Remember Cuba
Opinión

Remember Cuba

Convertirse en jugadores dueños de nuestra propia región implica reincorporar a Cuba al continente, hacer valer que Cuba es parte de su zona estratégica

Por:
diciembre 11, 2022
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Los gobiernos de la nueva y la vieja izquierda latinoamericana concentrados como están en renovar las políticas sociales, se han olvidado de una de las fuentes de su inspiración: la revolución cubana. Cada país gestiona su agenda interna pero la tarea de consolidar una agenda regional que los ayude a todos a ubicarse con mayor poder en el mapa global va lenta y ajena a la isla que los necesita ahora más que nunca.

A pesar de los esfuerzos de las cancillerías, del Grupo de Puebla, la Cepal y otras organizaciones, el camino para subir en el escalafón del poder global se debe diseñar incluyendo a Cuba, un actor internacional con una poderosa cancillería aun en medio de la crisis que padece. Si el poder latino quiere sobresalir debe empezar por establecer como un asunto prioritario de su agenda terminar el bloqueo de Estados Unidos contra la isla porque va contra los intereses del continente y Cuba hace parte natural de la región en todos los sentidos.

El contexto para dar el vuelco es favorable. Estados Unidos, que descuidó el patio trasero al desaparecer la amenaza comunista, se olvidó de la pobreza latinoamericana y de ayudar con modelos eficientes a que la prosperidad se irradiara mejor. Los chinos en cambio avanzaron con sus empresas, sus planes comerciales y de cooperación sin exigir posturas ideológicas. Mucha de la nueva infraestructura del continente la ha construido la ingeniería china, no la norteamericana que nos abandonó por la baja rentabilidad. En el campo digital la tecnología asiática se expande mientras la norteamericana quiere defender su mercado con su clásica política de bloqueos y vetos a partir de sustos sin sustento.

Como Washington ya no da órdenes ni tiene dictadores ni gobiernos títeres, AL tiene ahora la oportunidad de negociar a partir de sus propios intereses y no como su apéndice. Es mejor si lo hace desde una posición de región con una visión unificada, en vez de hacerlo país por país con las debilidades de cada uno frente al viejo imperio. No se trata de venderse al mejor postor ahora que Estados Unidos descubrió que se equivocó con los árabes, que no puede contar con los combustibles rusos y que China no va a aislar a Putin. Esta realidad genera una posición negociadora de América Latina para poner sobre la mesa de discusión sus propios intereses. Es hora de adelantar una política tal vez equidistante frente a las potencias que se disputan el control global, pero en todo caso independiente de Norteamérica y de cualquier potencia.

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AL tiene la oportunidad de negociar a partir de sus propios intereses y no como su apéndice. Es mejor si lo hace desde una posición de región con una visión unificada, en vez de hacerlo país por país

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Chinos, norteamericanos, rusos y árabes -que también entraron al continente-  nos tratarían mejor si la relación es entre poderes, así siga siendo menor el de la región. La forma de lidiar con cada bloque del globo implica que las nuevas y las viejas potencias respeten a los latinos y establezcan como práctica una relación justa y equilibrada, lejos de las imposiciones de antaño. La multipolaridad apenas empieza y AL tiene juego en este escenario. Convertirse en jugadores dueños de nuestra propia región implica reincorporar a Cuba al continente, hacer valer que Cuba es parte de su zona estratégica. A los gobiernos de izquierda les corresponde hacer que Estados Unidos entienda que el desarrollo o la miseria de Cuba no depende de los intereses electorales de los republicanos o los demócratas en Florida, o de sus votos en el Congreso.

Con la guerra de Rusia en Ucrania, la región tiene que definir su forma de jugar distinta a sumarse a las sanciones que tanto les gusta a los norteamericanos. Una cosa son los principios que están en juego, y otra el manejo de los compromisos bilaterales que existen con cada bloque. La situación mundial exige un continente que piense su rol, en donde están mejor asegurados sus intereses y su futuro y no adonde suma para recibir nuevas migajas.

Lograr el cambio de la política norteamericana hacia Cuba, integrarla al bloque regional tiene le mayor significado. Hoy, salvo a un puñado de  congresistas norteamericanos que viven del voto anticastrista, a nadie le conviene mantener a los cubanos pasando trabajos y sufriendo las consecuencias de desastres naturales y de la pandemia sin que sus hermanos latinoamericanos le den la mano. Los cubanos atraviesan una racha que los empobrece día a día y que desdibuja logros de la revolución. Pero su peso en el mundo sigue siendo muy alto y debe sumarse al de Latinoamérica.

La derecha regional y de Florida dirá que todo los males de Cuba son culpa del modelo comunista. Desconocen los efectos del bloqueo que Trump reforzó y que Biden no se atreve a revocar para que los congresistas de Florida no den la espalda a sus proyectos. La prohibición de viajes, las limitaciones de envío de remesas, la suspensión de venta de alimentos, las sanciones a quienes hagan transacciones con la isla, tiene consecuencias materiales y humanitarias. AL no puede seguir al margen de esta realidad. Si se suman los daños  causados por la sucesión de huracanes -USD$ 2500 millones en pérdidas solo por el último con la destrucción de las plantaciones de tabaco- y la gran crisis de la industria turística como consecuencia de la pandemia, lo que ocurre en Cuba debe importar a toda América Latina.

 

Ante semejante panorama cada día más cubanos intenta salir de la isla en tránsito hacia la frontera con Estados Unidos, que se cierra para los latinos y los cubanos. Claro, ni los huracanes ni la pandemia son culpa de las medidas gringas, pero la débil respuesta y la baja solidaridad del continente si se debe a la política gringa. AL a su vez se acostumbró a olvidarse de la isla. Venezuela, es el único país que a pesar de su crisis le envía petróleo y sostiene un cuerpo médico y de entrenadores deportivos. Gran contraste con la política que Estados Unidos le diseñó a Duque para que los millones de migrantes venezolanos no tomaran la ruta del norte sino que se asentaran en Colombia y otros países del sur. Favor que le hizo gratis Duque al tío Sam, que ya no quiere recibir más latinoamericanos con ganas de trabajar.

Los gobiernos de la izquierda tienen la oportunidad de liderar la reincorporación de Cuba a la región. Pueden diseñar una propuesta para que Estados Unidos negocie el fin del bloqueo, como debe negociar la nueva política contra las drogas, o la de migración o la de comercio y la de seguridad. Recuperar a Cuba para sumar al bloque de América Latina debe ser parte de la agenda de los gobiernos de izquierda.  Sus dirigentes le deben muchos sueños, orientaciones y apoyos y deben retribuir, no como un homenaje a la nostalgia, sino porque el peso específico de Cuba en el concierto internacional sumará muchos beneficios al continente.

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