¡A alfabetizar!
Opinión

¡A alfabetizar!

¿Por qué no se exige a estudiantes de pre y posgrados “alfabetizar”? Necesitamos que las universidades formen individuos con consciencia social

Por:
marzo 05, 2016
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La universidad es un lugar maravilloso. Allí, se aprende, se conoce, se discute, se argumenta, se abre la mente, se crece. Una de las mejores cosas, en mi opinión, es la cantidad de gente que uno conoce y de experiencias que uno escucha. Hace poco asistí a una reunión con una profesora y empresaria sudafricana que venía a hablar de su experiencia y a discutir una posible cooperación con la universidad donde trabajo. Entre otras cosas, la profesora comentó que su contrato con la universidad describía tres responsabilidades: una pedagógica, una de investigación, y una de impacto social (o como ella prefería llamarla, de “involucramiento con la comunidad”).

Yo me puse a pensar y recordé mis años de colegio, y en particular la exigencia de contribuir algo a la sociedad a través de lo que llaman “alfabetización”. Me preguntaba entonces ¿por qué no se exige a estudiantes de pre y posgrados “alfabetizar”? ¿Por qué se queda este requerimiento a nivel del colegio? (debo reconocer que no sé si se sigue haciendo). Cuando uno supera los niveles básicos de educación alcanza una mayor madurez intelectual/filosófica, así que su contribución y su impacto serían aún mayores. Quienes tienen acceso a la universidad –es decir, pocos en este país– tienen acceso a muchas cosas que podrían (deberían) compartir con los demás. Yo no estoy diciendo que compartan su título (ese se lo ganarán con su propio esfuerzo), ni que compartan los beneficios de las patentes que les aprueben (aunque en muchos casos debería hacerlo). Lo que yo estoy diciendo es que como requisito para graduarse de cualquier programa de educación superior, al igual que de educación básica, debería exigirse un proyecto de impacto social (o de “involucramiento con la comunidad”). ¡Que sea de libre escogencia! Así, por ahí derecho, hasta puede seguir aprendiendo o incluso añadir unas líneas más a su ya abultada hoja de vida (aunque cualquier tipo de voluntariado o trabajo social tiene el poder de enriquecer su hoja de vida).

¿De qué le sirve al país que usted solito
se vaya y se gane una millonada?

Ni mencionemos las redes a las que pertenecemos a estas alturas –cosa que no ocurría cuando éramos jóvenes–, la experiencia que hemos acumulado, la visión “panorámica” que hemos adquirido, etc. Es aquí donde más podemos contribuir a la construcción de un mejor país. ¿De qué le sirve al país que usted solito se vaya y se gane una millonada? Ese cuento de que una marea que sube eleva a todos los barcos ya está muy desestimada: se elevarán aquellos que no estén amarrados del fondo o no tengan un agujero imposible de tapar (la experiencia nos ha mostrado que solo los yates de lujo suelen elevarse con la marea). Ni hablar de quienes no tienen barco.

Los jóvenes tienen un tremendo potencial, podríamos decir que por definición. Muchos maduran rápidamente y comprenden que una sociedad justa se construye entre todos. Pero muchos otros no tienen aún la capacidad, o el interés de entender cómo las acciones individuales aportan a esta sociedad que tanto soñamos (algunos). Y de eso se trata la alfabetización: de crear un poco de consciencia social. Sin embargo, esperaría uno que los más adultos hayan ya adquirido esta capacidad o este interés. Si esto no fuera así, la subyugación de los jóvenes por los más viejos no tendría ninguna justificación objetiva y necesitaríamos replantearnos varias cosas, por ejemplo los actuales modelos de gobierno.

Me pregunto entonces si se está perdiendo esa oportunidad de lograr un cambio más fundamental, un cambio que yo considero necesario. Y no veo tan difícil incluir un requisito más –que además no es cualquier requisito– para poder recibir un título universitario. Cuando la gente está por fuera ya es difícil hacerlo, y pocos lo harían voluntariamente porque no verían un beneficio. ¿Pero un diploma? Si, en gran parte, ¡para eso se matricularon!

Las universidades colombianas tienen que dejar de ser simples centros educativos en los que se preparan empleados para llenar las vacantes de las empresas, para ejercer tareas que solo aportan a las arcas de la corporación para la que trabajan, y tal vez a las de su familia más cercana. Necesitamos un cambio; que las universidades formen individuos con sed de conocimiento, con capacidad crítica y, sobre todo, con consciencia social. Una alfabetización como requisito para recibir tan ansiados títulos no necesariamente va a generar esta consciencia en todos, pero al menos dejará algo útil para la sociedad como resultado del paso de unos cuantos afortunados por la universidad. Bien lo dice Tim Jackson: “[L]a prosperidad va más allá de los placeres materiales. Trasciende las preocupaciones materiales. Reside en la calidad de nuestras vidas y en la buena salud y la felicidad de nuestras familias. Está presente en la fortaleza de nuestras relaciones y nuestra confianza en la comunidad. Se evidencia en nuestra satisfacción en el trabajo y nuestro sentido compartido de sentido y propósito. Depende de nuestro potencial para participar íntegramente en la vida de la sociedad”.

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