Tríptico de Gilmer Mesa: 'Aranjuez', 'Las travesías' y 'La cuadra'

Tríptico de Gilmer Mesa: 'Aranjuez', 'Las travesías' y 'La cuadra'

“Las novelas son sueños que se sueñan con los ojos abiertos; nacen del mismo lugar del inconsciente, de donde nacen los sueños”

Por: Jhonatan F. Gómez Rodríguez
diciembre 18, 2023
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Tríptico de Gilmer Mesa: 'Aranjuez', 'Las travesías' y 'La cuadra'
Fotografía: Cortesía

Hace unos días terminé de leer Aranjuez (2023), la tercera novela del escritor antioqueño Gílmer Mesa. Nuevamente el toque autobiográfico está presente en su obra. Sus dos libros anteriores, La cuadra (2016) y Las Travesías (2021), también se enmarcan desde esta perspectiva. Esto me lleva a pensar que hay un hilo conductor en la escritura del autor: el dolor producto del duelo que lleva bajo sus espaldas. Tal vez quien me lea diga que es “el barrio” o “la literatura urbanística” la piedra angular de su escritura, pero, en mi caso, quiero insistir en que principalmente son las pérdidas familiares y el dolor lo que lleva al autor a escribir estas obras.

Philippe Brenot, en su ensayo El genio y la locura (1998), explica que la gestión de la obra en un artista tiene origen en un sentimiento de la pérdida, es decir, del dolor nace la obra. Esto mismo es lo que creo que pasa con Gílmer: su primera novela, La cuadra, surge a partir de la muerte de su hermano, Alquívar, y el contexto que lo rodea. Es este para mí el gran acontecimiento en la vida del autor que luego, años más tarde, lo llevan a escribir esta novela y que cuya temática principal es el duelo. En este mismo sentido, Lola López Mondéjar, en Literatura y psicoanálisis (2018), afirma que “…la salida creativa tiene su origen en un encuentro precoz con lo traumático”. Sin embargo, asegurar que la muerte del hermano del autor le generó un trauma, sería una irresponsabilidad de mi parte; pero lo que sí estoy seguro es que este hecho marcó un antes y un después en su vida y, posteriormente, el suceso horrible de la pérdida, Gílmer lo transforma en bella prosa.

'Aranjuez', de Gilmer Mesa: la verdad (el arjé) siempre estuvo en el barrio

En suma, no hay que olvidar que un buen número de grandes escritores tiene bajo sus hombros el fantasma de la pérdida de una persona que hace parte de su núcleo familiar primario, especialmente un hermano: Scott Fitzgerald perdió sus dos hermanas mayores; Van Gogh y Dalí también perdieron sus hermanos a muy temprana edad; no obstante, el caso más particular es del Mark Twain quien un día contó en entrevista que había tenido un hermano gemelo, Bill, con quien guardaba un parecido idéntico al punto que sus padres, para reconocerlos, les ponían un cordón de colores en sus muñecas para identificarlos. Pero un día los dejaron solos en la tina del baño y su hermano se ahogó, y como los cordones se habían desatado “nunca se supo quién de los dos había muerto, si Bill o yo” …

Pero volviendo al tema de la pérdida, pienso que el peso de los muertos, como ocurre en Gílmer, es lo que desencadena en él su obra. Véase que Las Travesías también es una oda a la muerte, a partir de las masacres que vive toda su familia materna en Ituango, Antioquia, cuna del conflicto armado en Colombia. Y Aranjuez, que por su título parecía más una obra que enaltecía el arraigo y el barrio, termina siendo una novela que narra, en capítulos intercalados, la vida y muerte de su padre. A todo esto, súmele que detrás de las pérdidas familiares, se hilvanan la de sus amigos y conocidos del barrio, quienes en últimas terminan por ser, como el autor lo dice en algunas entrevistas, la “otra familia”.

Para concluir este breve texto, y con base en lo anterior expuesto, me es posible reafirmar que son las pérdidas familiares y el dolor lo que llevan al escritor antioqueño a escribir estas obras. “Las novelas son sueños que se sueñan con los ojos abiertos; nacen del mismo lugar del inconsciente, de donde nacen los sueños, de modo que estos detalles repetidos son como elementos oníricos recurrentes”. Por lo tanto, consciente o no, Gílmer Mesa lleva una línea recurrente en su producción literaria que nos acerca cada vez más a otras formas artísticas de llevar el duelo y la pérdida. Estas otras formas no son una invitación para seguir lamentando lo que no existe, sino más bien una posibilidad para acercarnos al recuerdo desde lo bello y lo humano. Y para ello creo que escribe Gílmer Mesa, pues “crear no es llorar más lo perdido que se sabe que es irrecuperable”, sino soltar, de otra manera, los demonios que nos congojan desde pasado hasta el presente y que no queremos tener para el futuro.

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