Los bandidos que mandan en Cali

Los bandidos que mandan en Cali

Martin Bala, Chicho Urdinola y Camilo son los herederos de la cadena criminal que dejaron los Rodríguez. Con 3 asesinatos diarios han puesto a Cali como una de las ciudades más inseguras del mundo

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febrero 16, 2015
Los bandidos que  mandan en Cali

— ¿Cómo fue el negocio?

—  Señor. Vea, Jair Sanandresito quedó de bajar una plata. Eran 600 mil dólares. Jair pidió que esos 600 los entregaran en Nueva York a una gente y que cuando los entregaran se debía llamar para que él entregara acá en Cali 900 millones de pesos. Se ganaba 100,  o sea el 10 por ciento por voltearla.

— Ajá, ¿Y qué pasó?

— Jaír nos robó. En Queens llegó un caleño, citó a mi trabajador. Se quedaron de ver en un restaurante. Mi trabajador no es bobo y sabía quién iba a recoger la plata. La noche anterior lo siguió y vio que todo iba normal. Pero si vio que   el trabajador de Jair estuvo hablando con unos dominicanos, pero no le vio problema. Al día siguiente en la mañana se vieron en el desayunadero, y no pasaron cinco minutos para que llegaran cuatro dominicanos, que los metieron a los dos al baño y les quitaron la plata. Como si fuera un robo. Mi trabajador de inmediato llamó y sabe que fue Jair o el muchacho de Jair que armaron el robo. Jair no quiere responder y dijo que sacara a la oficina de cobro que me diera la puta gana, que él no iba a responder por nada. Bueno, pa no ir más lejos, mi trabajador es mi sobrino y yo le mantengo acá a la mamá. Ese pelado no fue.

— Ajá, ¿Y entonces?

— Pues necesitamos que Jair pague. Sabemos que al hombre se le cayó una vuelta grande y que por eso andaba recogiendo plata. Y que la ‘cobija’ de él, es la oficina de Palustre.

— Qué Palustre ni que hijueputa. ¿Jair sanandresito dijo? Llame mañana.

Al día siguiente, en efecto hay un cruce de llamadas.

— Señor, ¿cómo está? ¿Qué averiguó? ¿Se puede cobrar?

—Si. Mirá, vamos a amarrar a la mujer de ese sanandresito. Y le damos tres días para que entregue plata. Recojemos los 900 y le entregamos a usted 700. Ya sé que ese ladrón tiene con qué pagar.

—Me descuadra señor, bájele un poquito.

—Toca pagar nómina, mover tombos, poner gente, carros y los juguetes en la calle. Si no paga ese viejo marica, toca darle juete a la mujer. No pida rebaja de nada, amigo. Y le hago porque me lo recomendaron, si no, no me metía en esta chichipatada.

—Hágale señor.

La anterior interceptación fue hecha a finales del año 2011 y se encuentra en el expediente de uno de los jefes de ‘oficinas de cobro’ que operan en Cali. Según investigadores internacionales, este es el claro ejemplo del modus operandi de las bandas criminales que han convertido a la capital del Valle del Cauca en un río de sangre. Esta medusa es inmortal porque cuando se elimina su máxima cabeza, en menos de un mes aparece otra. La historia cuenta que el animal tomó forma el día en que Wilber Varela, alias Jabón, se encumbró en el poder del bajo mundo en el Valle del Cauca. Hay que recordar que Varela inició su vida delictiva como sicario raso y sanguinario de Orlando Henao, el extinto capo de capos. Fuentes coinciden en que la educación de bandido que traía Varela en su ADN, hizo metástasis en la nueva manera de operar dentro del narcotráfico. Muerto Henao, las rutas, socios y negocios se las comenzaron a disputar sus dos hombres de confianza: Wilber Varela, alias Jabón, y Diego Montoya, alias Don Diego.

Varela trasladó la mayor parte de sus operaciones y negocios a Cali. Incluso, su ‘oficina de cobro’, operaba desde algunas de las compraventas de la Avenida Vásquez Cobo, donde cada mes llegaba en camionetas blindadas a pagar la nómina mientras hacían la fila, como si fuera una ventanilla de banco, desde experimentados sicarios hasta oficiales de la policía metropolitana. Mucho tiempo después se conoció que un centenar de policías trabajaban para la ‘Oficina de Jabón’, bajo el mando del mismísimo coronel Danilo González.

A principios del año 2000, tras la muerte de uno de los hombres de confianza de Diego Montoya por parte de uno de los bandidos de Varela, los nuevos capos de la mafia entablaron una guerra a muerte; más que por venganza, por alzarse con el poder en el Valle del Cauca. Fue en ese momento donde cada uno creó su propio ejército de matones: Varela fundó la banda criminal Los Rastrojos liderada por su gatillero mayor, Javier Antonio Calle Serna, alias Comba o Combatiente. Mientras que Don Diego creó la banda Los Machos, liderada por un experimentado matón llamado Óscar García, alias Capachivo, que operaba desde Jamundí. Aquella guerra duró más de tres años, dejó más de 1500 muertos y alimentó el poder criminal de nuevos alias que año tras año han ido remplazándose uno a uno, o bien por que han caído muertos o han sido capturados.

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La supuesta paz vivida en Cali entre los años 2004 y 2007, fue el reinado para Varela y Montoya. En Cali no se disparaba una bala si no se consultaba a las dos ‘oficinas de cobro’ de estos narcotraficantes. Mientras Pipe Montoya, sobrino de Don Diego, se paseaba por las calles de la capital del Valle en un Jaguar convertible del año, con las mujeres más bellas de la ciudad; los hombres de Varela habían montado la discoteca más moderna de Sudamérica en las inmediaciones de Acopi a las afueras de Cali, un sitio en el que hicieron las bacanales más suntuosas de las que se haya tenido memoria, junto a los disc-jockeys más importantes del mundo, mientras se bañaban en champán Viuda de Clicquot y Cristal.

A finales del año 2007 es capturado Diego Montoya, alias Don Diego, quien tenía tanto valor para las autoridades que lo mantuvieron detenido en una corbeta de la Armada Nacional, antes de ser extraditado un año después hacia los Estados Unidos.  Tachado Montoya, el poder sicarial de su ‘oficina de cobro’ lo heredarían dos hombres: Óscar García, alias Capachivo y Orlando Gutiérrez Rendón, alias El Negro Orlando.

Por los mismos días, enero de 2008, Wilber Varela, que se había refugiado en Venezuela fue visitado por sus dos hombres de confianza: Javier Antonio Calle Serna, alias Comba, y por Diego Pérez Henao, alias 'Diego Rastrojo', quienes lo mataron sin piedad para heredar su poder, además porque se enteraron que Varela estaba negociando con la DEA para entregarse.

La oficina de cobro de Capachivo, comenzó a hacer fama porque éste se encargó de quitarles todas las tierras a los herederos de Pacho Herrera en Jamundí, municipio pegado a Cali donde se radicó el bandido. También por ejecutar a todo el que le faltara a su jefe Diego Montoya. Incluso, se le acusa de haber coordinado junto al coronel Bayron Carvajal, la emboscada donde cayeron acribillados diez agentes de la Dijín en el año 2006 en una finca cercana a su propia casa. Bajo el mando de Capachivo estaban sicarios como Gacamayo, Mamoncillo, Pispis; las autoridades dan cuenta que a todos estos tres los mandó matar.

Por su lado, cuatro años duró el reinado de Comba y Diego Rastrojo en Cali. A Diego García se le atribuyen entre 2008 y 2012, en esta ciudad, más de 170 asesinatos por ajustes de cuentas, por negocios de dineros y hasta por rencillas de celos amorosos. “Uno de los asesinatos que realizaron los bandidos de Diego Rastrojo, ocurrió en el centro comercial Palmeto. Un contador de la organización le pidió ayuda a su jefe para matar al novio de su amante, una modelo con fama en Cali”, cuenta una de las fuentes. Durante estos años por lo menos cada semana se leía en los titulares de prensa que sicarios de la oficina de Diego Rastrojo habían ejecutado gente en: restaurantes, almacenes, compraventas, bares, discotecas, moteles, canchas de fútbol, parques y esquinas. Estas acciones se cuentan tan solo en la capital del Valle, teniendo en cuenta que Diego Rastrojo comandó a un ejército de más de 2000 hombres, que causaron un centenar de muertes en los departamentos del Tolima, Valle, Cauca y Nariño. Pero es de anotar que Rastrojo también seguía órdenes de su jefe Javier Antonio Calle Serna, alias Comba. Según las autoridades Los Comba, después de eliminar a Varela se convirtieron en los cerebros de los negocios y rutas de cocaína enviada a los Estados Unidos y México. Cansado de ocultarse, el mayor de los tres hermanos Comba, Javier Antonio, comenzó a finales del año 2011 la negociación de su entrega a las autoridades norteamericanas. Dentro del pacto, Comba se comprometió a entregar a una docena de sus lugartenientes donde se incluía el nombre de su ‘perro de caza’, Diego Rastrojo. Así fue: entre enero y abril de 2012 fueron detenidos seis narcos y el propio Diego Rastrojo. Un mes más tarde en Centro América, se entregaría alias Combatiente y arreglaría la entrega de su hermano Luis Enrique.

Extraditado Capachivo, los narcos de ese lado del bando y los herederos de las rutas en el Pacifico con asiento en Cali, comenzaron a acudir a las órdenes y los trabajos de cobranzas de Orlando Gutiérrez Rendón, alias El Negro Orlando. Se conoce que este sicario y después capo era frío a la hora de cobrar las deudas, no daba tiempo a esperas y apretaba o mandaba a disparar sin lastima. El dinero no lo escondía y lo mostraba en fiestas de varios días, en carros lujosos, en el pago por servicios sexuales de actrices y modelos que le llegaron a cobrar hasta 100 millones de pesos por una noche de lujuria. Los Machos habían sido diezmados por Los Rastrojos y en Buenaventura por la banda criminal La Empresa, fue entonces cuando El Negro Orlando hizo las primeras conexiones con los hermanos Usuga para permitir la entrada de Los Urabeños a operar tanto en el Valle del Cauca como en el manejo de las oficinas de cobro de Cali. Justo cuando estaba en su mejor momento, El Negro Orlando fue capturado por agentes de la Sijín en plena avenida sexta de Cali en marzo del 2013. De inmediato fue trasladado a Bogotá.

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En el otro frente, cuando se fueron Los Comba y Diego Rastrojo, Cali presentó la mayor diáspora de ‘Oficinas de Cobro’; las autoridades calculan que en este momento hay más de 30, pero algunas son tan pequeñas y se encargan de “trabajos tan mínimos”, que sus jefes no sobresalen ni tienen el respeto y el nombre como personajes de años anteriores. Sin embargo, del brazo armado que dejó este árbol genealógico del mal se comenzaron a destacar las siguientes ‘Oficinas’: La de Pacho Garra, quien le recogía el dinero a Los Comba, cobraba sus cuentas y manejaba las ollas de microtráfico en Cali. Garra fue capturado en abril de 2012; La de Carlos Murillo, alias Galleta, quien operaba con hombres del Norte del Valle. Murillo se entregó en Panamá a la DEA en agosto de 2012; La ‘oficina’ de Palustre, llamado realmente Jorge Domínguez, quien se enfrentó a muerte por el control del Cali contra El Negro Orlando, Chicho Urdinola y Martín Bala. Palustre era dueño de varias compraventas en Cali y fue capturado en Ecuador en agosto de 2013;  La ‘Oficina’ del Ogro, quien andaba siempre con al menos siete sicarios a su lado, pero fue capturado en julio de 2014.

Así mismo, cuando Los Machos se vieron disminuidos respecto del control de Cali, todo indica que para retomar el poder de la ciudad apareció la sociedad de tres hombres de miedo: Víctor Patiño Fómeque, alias El Químico; Héctor Mario Urdinola, alias Chicho; y Fernando Varón Cadena, alias Martín Bala. Según fuentes de inteligencia nacional y extranjeras, Patiño Fómeque salió de prisión en los Estados Unidos en el año 2010 y desde entonces comenzó a organizar un brazo armado para vengar el asesinato de 35 integrantes de su familia, entre ellos varios hermanos, tíos y primos. El ajuste de cuentas se realizaría contra todos los que tuvieran que ver con Wilber Varela, Juan Carlos Ramírez, alias Chupeta y los hermanos Comba, quienes además le habían quitado todos los bienes a su familia. Fue entonces cuando se contactó con alias Chicho, un joven heredero de la familia Urdinola quien más que vengar la muerte de su tío Iván, lo poseía la sed de poder.

Al entrar a disputarse Cali, parece que Chicho contó con el aval de Patiño Fómeque para reunirse en las selvas del Urabá con los hermanos Usuga, líderes de la banda criminal Los Urabeños. Fue entonces cuando Chicho pactó la entrada de este grupo al Valle del Cauca y Cali, no sin antes entregarles información de todas las rutas del narcotráfico de sus enemigos y 10 millones de dólares. Con ello aseguró su protección y el poder de tener un brazo armado a sus órdenes. En el camino Chicho se encontró con otro exrefugiado por la violencia entre narcos, su amigo Martin Bala, un joven de 32 años que regresó al país después de estar siete años en España. El retorno de Martín Bala tuvo casi el mismo fin de Patiño Fómeque, vengar la muerte de su papá y convertirse en el gatillero más temido de Cali. Aquel coctel de sicarios convertiría a Cali en un río de sangre. Según reportes oficiales, en el año 2013 a Martin Bala se le adjudicaron el 52% de las muertes por encargo. “Para matar a alguien el mundo del bandidaje se sabía que había que hablar con Martín Bala”, da cuenta una de las fuentes. De esa manera se repartieron los roles: Chicho se dedicó al tráfico de drogas desde Cali, Martín Bala a cobrar por matar y los urabeños con el control de las grandes rutas del narcotráfico en Valle, Cauca y Nariño.

Con tanto homicidio ocurrido en Cali durante el año 2013, apareció en el tablero el nombre de uno de los grandes capos de la vieja guardia: Kike Jaramillo. Este hombre había sido parte del Cartel de Cali en época de los Rodríguez Orejuela, pero por una vendetta salió del país a finales de los noventa rumbo a Europa. Allá crearía su propio emporio de tráfico de drogas y se haría multimillonario. De regreso a Colombia hace cuatro años, llegó a disfrutar de su dinero. Pero  varias fuentes afirman que un grupo de viejos narcos de Cali, que siempre han manejado el perfil más bajo y que han evitado relación con ‘Oficinas de Cobro’, se reunieron con Jaramillo para pedirle que controlara a tanto bandido extorsionando y matando hasta por lo más mínimo. Tal parece que Kike Jaramillo se reunió con Martin Bala y Chicho para pedirles mesura. “El que pelea con la plata pierde. Bala y Chicho sabían que Kike era extremadamente rico, un hombre de más de dos mil millones de dólares, además todo un señor. Pero si no le hacían caso, Kike se iba a gastar lo que fuera para acabar con estos ‘pistolocos’”, da cuenta un agente de inteligencia de la Fiscalía.

En mayo de 2013 Martin Bala fue capturado en plena zona rosa de Bogotá, mientras compraba una moto Harley Davison. Las autoridades lo enviaron a la cárcel La Picota, donde estuvo por poco tiempo; pues, acuchilló a un hombre, de tal suerte que fue trasladado a la cárcel de Picaleña. Pero, meses más tarde, aduciendo una enfermedad que lo aqueja, tras las secuelas de un atentado, solicitó casa por cárcel, donde actualmente se encuentra.

 la masacre de ocho personas en el sector La María, cerca de Cali.

la masacre de ocho personas en el sector La María, cerca de Cali.

A finales del año 2013 también fue capturado alias Chicho. La operación la haría la Sijín en colaboración con la DEA, quienes lo encontraron en una lujosa finca en Villavicencio. De inmediato, Chicho fue trasladado a la cárcel de Combita, allí acaba de recibir la notificación del gobierno de los Estados Unidos puesto que lo solicita una corte federal de Nueva York.

Cali entró en un receso de muertos que duró poco. En las calles habían quedado dos peligrosos hombres: Gustavo Palomino, alias Camilo, y Julio César Paz Varela, alias ‘J1’. Camilo había sido enviado por Otoniel Usuga, jefe de Los Urabeños a controlar el tráfico de drogas en el Valle. Por esos días, Chicho presentó a Camilo con J1, para manejar el tráfico de la ‘cocaína rosada’, o mejor conocida en las noches de fiesta como ‘2CB’ (two ci bi). La venta de dicha droga se expandió por las grandes ciudades de Colombia. Un gramo de ‘2CB’ en las discotecas de Bogotá cuesta alrededor de los 70 dólares. El negocio era redondo. Fue así como J1 tomó impulso con todo el dinero que estaba acumulando y quiso separarse del grupo con el objeto de crear su propio cartel, pero no contaba con que su exsocio Camilo planeara su asesinato. Hace apenas cinco meses, J1 y cinco personas más fueron acribillados por la ‘Oficina de cobro’ de Camilo en una finca a las afueras de Cali. Ante el asesinato, los narcos que quieren paz en la ciudad entregaron a Camilo quien fue capturado en el Quindío.

Hace dos meses una noticia sorprendió al mundo del narcotráfico en Cali. Kike Jaramillo, el último de los grandes capos se entregó en Bogotá a agentes de la DEA, con quienes negoció su extradición hacia los Estados Unidos. De su organización solo quedaría su mano derecha de quien solo se conoce su alias: Mueble Fino. Las autoridades han recogido información donde al parecer Mueble Fino también estaría negociando con la DEA para su entrega, pero por el momento sigue en el país.

Tal parece que Cali seguirá sangrando. Las últimas informaciones del mundo del bandidaje dan cuenta que Martin Bala sigue mandando desde su  casa a sus despiadados gatilleros, que Camilo sigue desde prisión con la misma fuerza en las carreteras del Valle del Cauca y que tres ‘Oficinas de Cobro’ tienen abiertas sus puertas al mejor postor para matar al que “tengan que matar”: las ‘Oficinas’ de Boliqueso, Capulina y R1.

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