¿Por qué los católicos usan imágenes?

¿Por qué los católicos usan imágenes?

¿Será que Dios se contradice con su mandamiento de no hacer imágenes? ¿Acaso Dios no tenía memoria y no se acordaba que había prohibido las imágenes?

Por: Edwin Alexander Llanos Franco
abril 21, 2023
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
¿Por qué los católicos usan imágenes?

A lo largo de los últimos años, tal vez desde el año 1800 d.C. se ha planteado una serie de preguntas relativas a la doctrina de la Iglesia Católica, muchas formuladas por fieles católicos, pero en su gran mayoría surgen de personas que no profesan la fe Católica sino que son adeptos de iglesias de otras denominaciones como lo son los pentecostales, los testigos de Jehová, entre otros. Pero, sin duda alguna, una de las cuestiones más importantes es sobre el uso de las imágenes que se le da en la Iglesia Católica. Esos grupos no católicos señalan que las imágenes están prohibidas, pues el Libro del Éxodo en el versículo 4 del capítulo 20 señala que: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra”. Efectivamente, el Libro del Éxodo, en este punto concreto, señala una prohibición: no hacerse imágenes. Hasta este punto tienen razón los detractores de la fe Católica.

Sin embargo, en estas pequeñas líneas se va a estudiar qué dicen las Sagradas Escrituras sobre este tema. Pero antes es menester señalar que todas las citas bíblicas aquí traídas a colación son de la traducción de la Reina Valera del año 1960. Ahora sí, para empezar, primero que todo se deben plantear varios interrogantes que serán de ayuda para abordar este tema tan complejo como polémico. La primera interpelación es ¿Qué religión profesaba Jesucristo? Y la respuesta a esta pregunta se halla en el Evangelio de San Juan 4, 7 – 9, el cual señala que:

Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. Pues sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer. La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy una mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.

Aquí claramente se evidencia que Jesús pertenecía a una religión: el judaísmo. Teniendo claro esta pregunta, se procede a formular una segunda pregunta: Si Jesucristo profesaba la religión judía ¿Cuál era el lugar más sagrado y el principal centro de culto de los judíos? La respuesta para esta cuestión se encuentra en el Evangelio de San Mateo 21, 12 – 15, el cual reza que:

Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; más vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.

Este pasaje deja ver que, para los judíos el Templo de Jerusalén era el principal centro de culto y de congregación, y que va más allá, pues se afirma que es la casa de Dios, por lo que, para Jesús, que era judío, era un lugar también muy importante, pues fue allí donde lo consagraron a Dios, como lo narra el Evangelio de San Lucas 2, 22 – 32:

Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor (como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor), y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos. Y he aquí que había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor. Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, Conforme a tu palabra; Porque han visto mis ojos tu salvación, La cual has preparado en presencia de todos los pueblos; Luz para revelación a los gentiles, Y gloria de tu pueblo Israel.

Entonces, el Templo de Jerusalén era el principal centro de culto y de oración, donde se consagraban a los primogénitos varones y donde habitaba Dios, pues era su casa.

Ahora bien, alguno dirá que nada de lo dicho hasta aquí se relaciona con la cuestión de las imágenes, y tiene razón, pues sólo se ha dicho que Jesús era un judío y que para los judíos el templo de Jerusalén era el principal centro de culto. Entonces ahora surge la siguiente pregunta ¿Cómo era el Templo de Jerusalén? La respuesta se encuentra en el Primer Libro de los Reyes en el capítulo 6 que habla de la construcción del Templo en el reinado de Salomón. Se propone que se lea todo, pero para este caso en concreto, se hablará solamente de lo que compete al tema de las imágenes, el cual se encuentra a partir del versículo 23, que dice:

Hizo también en el lugar santísimo dos querubines de madera de olivo, cada uno de diez codos de altura. Una ala del querubín tenía cinco codos, y la otra ala del querubín otros cinco codos; así que había diez codos desde la punta de una ala hasta la punta de la otra ala. Asimismo el otro querubín tenía diez codos; porque ambos querubines eran de un mismo tamaño y de una misma hechura. La altura del uno era de diez codos, y asimismo la del otro. Puso estos querubines dentro de la casa en el lugar santísimo, los cuales extendían sus alas, de modo que el ala de uno tocaba la pared, y el ala del otro tocaba la otra pared, y las otras dos alas se tocaban la una a la otra en medio de la casa. Y cubrió de oro los querubines. Y esculpió todas las paredes de la casa alrededor de diversas figuras, de querubines, de palmeras, y de botones de flores, por dentro y por fuera. A la entrada del santuario hizo puertas de madera de olivo; y el umbral y los postes eran de cinco esquinas. Las dos puertas eran de madera de olivo; y talló en ellas figuras de querubines, de palmeras y de botones de flores, y las cubrió de oro; cubrió también de oro los querubines y las palmeras. Igualmente hizo a la puerta del templo postes cuadrados de madera de olivo, pero las dos puertas eran de ciprés; y las dos hojas de una puerta giraban. Y talló en ellas querubines y palmeras y botones de flores, y las cubrió de oro ajustado a las talladuras.

Entonces, el principal centro de culto de los judíos, y por lo tanto para Jesús, porque era un buen judío, tenía imágenes por todos lados, pero no sólo eso, el lugar más santo del Templo, el llamado Santísimo, tenía dos imágenes de diez codos o cinco metros en su interior, custodiando el arca de la alianza, el cual contenía las tablas de la Ley. Por lo tanto, resulta que la casa de Dios tenía imágenes.

Alguno objetará y dirá que ese templo fue destruido con la invasión de los babilonios y la posterior deportación del pueblo judío, pero entonces para responder a esa objeción, se trae a colación el Libro de Esdras, el cual en los capítulos 1 al 6 señala el retorno del exilio y la reconstrucción y dedicación del templo. Allí, se invita a su lectura, pero para este caso en particular, Esdras 5, 6 – 6, 1 – 12 hace copia de una carta que dirigieron Tatnai y Setar-boznai y otros gobernadores de la región, al Rey Darío de los Persas y su posterior contestación por parte del Rey. De allí todos es importante, y por eso se recomienda su lectura acuciosa, pero en este caso se va a resaltar lo que dice el Rey, el cual señala que:

En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen firmes; su altura de sesenta codos, y de sesenta codos su anchura; y tres hileras de piedras grandes, y una de madera nueva; y que el gasto sea pagado por el tesoro del rey. Y también los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan a su lugar, al templo que está en Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios (Esdras 6, 3 – 5).

Lo anterior muestra que, en la construcción del segundo Templo, ese al que fue Jesucristo a expulsar a los cambistas de monedas y a los vendedores de palomas, se devolvió todo lo de valor, pues fue lo que se llevó Nabucodonosor a Babilonia cuando invadió Jerusalén, y los querubines no fueron la excepción, pues fueron de madera de olivo y bañados en oro.

Añadido a esto, para la construcción del Santuario, el mismo Moisés recibe la orden de parte de Dios, de poner querubines, esto se puede evidenciar en el Libro del Éxodo 25, 1 – 22; 26, 1 – 35; 36, 1 – 38; 37, 1 – 9, se recomienda toda la lectura de estos textos, pero se va a hablar del primero de ellos, esto es Éxodo 25, 1 – 22, el cual reza:

Jehová habló a Moisés, diciendo: Di a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda. Ésta es la ofrenda que tomaréis de ellos: oro, plata y cobre, azul púrpura, carmesí, lino fino, pelo de cabras, pieles de carneros teñidas de rojo, pieles de tejones, madera de acacia, aceite para el alumbrado, especias para el aceite de la unción y para el incienso aromático, piedras de ónice, y piedras de engaste para el efod y para el pectoral. Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos. Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis (…) harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella. Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré. Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.

Aquí se ve claramente que es Dios quien ordena a Moisés hacer los querubines y ponerlos en el lugar más santo del Santuario de Dios. Aquí es preciso aclarar algo y es que en la Biblia la Reina Valera llaman Jehová a Dios, sin embargo, el verdadero nombre de Dios es Yahvé, pues la letra J no existe en el hebreo, el idioma que hablan los judíos y el lenguaje en el que fue escrito gran parte del antiguo testamento.

Pero ese no es el único momento en el que Dios ordena hacer imágenes, pues como ya se dijo, se recomienda leer los pasajes anteriormente señalados, y hay otro momento en el que Dios le dice a Moisés que haga una imagen. Se trata de Números 21, 4 – 9 el cual señala:

Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano. Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía.

¿Será que Dios se contradice con su mandamiento de no hacer imágenes? ¿Acaso Dios no tenía memoria y no se acordaba que había prohibido las imágenes? ¿Fue que quedó derogado el mandamiento que prohíbe hacer imágenes? Esas y otras preguntas son las que rondan en la cabeza de los lectores en este momento. Para todas las preguntas hay una simple respuesta. No. Dios no se contradice. Dios no había olvidado su mandamiento. Dios no derogó el mandamiento. ¿Entonces? ¿Qué pasó ahí? ¿Por qué ese cambio?

Hay que ir por partes para no generar confusión, porque no falta ahora quien diga que deja de creer en Dios o que abandona el cristianismo o el judaísmo porque Dios se contradice.

En primer lugar, hay que analizar bien el contexto histórico, social, cultural y jurídico del mandamiento. En cuanto al contexto histórico, el pueblo de Israel acaba de ser liberado de la esclavitud en la que estaba viviendo en Egipto, Dios acaba de hacer una gran hazaña por ese pueblo, lo que quiere decir que el pueblo apenas estaba conociendo a Dios, pues lo conocía de oídas,  lo que les decían Moisés y Aarón, porque ninguno más había tenido esa experiencia de encuentro con Dios. En cuanto al contexto social y cultural, basta con decir que esa era una época en la que el hombre estaba en búsqueda de un ser superior, por eso fue la infidelidad del pueblo cuando hizo el becerro de oro (Éxodo 32, 1 – 10), porque el hombre siempre está en búsqueda de un dios que explique todos los acontecimientos. Todo esto es indicativo de que Dios necesitaba que el pueblo se fijara única y exclusivamente en Él, de ahí que fue que surgió ese mandamiento, pues en su contexto jurídico señala:

Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás otros dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.

¿Qué es lo que realmente prohíbe este mandamiento? El versículo 5 es claro: la idolatría, esa es la prohibición que Dios hace en este mandamiento, pues la inclinación, en el lenguaje bíblico es signo de adoración.

Según la RAE, la idolatría es la adoración que se da a los ídolos. Para entender esto, se debe buscar la definición de adoración y de ídolo. Por adoración se entiende, según la RAE, el reverenciar o rendir culto a un ser que se considera de naturaleza divina; por ídolo se entiende una persona o cosa amada o admirada con exaltación, por lo que la idolatría es rendir un culto a un ser que se considera divino pero que en realidad no lo es. Eso precisamente es lo que prohíbe el mandamiento, en otras palabras, poner por encima de Dios otras cosas, o amar a algo o a alguien por encima de Dios.

¿Para qué Dios ordena crear o hacer imágenes como los querubines o la serpiente? Porque así Dios quiere representar algo, ojo la palabra, representar, no suplantar o reemplazar, es decir, los querubines en el Santuario de Dios o en el Templo de Jerusalén querían representar que ese era un lugar sagrado, de culto, donde estaba la presencia de Dios, es decir, los querubines no eran Dios, pero sí representaban a Dios y su presencia. Con relación a la serpiente, Dios ordena crear esa serpiente para recordarle al pueblo que no debe murmurar contra Dios ni revelarse contra sus divinos mandamientos, pues al hacerlo mueren, pero cuando ponen nuevamente su mirada en Dios, se salvan, por eso quien miraba la serpiente se salvaba. ¿Lo salvaba la serpiente? De ninguna manera, era Dios porque los israelitas al mirar la serpiente estaban obedeciendo a Dios y poniendo su mirada en Él.

¿Entonces por qué la Iglesia Católica tiene imágenes? Porque eso indica que es un lugar de culto, de adoración a Dios, y además recuerda que Dios ha hecho grandes hazañas por su pueblo. Cuando una persona mira un crucifijo, todos saben que esa imagen no es Dios, pero sí que representa a Dios por medio de Jesucristo, quien se encarnó y murió por los pecados de todos. Cuando en la Capilla Sixtina el artista renacentista Michelangelo Buonarroti pintó varios pasajes de la Biblia, representó por medio de imágenes un texto bíblico, es decir, se sabe que la imagen de la creación de Adán no son ni Dios ni Adán, pero sí que los representan, pues las imágenes llevan a poner la mirada en Dios que lo ha hecho todo y que es el único Dios que ha existido desde la eternidad.

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