Los generales a los que se les derrumbó la Policía

Los generales a los que se les derrumbó la Policía

En el gobierno Santos llegaron a la dirección el general León y Palomino, con quien empezó la debacle que llegó al culmen: 60 heridos y 8 civiles asesinados a bala

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septiembre 10, 2020
Los generales a los que se les derrumbó la Policía

El 2 de julio de 2008, quince secuestrados, entre ellos la excandidata presidencial Ingrid Betancourt y tres norteamericanos, fueron recatados del cautiverio de las Farc en la famosa Operación Jaque. Ese día los colombianos sintieron gran reconocimiento  por las Fuerzas Militares y la Policía.

La imagen de la institución nunca, en los últimos 25 años, había estado en un nivel tan alto de aprecio como en ese momento. Era el gobierno de Álvaro Uribe y de Juan Manuel Santos como ministro de Defensa, un conocedor del estamento militar que terminó equivocándose en los nombramientos de la cúpula policial una vez llegó a la Presidencia.

El general Óscar Naranjo fue nombrado director de la Policía en mayo de 2007 por el entonces presidente Álvaro Uribe.

Con la Operación Jaque el general Óscar Naranjo se llevó una buena cantidad de aplausos. Ha sido el uniformado que en los últimos 25 años ha estado más tiempo en cabeza de la institución creada en 1981. Naranjo fue director de la Policía Nacional durante cinco años. Asumió en el gobierno de Álvaro Uribe, en mayo de 2007. Cuando Juan Manuel Santos tomó la presidencia, en agosto de 2010, lo mantuvo como director de la institución y lo acompañó por casi dos años. Naranjo renunció en junio de 2012, para radicarse en México donde asesoró al gobierno de Enrique Peña Nieto en seguridad y dirigió el Instituto Latinoamericano de Ciudadanía del Sistema Tecnológico y de Educación Superior de Monterrey. En 2013 fue negociador plenipotenciario del gobierno Santos en los diálogos de paz que se adelantaban con la guerrilla de las Farc.

En junio de 2012 el presidente Juan Manuel Santos nombró como director de la policía al mayor general León Riaño.

El mayor general José Roberto León Riaño, tuvo una labor complicada: reemplazar a Naranjo quien salía con broche de oro y con la fama de ser el mejor del mundo, cercano como ninguno otro a los Estados Unidos.

Leon Riaño, un administrador de empresas formado en la Universidad Cooperativa de Colombia, llegó a ser el Subdirector de la Policía Nacional luego de la salida de seis generales de la institución a quienes llamaron a calificar servicios y ahí esperó su turno para dirigir la institución. El mayor general venía de ser Jefe de Inteligencia en el Departamento de Policía Amazonas, Comandante del Escuadrón Móvil de Carabineros, Jefe de SIJIN en los Departamentos de Policía Atlántico y Cundinamarca, Jefe del Área de Delitos Contra la Vida y la Integridad, subcomandante Operativo en la Metropolitana de Cali.

El general León Riaño salió por la puerta de atrás. No estuvo más de 14 meses en el cargo, que inició en junio de 2012. Santos lo despidió en agosto de 2013 luego de que en una reunión con sus subalternos, el general León Riano hiciera una exaltación al liderazgo del expresidente Álvaro Uribe dentro de las fuerzas militares y de policía. Dijo que los colombianos extrañaban a Uribe porque a él si le marchaban los comandantes. La carrera policial del general llegó a su fin después de 35 años de servicio, mientras que la imagen de la institución empezaba a tomar una curva descendente de la que no se ha levantado.

Tras la salida del León Riaño, Santos nombró como su sucesor al mayor general Rodolfo Palómino, el más polémico y criticado de sus generales.

Al mando de los uniformados, en agosto de 2013, llegó Rodolfo Palomino López, un general santandereano, nacido en el municipio de Bolívar en 1957. Palomino ha sido uno de los más polémicos y criticados altos generales que ha tenido la institución armada. Durante su dirección la imagen de la policía cayó al nivel más bajo que ha tenido en la historia.

El escándalo conocido ampliamente como la comunidad del anillo, una supuesta red de prostitución masculina al interior de la institución en la que según denuncias del entonces capitán Ányelo Palacios, Palomino estaría involucrado, hizo perder la poca credibilidad que los colombianos tenían en la Policía Nacional.

Rodolfo Palomino también fue investigado por la Procuraduría y la Fiscalía por el delito de enriquecimiento ilícito y su supuesta complicidad en la chuzada a periodistas. Aunque la Fiscalía ordenó el archivo los procesos en su contra, a finales de marzo de este 2020, la Corte Suprema de Justicia reabrió las investigaciones.

Durante la dirección de Palomino ocurrieron varios hechos que enlodaron la imagen de la policía, como el robo de armas de la Estación de Carabineros de Suba, ocurrido en diciembre de 2014. Hecho en el que tuvieron participación policías activos. También durante su mando hubo un carrusel de reintegros de personal de la policía que terminaban con millonarias indemnizaciones y de nuevo en las filas luego de haber salido por la puerta de atrás por diferentes investigaciones disciplinarias y penales.

Palomino renunció llorando a la policía el 18 de febrero de 2016, después de haber estado dos años y medio en el cargo y 38 con el uniforme puesto. Sobre sus hombros recae gran parte de la insatisfacción que los ciudadanos sienten de la institución y le dejó una difícil tarea a su sucesor, el mayor general Jorge Hernando Nieto Rojas: recuperar el deteriorado nombre de la policía.

El general Jorge Hernándo Rojas fue el tercer director de la Policía en el Gobierno de Juan Manuel Santos.

Nieto Rojas era el segundo al mando del general Palomino en la policía y tras su renuncia, pasó a dirigirla, cargo que asumió durante casi tres años. Inició en febrero de 2016 y entregó el cargo en diciembre de 2018. La dirección del general Nieto, un abogado nacido en Pacho, Cundinamarca, estuvo marcada por la defensa a las críticas de la policía por hechos ocurridos bajo la dirección de Palomino.

el general Nieto Rojas no pudo levantar la imagen de la institución. En el último periodo del presidente Santos, que fue su mando, la criminalidad se disparó en el país y el aumento de cultivos de coca en el territorio aumentó a niveles máximos. En 2017 se conoció la cifra record de cultivos ilícitos sembrados de 171.000 hectáreas, 25 mil más que el año anterior.

Una serie de atentados terroristas contra sedes de EPS en toda Colombia deterioraron aún más la imagen de la policía. En junio de 2017 otro atentado, pero en centro comercial Andino, que dejó tres personas muertas, trajo consigo una fuerte lluvia de críticas contra la dirección de Nieto Rojas, quien, llegado el presidente Iván Duque al gobierno, fue reemplazado el 10 diciembre de 2018 por el actual director, el general Óscar Atehortúa Duque, el segundo general de cuatro soles que ha tenido el país, después de Óscar Naranjo. Atehortúa, un quindiano de 52 años, lleva 34 años en filas de la institución.

El general Óscar Atehortúa fue posesionado como director de la Policía en diciembre de 2018 por el presidente Iván Duque.

La imagen de la policía en manos de Atehortúa Duque volvió a caer a niveles históricos. Según el informe de favorabilidad presentado por la firma Invamer Gallup, en febrero de 2019, debido a los actos represivos de la policía en las marchas sociales que se desarrollaron en el país en contra del gobierno Duque y que iniciaron en noviembre de 2018. La muerte del joven Dilan Cruz provocó fuertes críticas contra la institución y desconfianza por parte de los colombianos.

La pandemia del covid-19 se llevó el protagonismo en el inicio de 2020 y se mantuvo así hasta el pasado 8 de septiembre, cuando el asesinato del abogado Javier Ordóñez a manos de dos policías quienes excedieron su fuerza con la utilización de las pistolas teaser desató una  furia que parecía venir represada. Los colombianos se tomaron las calles, principalmente en Bogotá, con los CAI como símbolos para agredir.

Por más violentos que fueran las manifestaciones y los ataques vandálicos de centenares de jóvenes desbocados no se había visto en la historia reciente una respuesta tan desproporcionada por parte de la policía. Los uniformados respondieron con sus armas de dotación y dispararon a civiles por la espalda: ocho muchachos fueron asesinados y 61 están heridos de bala. La crisis de la institución, su respeto y credibilidad cada día están más deterioradas. Los ciudadanos han dejado de ver en esta institución un cuerpo de uniformados protectores para percibirlos como amenazantes, lo peor que puede ocurrirle a la Policía de un país democrático como Colombia.

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