Diez horas con el presidente Petro por aire y tierra

Diez horas con el presidente Petro por aire y tierra

Arrancamos a la 1:30 pm de la pista aérea militar de Catam rumbo a Aracataca de donde regresamos a las 10:30 pm. El presidente Gustavo Petro solo habla con el pueblo

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noviembre 05, 2022
Diez horas con el presidente Petro por aire y tierra
Foto: Las2Orillas/Presidencia

Desde que Gustavo Petro asumió como mandatario de Colombia no es fácil estar montado en el avión presidencial en el que él viaja. Petro se siente mucho más cómodo en su hermética soledad que con decenas de personas siguiéndole los pasos. Por decisión personal su comitiva para desplazamientos es pequeña, reducida si se compara con los presidentes que lo antecedieron, así lo confirman los periodistas que desde hace varios años andan de arriba para abajo con los poderosos, arañándole noticias.

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Germán Gómez, el consejero de prensa de Petro, un periodista político que salió a mediados del 2021 de la sala de redacción de El Espectador a trabajar en su campaña, explica que los pocos viajeros en el avión presidencial se deben a un tema de reducción del gasto. “Por lo regular viajamos en aviones más pequeños que este, en el que es llamado la cafetera, el que era el FAC-0001, el avión presidencial hace algunos años, hoy convertido en el FAC-0002. En ese sale más barato volar”.

La agenda del presidente Petro para este jueves termina en Aracataca, la tierra del Nóbel Gabriel García Márquez. En la mañana posesionó a la nieta del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán, Gloria Valencia Gaitán, como directora del Centro Nacional de Memoria Histórica. Luego atendió una reunión privada. Ahora, sobre la 1:30 de la tarde, llega al aeropuerto militar Catam, en Bogotá, listo para partir a Aracataca, donde hará el lanzamiento oficial de la primera fase del Programa Preventivo y Predictivo de Atención Primaria en Salud, con el que busca catapultar la Ley 100 de Álvaro Uribe y darle paso a un programa de salud más democrática, que según los planes, llevaría el médico a la casa de los colombianos.

Petro en Catam

El presidente Gustavo Petro llega a la pista aérea militra de Catam con su potente esquema de seguridad, donde lo espera la comitiva que viaja a su lado. Foto: Las2Orillas

A Aracataca estamos invitados un reducido grupo de periodistas por lo que el avión para volar a la tierra del genio detrás de Cien años de soledad, hoy no es la cafetera en la que viajó desde Misael Pastrana por allá en 1970 hasta Álvaro Uribe. Viajamos en el FAC 1220, un Boing 737-700, uno de los cuatro aviones que están al servicio del presidente de turno, en el caben 140 personas.

En tierra se queda la mayor parte de los escoltas de Petro. Al avión solo se suben 16 hombres bien armados de los casi 40 que cuidan su vida en Bogotá y que andan de arriba abajo en nueve camionetas Toyota, casi gemelas. Su seguridad es un tema primordial para él. Petro siempre ha pensado que lo quieren asesinar. El exgeneral William Salamanca, muy cercano al presidente, dice que Gustavo Petro, después de Joe Biden, es el hombre más amenazado del planeta.

Petro viste sencillo, pero fino. Lleva puesta una guayabera blanca y un jean de color gris, la pinta la cierran sus ya famosos zapatos Ferragamo y de accesorios lo único que tiene encima, aparte de su argolla de matrimonio es un reloj IWC, artículos por los que lo mofan de socialista-arribista.

Al subirse al avión, a la única persona que Petro saluda mirando a los ojos y tomándose un minuto para hacerlo es al capitán Pérez, que comandará el avión presidencial hasta la ciudad de Barranquilla. Gustavo Petro se sienta en la segunda fila del área de primera clase, al lado de la ventana. Después de que Laura Sarabia, la jefe de gabinete, le entrega documentos sobre el programa de salud, donde hay cifras y estadísticas y lo propio hace Germán Gómez, con información necesaria para el encuentro que tendrá a las tres de la tarde en el polideportivo del Colegio Gabriel García Márquez en Aracataca, Petro comienza a planear las palabras que dirá. La información recibida es la base sobre la que hará su discurso, casi siempre improvisado pero certero. Ese momento también es suyo. Se aísla mientras sus ojos se posan en los papeles. Y parece que el mundo dejara de existir a su alrededor.

Petro en el avion

El avión presidencial, el FAC 001 es un Boning 737-1000, al que le caben 140 personas, pero gasta mucha gasolina. El presidente Petro, como le gusta viajar con una reducida comitiva, prefiere viajar en la antigua cafetera, un Focker 28 en el que sale más barato viajar. Foto: Las2Orillas

Durante el vuelo a Barranquilla, donde esperan los helicópteros black hawk para llegar a la ciudad del Nóbel, Gustavo Petro se encierra en sí mismo. No habla con nadie. Desatiende los documentos y deja de garabatear con su esfero solamente mientras almuerza. Sirven lasaña para todos los pasajeros. Luego se toma un tinto descafeinado en un pocillo alto de visos dorados y vuelve a concentrarse en los documentos.

Gustavo Petro saluda cuando no puede escapar del generoso acto. Al bajarse del helicóptero, a las 3:30 de la tarde, cruza palabras con el comandate de brigada de alta motaña y con un alto oficial policía que lo esperan a la salida del parque estadio vuelto helipuerto y se presentan ante él. Generalmente sus conversaciones no se alargan más de la cuenta. Petro es un hombres que pone distancia. Fácilmente puede pasar por hosco y prepotente. Ese distanciamiento hace parte de su concentración innata. Antes de subirse a la tarima del coliseo Cruza un par de palabras con Sarabia, una joven mujer que le heredó el ahora petrista Armando Benedetti, hoy embajador ante Nicolás Maduro.

En la tarima, donde lo acompañan su ministra de Salud, Carolina Corcho; el alcalde de Aracataca, Luis Emilio Correa, y el gobernador del Magdalena, Carlos Caicedo, también se le ve poco interesado en hablar con sus compañeros de silla. Ni siquiera con su ministra abre mucho diálogo. Si le comentan algo responde con un par de palabras y vuelve a él.

Petro discurso

En la tarima, frente al público, con el pueblo que lo puso de presidentes, es el lugar donde Gustavo Petro se siente más cómodo, le sale el hombre político y habaldor, se le sale el experto caudillo dominador de las masas. Foto: Las2Orillas

Petro analiza bastante. Pareciera que quiere contar cuantas personas hay en el coliseo del colegio. Mira sus papeles y anota un par de cosas mientras come maní de una taza que su edecán, un capitán de la Armada nacional, le pone en una pequeña mesa que le acomodan a su lado derecho. Su concentración se posa sobre los enredos que unos jóvenes bailarines hacen con cuerdas atadas a la punta de un palo al que le giran alrededor. Sonríe para él y parece tranquilizarse cuando las sogas se desenredan con perfección al final del baile. Ese momento también es suyo.

Pone algo de notoria atención a los discursos del alcalde, el gobernador y la ministra, quienes le anteceden a sus palabras. Hace cortos apuntes en sus hojas. Cuando la maestra de ceremonias menciona la intervención del doctor Gustavo Petro Urrego, a las 4:50 de la tarde, aparece otro Petro. Aquel hombre callado, hermético y distante desaparece mientras camina hacia el atril con la sonrisa con la que caminaría cualquier personas que acabaran de llamar presidente de la República. Al frente del micrófono, donde permanece 35 minutos, encarna el papel del líder carismático. Sonríe mientras el público lo aclama y lo saluda con un aplauso que dura un par de minutos. Se le nota tranquilo y sereno. Se convierte en el Petro político. Pareciera que echa un discurso de campaña muy preparado. Aunque tiene los documentos que ha rayado todo el día puestos en el mueble de madera, poco lo mira. Lo improvisa todo. El Petro del escenario dómina con facilidad al auditorio. Las palabras le salen por cada poro. Se nota que le gusta hablarle a las masas. Echar discursos es lo suyo. Domina el tema a la perfección. Pareciera que las palabras y la energía que ahorra durante el día la bota toda en la plaza pública, posiblemente el lugar donde más cómodo se siente en público. Pareciera que a Petro no le interesa caerle bien a una persona en particular, su interés es la masa, el público, la gente. Su interés es el pueblo.

Cumplida la agenda del día, que se acabó a las seis de la tarde, viajamos por más de dos horas por carretera desde Aracataca a Santa Marta, metidos en medio de un esquema de 10 camionetas escoltas. Debido al aguacero que se convirtió en diluvio sobre la tierra por la que corrió Gabito de niño y adolescente los helicopteros no pudieron volar de vuelta a Barranquilla donde se había quedado el Boing 737 comandado por el capitan Pérez, quien tuvo que volar el 1220 hasta Santa Marta solamente con la tripulación para recoger allí al presidente, su comitiva  y los cinco peridistas que lo acompañamos para arrancarle noticias.

De vuelta, a las 8:50 de la noche, Gustavo Petro toma el mismo puesto en el avión presidencial, en la segunda fila al lado de la ventana. Revisa su celular, tal vez va planeando el siguiente día. Allí en esa poltrona de color azul vuelve a ser el mismo Petro solitario, abstraído y hermético al que solamente se le ve expresivo y cercano cuando habla como caudillo ante las masas que le cumplieron el sueño de ser Presidente.

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