Aburridos en la tele
Opinión

Aburridos en la tele

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mayo 24, 2014
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Cuando el tema político interesa de forma especial y nos encontramos con el hecho de elegir presidente de la república este domingo, tal vez el mejor plan para el jueves previo sea ver por televisión un debate entre los cinco candidatos.

El resultado: una pesada hora larga con cinco aburridos personajes en la que se gozaron bastante las propagandas obligadas.

Cinco candidatos, rígidos y repitiendo, unos con más destreza que otros, la lección aprendida previamente, abordando temas diversos como la anhelada paz, la esquiva educación, la injusta justicia o la rivalidad entre ecología y minería.

Cada tema, que perfectamente puede ser materia para una exhaustiva investigación universitaria o periodística, era abordado por el candidato con un “vamos a…”, aunque sobre el particular hay que aclarar dos cosas. La primera, contaban para su desahogo con un minuto, o dos, lo cual les obliga a hablar de típicos lugares comunes. La segunda: son políticos, y con los políticos la frase preferida es la demagoga “vamos a…”.

Y, obviamente, se espera con ansias la llegada de propagandas para ir a la cocina por un poco de papas fritas o un vaso de agua.

Me aburrí. Daban ganas de cambiar de canal y ver la serie aquella de los jóvenes científicos que no saben bien cómo vivir la vida, sin percatarme que cada uno de aquellos cinco personajes puede acoplarse a la perfección con cualquiera de estos candidatos.

Marta Lucia Ramírez se presenta como lo que es, una mujer de clase media que a punta de empuje, de estudios y trabajo logra ser lo que es hoy. Presenta buenos logros como funcionaria pública, aunque su muy marcado conservadurismo aburre mucho, a tal punto que apostaría que en infinidad de temas sociales el papa Francisco es más abierto y liberal que ella.

Enrique Peñalosa, divinamente trajeado con un vestido negro y una bonita corbata verde, sin lograr dominar sus manos que pasan desordenadamente de un lado al otro, centró su discurso en contra de los dos que lideran las encuestas y quienes supuestamente pasan a segunda vuelta, tildándolos de lo que son, corrupto uno y sujeto y dominado por un jefe el otro. Pero no lució.

Clara López, con una vestimenta amarilla que la empalidece aun más, no se presenta como la candidata antisistema que se espera, contestataria y aguerrida, sino como una mujer que mira a la cámara y que dice las cosas con claridad suficiente. La mejor de todos, sin dudas, y que deja un amargo sabor de boca cuando se trata de hablar de la historia de la izquierda en el poder en la ciudad de Bogotá. Ante este tema, inquietamente se evade y bien dice, al final de su intervención, que el tema primordial son 30 millones de colombianos que andan, gracias a los malos gobiernos, por el mal camino.

Óscar Iván Zuluaga emitía una enigmática sonrisa cada vez que terminaba su intervención. Y cada intervención suya es como la de un profesor malhumorado que se vende con dos pantallas. Una, la de haber sido designado o nombrado u homenajeado por una revista económica de ser el mejor ministro de Hacienda. Y dos, lleva 28 años en la vida pública. Frente a la primera, el presidente candidato le aclaró que esa revista ha reseñado ya a varios ministros como los mejores y que aquello no es para hacer tantas fiestas. Y de otra parte, llevar 28 años en puestos públicos no es, pienso yo, una buena credencial.

El presidente candidato Santos se vende como un hombre con experiencia y capacidad, alertando al votante que la paz está cerca. Y parece que la paz es suya. Inquieta mucho que utilice, como todos, el “vamos a…”, y eso inquieta en alguien que lleva como presidente cuatro años, aunque es de aplaudir que mencione como grandes logros de gobierno asuntos puntuales referentes a la educación o la justicia, cuando en esas materias pareciera no haber ninguna política estatal coherente. Muy maquillado o muy bronceado.

Antes de cerrar la emisión vimos a los candidatos despedirse, cortésmente, dejando de lado la supuesta rivalidad que mostraban en pantalla. Puro teatro, como dice una canción.

Expresé al comienzo de este escrito que me aburrí con un programa sin atracción mayor, en espera de ver algo realmente interesante, y gocé con las propagandas sin admitir que estaba parodiando a Groucho Marx quien dijo en cualquiera de sus lúcidas frases: “He disfrutado mucho con esta obra de teatro, especialmente en el descanso”.

Votaremos el domingo, o tal vez nos quedemos viendo en la tele aquella serie de científicos que parece que no comprenden el significado de la vida.

… y hablando de…

Ante tanta cosa mala produce una bella alegría ver a los ciclistas colombianos pedalear con la victoria en las carreteras italianas.

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