Mucho plagio, muchas mentiras y mucho video

Mucho plagio, muchas mentiras y mucho video

Pedimos la renuncia de Abudinen pero la señora no aguantó que su apellido fuera utilizado en el folclor de conjugarlo como un sinónimo del verbo robar...

Por: Jaime Wilches
noviembre 30, 2021
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Mucho plagio, muchas mentiras y mucho video
Foto: Pixabay

Se ha convertido en deporte nacional exigir la renuncia de funcionarios públicos que a diario representan lo más profundo y enraizado de nuestra cultura política. De vez en cuando se oyen sirenas de victoria cuando uno de que otro avivato se marcha, sin solucionar el lío.

Y después de renunciar, ¿sucede algo con el problema que fue origen de la histeria pública? Reclamamos como propia la renuncia de Karen Abudinen al ministerio Tic, pero tal parece que la señora no aguantó que su apellido fuera utilizado en el folclor de conjugarlo como un sinónimo del verbo robar. Los 70 mil millones quedarán en el museo de la corrupción.

La lista sigue. El tema de familiares de personajes de la farándula implicados con el narcotráfico. Lejos estamos de la discusión sobre la narcocultura…lo importante era el meme que angustia a los personajes implicados -mucho más que las consecuencias judiciales-.

Ese era el tema de este artículo, pero un escándalo tapa otro escándalo.

El menú de esta semana corre por cuenta del plagio de la tesis de la Representante a la Cámara, Jennifer Arias. Y claro, la palabra de moda: RENUNCIE.

Vamos a exceptuar que la señora Arias es una servidora pública con reconocimiento y que su plagio condimenta los múltiples escándalos que hacen parte del paisaje de acciones cometidas por integrantes del Centro Democrático.

Incluso, si renuncia, dicho triunfo mediático no servirá para nada, no aleccionará a nadie, e insisto, servirá a lo máximo para que todos se marchen satisfechos a sacar del cuarto de san alejo el árbol de Navidad.

En cambio, si deja en el vacío una discusión donde la academia y la universidad son protagonistas y responsables. Aquí cinco puntos que quedarán en el olvido:

  1. El plagio es una práctica que ha desbordado a la academia. El afán de los títulos, la flexibilidad ética, la cultura del atajo ha invadido a buena parte de la comunidad estudiantil y docente. Una investigación menos mediática y más estructural revelaría que un porcentaje considerable de trabajos de grado se pasan por la faja el respeto a los derechos de autor.
  2. Las Universidades -sin generalizar- privilegian los indicadores de titulados y no de incidencia académica de investigaciones. No es un secreto que la educación privada pasa por una crisis, y que muchas veces los profesores reciben sutiles recomendaciones para “pasar el estudiante”, pues se debe mover el mercado de títulos.
  3. Investigación con poco o nulo impacto. Las Universidades están obsesionadas con los rankings internacionales (obsesión sin resultados porque uno de los famosos estudio cita que de los 6.000 investigadores más citados en el mundo ninguno es colombiano). Un fenómeno menos punitivo que el plagio, pero más dramático en la construcción del conocimiento, es recibir tesis con todas las formas aprobadas, pero que hacen “Plagio diplomático”, es decir, citar-recitar con normas APA sin aportar novedad al campo de conocimiento.
  4. Sustentaciones que privilegian la ceremonia administrativa y no el proceso académico. Para los estudiantes es complejo aportar algo distinto al canón académico porque los procesos de trabajos de grado suelen estar llenos de minucias administrativas y medievales sin sentido -y que curiosamente son flexibles frente al plagio-. A eso sumar profesores-directores con montañas de trabajo e informes de gestión por diligenciar. Conseguir cita con un tutor de tesis es a veces más complejo que una cita con la EPS.
  5. Las razones de un Posgrado. El sueño por el conocimiento y por aprender puede ser una de las motivaciones, pero circulan narrativas en los programas de posgrado donde se escucha a uno que otro estudiante mirar el posgrado como una tabla de salvación económica. Palabras como ¡Necesito Graduarme!, ¡Me están pidiendo el título!, ¡El posgrado es para un ascenso!, hacen parte de un drama social en el que la academia sirve de trampolín para el reconocimiento económico y no de lugar para el debate y la reflexión.

Por supuesto, estos diagnósticos son falseables porque también hay profesores, estudiantes y Universidades con voluntad de recuperar un rumbo que la academia ha perdido: ser protagonista en el debate público…parece que solo somos tenidos en cuenta cuando el asunto pasa por un escándalo mediático que sirve para desatar los oportunismos políticos- de parte y parte-

Gana el show, sale bien librada la Institución donde Arias realizó sus estudios, y pierde, pierde mucho el concepto de Universidad y un fantasma que recorre de manera silenciosa los cinco factores expuestos -y por supuesto muchos más-.

La próxima semana, un nuevo escándalo, y una nueva petición de renuncia a un servidor que refleja con sus actos y sus justificaciones nuestra hipocresía social.

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