¿Por qué carajos tenían que poner una figura religiosa encima de la estatua de Nariño en Pasto?

¿Por qué carajos tenían que poner una figura religiosa encima de la estatua de Nariño en Pasto?

La polémica en Pasto por cubrir la estatua de Nariño con una escultura religiosa en papel maché revela tensiones entre memoria histórica y creencias populares

Por: Jesús Ortiz Muñoz
abril 24, 2025
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¿Por qué carajos tenían que poner una figura religiosa encima de la estatua de Nariño en Pasto?

Se ha sentido en Pasto una polarización frente a una determinación de la Alcaldía de Pasto de cubrir la estatua de Antonio Nariño, ubicada en la plaza principal del pueblo, con una escultura de significante religioso hecha en papel maché, técnica que dominan los artistas pastusos, hasta el punto de que ahora hasta le trabajan los matachos y marimondas al carnaval de Barranquilla.

Y entonces se dijo que Antonio Navarro quiso cambiar a Nariño por Agualongo, cuando en realidad lo que hizo fue responderle a Francisco Terán Sánchez la pregunta de sustituir a aquel por este, a raíz de que en el M-19 el nombre de combate de Navarro era Agustín.

Y también alguien salió a defender al Alcalde Nicolás Toro, bajo el argumento de que en el estallido social, un iconoclasta desadaptado y además ignorante, “derribó la estatua de Nariño y que nadie dijo ni hizo nada y por qué ahora brincan porque pusieron a una virgencita que es símbolo de nuestra fe”.

Frente a esto último habrá de decirse que eso no es cierto, pues a las siete de la noche de ese agitado día, de alguna parte salió un patriota llamado Mario Andrés Guevara que metió una minigrua al parque Nariño, cargó la escultura, se la llevó al taller de los Perini donde le hicieron una reparación a la cabeza del general y a las cinco de la mañana la estaban soldando de nuevo en su pedestal.

Cuando salió el sol, quienes iban a misa de seis, miraron asombrados que Nariño, con toda la carga simbólica que representa, los miraba desde su pedestal que ocupa desde hace 114 años. (Lamentablemente, algunos fanáticos Agualonguistas se llevaron las placas de bronce que ilustraban el pedestal).

Ahora bien, quienes visitan a Pasto por turismo o negocios, se sienten atraídos por los monumentos, sean religiosos como los templos o las esculturas que, a contrario sensu, son pocas. Eso hace parte del mobiliario urbano como también lo son las piedras sillares que los ecuatorianos y peruanos y bolivianos tanto cuidan, pero que aquí las vendieron para adornar fincas. (Hay una acción popular en curso liderada por la Arq. Silvana Yepes que ya tiene sentencia y que reclama por esas piedras).

Independientemente de si el alcalde es católico o no, de si hizo bien o la embarró, dicen los antropólogos, los monumentos deben respetarse por cuanto hacen parte del mobiliario de los pueblos y cuentan la historia de los mismos. Sobra decir que este es un Estado laico. (Es la arqueología del saber).

¿La pregunta que nos queda por hacerle a quien tomó la determinación de sustituir de hecho un monumento de bronce por una escultura efímera de papel maché, así represente a Júpiter o a las 11.000 Vírgenes, es: por qué putas tenían que ponerla ahí?

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