En la Superintendencia de Industria y Comercio, hoy bajo las órdenes de Cielo Rusinque, se definió la suerte del agua Cristalina. El empresario Julio César Urrego Valderrama cuando intentó legalizar el nombre Agua Cristalina se enfrentó a la fuerte oposición de Cristal, que pertenece al grupo del difunto Carlos Ardila Lülle.
Para los abogados de Postobón existía un riesgo sobre el nombre de sus negocios, por crearse una confusión. Los juristas de Lülle, que defendieron una empresa con más de 120 años de historia, señalaron las pocas diferencias existentes entre las palabras Cristal y Cristalina, para los trabajadores no hay mucha diferencia a nivel de ortografía, fonética ni gramatical entre las partes. En la misma defensa se ilustró que los clientes de Cristal podrían asociar de forma inconsciente el nombre Cristalina con Postobón cuando no es el caso. Los dos negocios no tienen nada que ver entre sí. Tampoco los dueños se conocen ni se conectan.

Dentro de la defensa de Postobón no es argumentable que los mercados no son iguales, existe un peligro independientemente del publico buscado, Cristal se enfoca en la comercialización de agua y Cristalina busca llegar a las aguas minerales. Un compuesto que resulta de mesclar agua con sustancias químicas. En 2024, por ejemplo, las gaseosas representaron un 16% del total de ventas de las bebidas del país. Un efecto del aumento de las temperaturas en el mundo.
Una vez los funcionarios de la Superindustria escucharon las partes notaron serios riesgos para la marca de agua Cristal. En efecto, la entidad de gobierno decidió negar el registro del eslogan Cristalina.
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