Serie '33 lecciones para construir la paz'. Capítulo 15: el arte de conquistar enemigos

Serie '33 lecciones para construir la paz'. Capítulo 15: el arte de conquistar enemigos

Pierdes de entrada ante cualquier enemigo si te acobardas, si huyes. Al mal, a la oscuridad, a tus enemigos, más pronto que tarde tendrás que enfrentarlos

Por: Juan Mario Sánchez Cuervo
julio 19, 2023
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Serie '33 lecciones para construir la paz'. Capítulo 15: el arte de conquistar enemigos

Tú no puedes conquistar a nadie si no te has conquistado primero a ti mismo. El hombre que con determinación y disciplina adquiere dominio propio (autocontrol) puede alcanzar cualquier meta que se proponga. Buda, quien poseía una sabiduría tan inmensa como divina, pronunció estas palabras: tu peor enemigo no puede hacerte tanto daño como tus pensamientos sin vigilancia. El perfectamente iluminado agregó después: más grande que la conquista en batalla de mil veces mil hombres es la conquista de uno mismo.

Es necesario tener presente que el arte de dominar al enemigo (a cualquier enemigo) es cuestión de poder. El poder del que hablo no se relaciona con el falso poder de las armas, de la política ni de las riquezas materiales. Hablo de un poder mental, espiritual. Para obtenerlo y así dejar de ser esclavo de las circunstancias y de los demás, sigue mi consejo… enfrenta tu mayor enemigo: el miedo. Y quizás te sorprenda leer esto: el miedo a penetrar en tu propio misterio es la raíz de todos los miedos. En efecto, el mundo está diseñado de tal forma que procura alejarte de tu esencia. Al mundo no le gusta que busques la  soledad para tener la oportunidad de conocerte a ti mismo. El mundo te llena de un millón de pretextos (objetos inútiles, distracciones y placeres) para enajenarte y arruinar así el infinito potencial con el que fuiste enviado a este universo.

Por otra parte, pierdes de entrada ante cualquier enemigo exterior o interior si te acobardas, si huyes. Al mal, a la oscuridad, a tus enemigos más pronto que tarde tendrás que enfrentarlos. Como podrás entender en su debido momento, no se trata de confrontación armada o lucha física. Atención: es inútil que vayas de aquí para allá o que pretendas esconderte en el lugar más recóndito del universo. Será inútil: hoy, mañana o después tus enemigos (miedos) vendrán por ti. Aclaración importante: nadie puede confrontar ni confrontarse espiritualmente sin una debida preparación. En la lucha por la propia vida urge asumir la disciplina del Guerrero. Esta lección no es una instrucción para la guerra espiritual. No te diré pues cuáles son las mejores armas y cómo usarlas, pero sí el camino para acceder a ellas: la meditación.

La pusilanimidad es la peor opción que puede elegir una persona que fue convocada a la existencia para vencer y no para ser vencida. El mundo se llenó de perdedores, de cobardes, de víctimas, de hombrecillos quejumbrosos por falta de disciplina espiritual.

El pánico natural a la muerte, por ejemplo, se vence confrontando a la muerte, conversando con ella, meditando en ella hasta convertirla en  tu amiga, en tu hermana. Insisto en este pensamiento: no estás obligado a creerme; pero practica y verás la real realidad con nuevos ojos. La muerte, en todo caso, será tu mejor consejera.

Lector, si abriste esta lección supongo que te atrae la idea de poder triunfar sobre tus enemigos. Continuemos entonces por la directriz que más te interesa. Si pretendes conquistar a tus enemigos (bajo el prerrequisito de que ya estás trabajando en el dominio propio) no olvides la urgente advertencia: prohibido entregar tu poder. Si lo haces serás destruido. Entregar la llave maestra (tu poder) significa que automáticamente cedes el control de tu vida, de tu esencia. El lector preguntará: ¿y cómo podría uno entregar la llave maestra? La respuesta es muy simple: dándole al enemigo tu energía. En una lección anterior dije que donde pones tu atención pones tu energía. Y completo lo enunciado en el capítulo 14 la vibración con lo siguiente: el odio, la ira y el miedo te succionan toda la energía vital. El que siente rabia, pierde. El que se deja provocar, pierde. El que se llena de motivos para odiar, pierde. El que cae en la trampa de las amenazas y siente miedo, pierde. Podría perderlo todo, y lo más seguro: también perderá la vida. Los seres de la oscuridad, los criminales, los asesinos, los cobardes, los mentirosos, primero amenazan para infundirte miedo. El miedo es la trampa, y si caes en ella te matarán por partida doble. Debes observar esas tres pasiones. Observándolas las conocerás y conociéndolas las dominarás. Dos de esas pasiones son calientes, aunque de bajísima vibración y te destruyen y destruyen: la ira y el odio. La otra pasión de una vibración inmensamente baja es el miedo, y su color es el negro y su temperatura es de un frío polar como el de la muerte. Si percibes que se aproximan esas vibraciones bajas acude al autocontrol, invoca la calma y enfócate en la respiración. Además, concentra toda la atención en la parte de tu cuerpo desde donde fluye toda tu energía pura: el Plexo Solar. Ojo-cuidado-peligro: tú no puedes enfrentar a tus adversarios sin tomar distancia: ¡no te comprometas emocionalmente! Llámalo si quieres frialdad. La palabra correcta es serenidad. Un consejo de vida o muerte: nadie debe comprometerse en una batalla o guerra espiritual sin invocar a su Maestro. Yo respeto profundamente todas las religiones, todas las expresiones de espiritualidad. No te voy a imponer a mi Divino Maestro. Sin embargo, no deberías alistarte en la guerra sin pedir humildemente la ayuda y la protección de Dios o de tu Guía espiritual.

Amable y paciente lector mío: tienes que despertar. El enemigo, nuestros enemigos, son los mejores maestros. Ellos nos permiten superarnos, crecer, progresar, evolucionar en el camino infinito de la vida. Gracias a ellos también logramos trascender. Nadie en la historia de la humanidad (en ninguna dimensión o universo) aprendió grandes lecciones sin el desafío de enfrentar enemigos… nadie aprendió a volar a punta de caricias, placeres, alabanzas, elogios, premios, reconocimientos o aplausos. Por el contrario, estos distractores adormecen al Guerrero. El empeliculado y barrigón ego no deja de ser un miserable mediocre, un cobarde. Nadie alcanzó la cima sin besar la arena, nadie obtuvo la corona sin probar primero la lona, y nadie subió al Olimpo sin morder primero el polvo.

¿Método infalible para someter a tus enemigos? Antes de la elemental y muy aleccionadora respuesta, una condición necesaria: paciencia. Elimina la prisa, cancela el inmediatismo. Hay batallas que comenzaron antes y se desarrollan ahora y continúan después. Es decir, la lucha se despliega en diferentes planos y dimensiones. Conforme a esta maravillosa revelación espiritual nadie tendría porque creer que ha fracasado, y nadie debería presumir la victoria. Un Guerrero pasa de una batalla a otra, y tiene certeza de que la guerra está ganada porque ha elegido el bando ganador: el de la Luz. El planeta Tierra es el campo de una gran batalla espiritual.

La recompensa, el galardón final será la paz, la paz que supera todo entendimiento, una paz que la gente del mundo no puede conocer. Explico el método: no te des golpes contra los muros. Salta sobre los muros. No golpees tu cabeza contra la pared. La violencia no se derrota con más violencia. Un dolor no desaparece con otro dolor. El miedo no se combate generando más miedo en tu adversario. Uno no debe aplicar los mismos métodos de la oscuridad. Porque el odio no desaparece con el odio, ni la oscuridad con más oscuridad. En cambio, una pequeña vela que alumbre con amor  hará desaparecer toda la oscuridad del mundo.

Tú que me lees quizás con asombro: si pudieras bendecir a tus enemigos, y estar muy agradecido porque son tus indispensables maestros… si pudieras desearles lo mejor, querer que progresen en la vida, que evolucionen espiritualmente y despierten… Ama a tus enemigos, ora por ellos. El mal se derrota definitivamente con el bien. La mejor venganza contra tu enemigo es ser completamente distinto a él. Si el odia, tú amas; si él maldice, tu bendices; si él es corrupto, tú eres honesto; si él es violento, tú eres pacífico; si él es soberbio, tú eres humilde; etcétera.

Créeme, probablemente se tarde un poquito más tu victoria, pero será victoria total y eterna. La victoria le será dada a los que tengan paciencia. Insisto, la victoria será tuya: ayer, hoy, mañana o después… allí, allá, acá o acullá. No te entregues a la autocompasión, no te quejes: nadie tiene la última palabra. La última palabra ya fue pronunciada por el Poder y es ésta: eres el vencedor.

Otro punto importante: aprende a conocer a tus enemigos. El conocimiento es poder. Por lo general detrás de un hombre enojado se oculta un hombre miedoso; así mismo, la prepotencia o egolatría oculta a una persona acomplejada, alguien que quiere inspirar lástima, alguien que quiere llamar la atención porque se autocompadece. Un hombre violento, es un pobre hombre asustado, el cual se siente muy vulnerable.

Termino con el consejo más extraordinario para triunfar sobre el enemigo. Salió de la boca del Verbo Divino: no le tengan miedo a los que pueden matar el cuerpo pero no pueden matar el alma. Nuestra esencia divina no puede ser tocada ni herida de muerte si estamos en Unidad con la Vida.

Posdata: próxima lección… la regla de tres de la muerte.

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