlieu -periferia de las grandes urbes- y parecía tener contra las cuerdas al presidente.

El camino inesperado de Macron hacia el triunfo electoral  

Antisistema, liberal, europeísta, camaleónico, novedoso, seductor, oportunista, son algunos de los adjetivos que han usado los medios para el mandatario más joven de la República Francesa. Llegó a la presidencia después de haber sido el nerd que en Amiens, su ciudad natal, asistía al colegio de los jesuitas antes de ir a clases de piano, el jovencito que a los 15 se enamoró de su profesora de lenguaje 25 años mayor, Brigitte Trogneux, que hoy es la primera dama de Francia. El estudiante de Filosofía de la Universidad de París-Nanterre, donde reposa su tesis sobre Hegel, y de la prestigiosa Sciences Po, donde alternaba el estudio con la poesía de René Char. El que ingresó a la Escuela Nacional de Administración (ENA), el templo donde se preparan la crema y nata de la dirigencia francesa y el que fue banquero de la Banca Rothschild donde ganó 2,9 millones de euros, con la OPA de Nestlé y abrió las puertas de la política a través de Jean Pierre Jouvet, amigo de Francois Hollande, secretario general en el Elíseo. Macron tenía 29 años.

La popularidad estaba tocando a la puerta cuando Hollande promovía una reforma laboral bastante liberal, el poder coqueteaba con las mieles que otorga la política. Quizá por eso dejó a Hollande, entre rumores de traición creó En Marche!  y con él pasó por la calle del medio, con la apuesta del centrismo tras confesar” no soy socialista” y una Europa supranacional, tal como hoy. Pulverizó el bipartidismo y a Marine Le Pen por primera vez con el 66 % de los votos.

Propuestas que aún no logran calar entre los franceses

Macron todavía mantiene su discurso de centro, con políticas “para todos”. "Para emocionarse con el discurso de François Mitterrand sobre Europa, unas semanas antes de su muerte, ¿era necesario ser de izquierda? Para sentir orgullo durante el discurso de Jacques Chirac en la Vel d'Hiv, ¿necesitaba ser de la derecha? No, tenía que ser francés", ha dicho Macron en uno de sus discursos.

No obstante, en el ambiente sigue pesando la que es una de sus grandes críticas: que gobierna para los ricos. El surgimiento de los “chalecos amarillos” o la reforma de las pensiones, han ahondado la distancia con el francés del común. Pero la gestión en la pandemia y la guerra de Ucrania le han ayudado a equilibrar.  Porque ha reforzado su estatura de jefe de Estado que tiene línea directa con los otros mandatarios con el telón de fondo de la supremacía europea que ha ganado Francia desde el retiro de Angela Merkel. “Coge un teléfono y habla con Putin y Zelenski”, es vox populi.

Emmanuel Macron ha permanecido y permanecerá incólume en su posición proeuropea. Sus esfuerzos por fortalecer a la Unión Europea, han sido más que evidentes. Ha permanecido firme también en su “ inventar un método nuevo” de gobernar, más deliberativo, al estilo de los grandes y largos debates que realizó para atajar la revuelta de los chalecos amarillos.

Macron

Emmanuel Maron y Brigitte Trogneux en la coronación de Carlos III

Y en su vida personal sigue cuidando el más mínimo detalle de su corbata, parecer el presidente-filósofo, el intelectual romántico que toca el piano y no se va a la cama sin haber leído algunos poemas de Char que suele recitar con dicción impecable y los recursos teatrales que aprendió de Brigitte cuando era un adolescente.

Odiado por unos y admirado por otros, capaz de ser el joven informal y a la vez el arrogante del último debate con Le Pen al estilo del mandatario que diseñó De Gaulle para Francia, miembro del exclusivo club de los repitentes de la V República al lado del propio Charles De Gaulle, Francois Miterrand y Jacques Chirac.

El huracán ha sido la constante de este año. Macron ha tomado decisiones arriesgadas como haber impuesto sin voto parlamentario la reforma de las pensiones aumentando de 62 a 64 años la edad de jubilación. “¡Macron, a la hoguera!”, cantaron los franceses en la calle en medio de la cólera. Aliviado después de meses de protesta, está afrontando ahora la crisis inesperada que abrió las grietas de una Francia desigual.  

Si en 2017 Macron conquistó el poder derrotando a los viejos partidos y a la extrema derecha, y prometiendo, como rezaba el título del ensayo que publicó entonces, una revolución, ahora “revolución” es uno de los eslóganes que se lee en los grafitis de la plaza de la Concordia de París entre gases lacrimógenos y cargas policiales. A Emmanuel Jean-Michel Frédéric Macron le quedan cuatro años para intentar salir por la puerta grande por la que llegó al Elíseo.

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