Señor Fajardo, "no deje escapar esta oportunidad"

Señor Fajardo, "no deje escapar esta oportunidad"

"El país necesita de un hombre valiente que sepa encauzar opiniones, no uno que abandone el barco dejando atrás a quienes confiaron en él para regir sus destinos"

Por: Leguis A. Gomez
junio 07, 2018
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Señor Fajardo,
Foto: Mauricio Alvarado / El Espectador

Respetado señor Fajardo:

Llevo muchos años fuera de Colombia, no es algo que necesariamente me enorgullezca. Me hubiese encantado pasar más tiempo en mi país, aunque sí me agrada haber logrado conocer sitios del mundo que nunca soñé siendo niño en la costa. Lo máximo a lo que podía aspirar cuando joven era conocer “la nevera”, como popularmente le llamamos en el Caribe colombiano a Bogotá. Así que un buen día, estando en la universidad, aprovechamos la oportunidad de unos boletos de avión que nos otorgó la rectoría para una actividad estudiantil; los cambiamos por varios pasajes en bus y de un selecto grupo de once universitarios, logramos ir cerca de cincuenta. Aquello fue una verdadera odisea. El camino de ida tardó cuarenta y ocho horas, y la vuelta, unas setenta y dos. Por primera vez en mi vida entendí, ante la total ausencia de agua caliente en el coliseo donde nos tocó dormir, cubriéndonos con colchonetas y usando los calcetines como guantes para el frío, por qué la gente en Bogotá no se bañaba con la frecuencia con que lo hacemos en las costas.

Fui privilegiado y aún hoy lo sigo siendo. Pertenezco a una élite de estudiantes internacionales, pero ello no se ha dado gracias a que haya tenido las oportunidades para hacerlo. Si le dijera que para poder viajar a Bogotá a solicitar la visa de estudiante en la embajada de los Estados Unidos tuve que canjear un libro de Foucault, muy codiciado por uno de mis profesores y difícil de conseguir, por el pasaje que él tenía y que yo necesitaba. Mi salida de Colombia fue el fruto de esfuerzos propios y de gente que me apoyaba como el Dr. Alfonso Munera Cavadia, entonces decano de la facultad donde estudié, y a quien le estoy profundamente agradecido. Como le digo, no fue el resultado de una política institucional del gobierno de turno, fue más el resultado de conocer a la persona adecuada en el momento justo y de granjearme su amistad. La juventud en el Caribe colombiano no disfruta de ciertos privilegios que un joven en Bogotá, Medellín o Cali tienen a su disposición. Le dejo a su imaginación lo que los jóvenes en esa “otra” costa colombiana carecen y padecen.

Al igual que usted, yo creo en la educación y en el poder transformador que esta ejerce en una sociedad. Me gusta escucharlo hablar, creo que usted conoce lo que significa estudiar en el exterior, tener las cosas al alcance para llegar lejos, si se cuenta con las ganas de tomar las herramientas y las oportunidades que un buen sistema de educación le provee a un ciudadano sediento de conocimiento en los Estados Unidos. Yo no sé cómo llegó usted a salir del país y alcanzar un doctorado, pero voy a asumir que usted proviene de una familia de recursos limitados, como la mía. Le concedo el beneficio de la duda. Usted, un hombre blanco, de una región mucho más avanzada en cuestiones educativas que el resto del país, ya tenía una ventaja que un país racista y clasista, como el nuestro no concede con mucha frecuencia.

¿Cómo llegó usted a ser gobernador? Ese es otro privilegio que no todos se pueden dar y mucho menos en Antioquia. En la costa Caribe se cree que muy difícilmente se llega a un cargo de estos siendo una persona honesta, y nunca sin padrinos o sin deber favores políticos. Es decir, si usted lo logró, en el mejor de los casos sin un compromiso trascendente, se debió, indudablemente a que, como en efecto ha quedado demostrado en las últimas elecciones, mucha gente le sigue y cree en sus palabras. Usted era una alternativa en un país que no provee para muchas opciones políticas que digamos. Colombia, como le he dicho anteriormente, es un país clasista y racista. Todavía no se logra entender en pleno siglo XXI cómo pueden existir los estratos y que la vida de un ser humano dependa enteramente de ello. La historia de Colombia es la historia del Titanic: los de arriba tienen todos los privilegios y los de abajo, las raspaduras; es decir, Colombia es un país que vive en constante lucha de clases. A muchos esta última afirmación les puede resultar peligrosa, porque les parece un exabrupto, una exageración.  Eso no pasa en el país del divino niño Jesús. Ese es un discurso marxista. ¿Usted qué cree?

Si usted, que ya es una persona de privilegios, no asume que todos esos cuatro punto cinco millones de colombianos que confiaron en su persona con su voto han quedado tras la primera vuelta a la deriva está profundamente equivocado. No es una salida responsable la suya el votar en blanco, sabiendo que el voto en blanco no tendrá ningún valor en la segunda vuelta. Hay que capitalizar esa confianza depositada en usted, hay que pensar en los millones que confiaron en usted. No se puede empezar una lucha por la honestidad, la educación, un nuevo país, y dejar el barco a su suerte, sabiendo que al hacerlo, una persona de dudosa reputación, como lo es Álvaro Uribe Vélez, lo llevará a que se estrelle contra un fiordo, el fiordo de la violencia a la que él y sus seguidores están acostumbrados. Usted dirá que Petro no es una alternativa viable, pero ¿acaso no representa, en lo estructural, muchas de las cosas por la que usted luchó en su campaña como candidato? ¿Me va a decir usted que el carácter de una persona lo vuelve cuestionable para acceder a la silla presidencial? Usted se perdió la oportunidad de ser presidente por simple y llana arrogancia, pero nadie le cuestiona eso. Entre usted, Humberto de la Calle y Gustavo Petro pudieron haber ganado la presidencia en primera vuelta y turnarse en el poder programáticamente.

Hace apenas una semana, España tenía un presidente elegido popularmente. Hoy tiene, como por arte de magia, un nuevo mandatario, sin haberlo elegido de la misma forma y además está lejos de representar a la mayoría. ¿No es esa una lección de cómo se hacen las cosas cuando un presidente no le sirve al país? Si usted duda de Pedro Sánchez, está en todo su derecho, pero fue la corrupción la que tumbó a Mariano Rajoy. ¿Cree usted que Petro es un corrupto? Iván Duque tiene cosas que explicar con la cuestión de Odebrecht, Álvaro Uribe Vélez también. ¿A qué le apuesta usted realmente?

No deje escapar esta oportunidad, no se crea el cuento de que si deja ir el amor y vuelve es porque estaba para usted. Gustavo Petro le está llamando a que formen unidad, a que tenga la opción de ser presidente en las próximas elecciones. ¿Cree usted que con Álvaro Uribe en el poder las cosas le saldrán más fáciles dentro de cuatro años? El país necesita hacerle frente a una corrupción campante y rampante. Ya tiene en el caso de Lleras un ejemplo. El país está cansado y le ha cobrado a las maquinarias políticas de siempre su cuota de desconfianza.Usted tiene todavía la voluntad de millones en sus manos. Como le dije, hay una lucha de clases que no permite medias tintas, que no come, ni respira con medias tintas. Siéntese a dialogar, los corruptos se dan de la mano mucho más rápido de lo que le cuesta a usted respirar. Exíjale a Gustavo Petro un compromiso de revocatoria si no hace bien las cosas, tiene el derecho que le conceden cuatro punto cinco millones de votos de confianza. Cogobierne, póngase los pantalones, el país necesita de un hombre valiente que sepa encauzar opiniones, no uno que abandone el barco dejando atrás a quienes confiaron en él para regir sus destinos.

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