Hay palabras que son un dedo en la llaga: arden. Repasemos; crisis, déficit, alarmas, protestas, manifestaciones, etcétera. Todos estos conceptos irrumpen cuando buscas en internet noticias sobre el transporte público de Bogotá: Crisis en el transporte público de Bogotá; Déficit millonario y menos buses agravan el caos en la ciudad; Bogotá atrapada en el tráfico: ¿puede la integración del transporte transformar la movilidad de la ciudad? Son algunos de los titulares escritos en medios relevantes.
Y sí, hay una razón. Un reciente informe de “Bogotá Cómo Vamos” publicó la encuesta de Percepción Ciudadana y la conclusión es tajante: los bogotanos evitan el transporte público, aunque tarden más en llegar a destino. Los medios más elegidos son la motocicleta (88%) y el trayecto a pie (81%), mientras que los peor valorados son los buses zonales del SITP y TransMilenio. Las razones son variadas: casi el 50% señala la demora y la incertidumbre de las frecuencias como su motivo de insatisfacción, mientras que más del 55% manifiestan el hacinamiento y la inseguridad.
Frente a este panorama, la pregunta ya no es si Bogotá necesita una transformación de fondo en su sistema de transporte, evidentemente lo necesita, sino cómo lograrlo. Muchas veces, voces autorizadas reclaman “innovación” para afrontar los desafíos, pero el término puede ser un cliché si no lo desglosamos. Aquí es donde la inteligencia artificial y la ciencia de datos ofrecen respuestas concretas.
Tomemos el caso de Londres durante los Juegos Olímpicos de 2012. El sistema "Get Ahead of the Games" de Transport for London utilizó análisis de datos y ciencia del comportamiento para prevenir la congestión y modificar hábitos de viaje. El resultado: un evento con millones de desplazamientos diarios y multiculturales pudo gestionarse sin colapsar el sistema. Esa misma lógica de predicción y gestión de demanda podría aplicarse en Bogotá, donde la incertidumbre de frecuencias es una de las principales fuentes de descontento.
En Nueva York, la Metropolitan Transportation Authority (MTA) consolidó seis plataformas digitales para experiencia del usuario en una sola aplicación: MY MTA. El resultado fueron más de 1,1 millones de descargas en seis meses, mejorando la planificación de viajes, los métodos de pago y la comunicación con los viajeros. Además, la modernización en la nube permitió ahorro en costos de operación y mayor confiabilidad en la información. Esto muestra que invertir en plataformas digitales no solo impacta en la calidad de vida del usuario, sino también en la eficiencia económica del sistema.
Volvamos a Bogotá: la evasión del pago de tickets generó pérdidas superiores a los 262 mil millones de pesos en 2024, un promedio diario de 719 millones. Esto sucede incluso a pesar de intentos de soluciones que buscaron ofrecer a los usuarios: TransMilenio desarrolló la opción de recargar de manera virtual la tarjeta de ingreso al sistema a través de una billetera digital, pero solo el 2.5% de los usuarios la usan. Evidentemente, esto requiere cambios a nivel cultural, aunque ofrecer un sistema de pago superador podría ser una herramienta más para mitigar el impacto económico.
Probablemente, ante los casos expuestos haya una respuesta inmediata: “Hablar de Londres y Nueva York es fácil, allí tienen tecnología de punta”. Y, a continuación, lo aspiracional: son el primer mundo. Una carta desbarata la teoría; la empresa detrás de los desarrollos tecnológicos mencionados fue Globant, fundada en Latinoamérica y con el centro de desarrollo de talento más grande en Colombia.
El libro “La revolución de la proximidad: de la ciudad-mundo a la ciudad de los quince minutos” es la base de urbes que cumplen los estándares de bienestar más exigentes como Seúl. Una de las premisas es que el transporte público debe ser eficiente y su autor, Carlos Moreno, logró por ese trabajo la Medalla de la Prospectiva 2019 de la Academia de Arquitectura de Francia y el premio Obel de la fundación danesa Henrik Frode Obel en 2021. ¿La nacionalidad de este referente global en el tema? Colombiana.
Al talento local, se suma la inversión: el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) informó que entre 2020 y 2023 Bogotá invirtió 16 billones de pesos en infraestructura de transporte público. Tal vez la solución no sea únicamente invertir en más buses o infraestructura, sino un cambio de mentalidad: pasar de un sistema que reacciona tarde a uno que predice. Para lograrlo, la tecnología debe ser un aliado.
*CEO del Retail, CPG & Automotive AI Studio en Globant
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