Selección Colombia de fútbol: titulares o suplentes
Opinión

Selección Colombia de fútbol: titulares o suplentes

El gobierno, con nómina suplente sin la capacidad de los titulares para mover la delantera, los goleadores tratan de meter autogoles y la defensa deja solo al portero

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junio 25, 2019
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Cada servidor público, debería asumir su rol, como los jugadores suplentes de nuestra Selección Colombia; ellos juegan como si fueran siempre titulares; no se nota la diferencia con sus compañeros titulares; eso significa compromiso, solidaridad con su magnífica hinchada, (todo un país); eso es ética, y además, a leguas se nota que obedecen a un solo director de orquesta; son disciplinados porque su entrenador les mete en la cabeza, que hay que salir a ganar; esa es la meta.

Fútbol con política. Veamos: el director técnico es el presidente de los colombianos; observa y dirige desde la banca o desde la propia línea del campo, según la intensidad y los riesgos del partido; debe jugar con todos, pero debe gobernar para todos.

El público en las graderías, representa a las élites clientelares, y a los alfiles de la vibrante política nacional; son apenas unos 80.0000, que tienen la capacidad de ejercer poder, de hacerse querer, o hacerse odiar; sentados parecen mansos corderos, gritando parecen hienas salvajes; rechiflan y recuerdan a sus madres, cuando no les gusta el juego, cuando no reciben premio; sacan provecho de todo lo que ven; su mayor característica es la mezquindad; sus repuestas casi siempre delirantes; su ceguera, no les permite reflexionar, prefieren reaccionar con dardos y cizaña; aprovechan el desorden; les encanta que el desconcierto se mantenga antes, durante y después del partido.

El portero es el pueblo colombiano; hace todo lo posible porque no le metan goles, se lanza como un felino a defender lo suyo, a defender su territorio; depende exclusivamente de su capacidad de resistencia; y con el apoyo de toda la defensa del equipo, soporta las injusticias del juez y del famoso VAR; hace todo lo posible por sobrevivir, sin que lo atropelle el contrario, sin que lo destrocen los aficionados, sin que lo vuelvan más pobre, o lo condenen las barras bravas.

El medio campo son los 1.103 alcaldes y los 32 gobernadores; son los cerebros; conectan a los laterales con los andariveles; pueden meter goles a todos los contrarios que enfrentan en el campo de juego; descifran la dinámica rival, para evitar que se ataque al portero; deben pasar rápidamente de la defensa, al ataque, abrir la cancha, y como James Rodríguez, deslizar limpiamente el balón a la delantera, para que metan los goles.

Los delanteros son los ministros y los ejecutores de las políticas públicas; ellos tienen la gran responsabilidad de meter muchos goles, de sacar ventajas competitivas; no tienen excusas para fallar un penal y NO pueden dejar de correr durante todo el partido; nunca pueden acusar fatiga, y son quienes finalmente hacen que el portero en solitario, estalle de júbilo, cuando meten goles en medio de un partido muy apretado.

Antes del juego con el Paraguay, desconfiaba de la capacidad de los jugadores suplentes, pero con suma alegría, pude observar  que Colombia no tiene ni titulares, ni suplentes, y esa debe ser la medida en cualquier estrategia pública; quien falte, es reemplazado por uno de las mismas condiciones.

Pero a menudo en este símil del fútbol, vuelto política, se percibe al gobierno, con una nómina suplente que no tiene capacidad de asumir el reto de los titulares para que muevan la delantera;  los goleadores lucen incapaces y le tiran la pelota a su propio portero con la intención de meterle autogoles; además, la defensa deja sola al portero. El director técnico, se observa sumido en el banco de la suplencia, sin fundamentación estratégica y táctica; es por tanto, que los alaridos de las 80.000 hienas de la política nacional, ladrando desde las graderías del estadio, distraen al director técnico, de lo fundamental: ganar el partido.

Para los colombianos esta Copa América ha sido muy interesante por varios motivos: el arribo de un nuevo entrenador con buena pinta como suele gustar; de entrada, descrestar es importante, pues todo nos entra por los sentidos y eso es característico en la vida nacional; con tan solo tres salidas, Carlos Quiroz, ya va dejando en el olvido a Superman Pékerman; y aquí es donde los opinadores del fútbol, hacen el juego a la política nacional; para conseguir seguidores, esgrimen que del anterior nada sirve, que su estrategia fue pésima y equivocada; ahora solo vale lo que hace el nuevo director técnico, olvidando que las estructuras se mantienen y que como en la política, se yerra cuando se hace borrón y cuenta nueva.

Hay que revisar en la política nacional, los buenos ejemplos del fútbol europeo: tanto técnicos, como jugadores, poseen una exclusiva convicción: ganar o ganar; cada jugador paga cara su fama, ante la altísima exigencia de la competencia, en un deporte donde ser titular, no es una exclusiva cosa de la suerte.

En esta Copa América aún no existe la certeza de ganar el título, ojalá se logre; mientras eso pasa, en cualquier escenario de la política, siempre debe existir la plena certeza, de que cada jugador, en cualquier posición que ocupe, debe estar en plenas condiciones de jugarse hasta la vida por su propio pueblo;  de lo contrario, que nunca acepte ser titular o suplente.

https://twitter.com/rafacolontorres

 

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