No nos llamemos a engaños: invadir tierra en Valle y Cauca no es algo nuevo

No nos llamemos a engaños: invadir tierra en Valle y Cauca no es algo nuevo

Las invasiones de tierra que alarman en Cauca y Valle no son nuevas. Incluso, muchos barrios de Cali fueron formados por invasores, con la aprobación de políticos

Por: Germán Peña Córdoba
septiembre 05, 2022
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No nos llamemos a engaños: invadir tierra en Valle y Cauca no es algo nuevo

Invadir terrenos constituidos como propiedad privada es inadecuado, considerado un delito y no es la manera para tratar de enmendar la deuda histórica y la injusticia que ha sido la inequitativa posesión de tierras en Colombia. Igualmente es inadecuado la contrarreforma agraria realizada por el paramilitarismo, con la que el Etado ahí sí se hizo el de la vista gorda. Miles de campesinos fueron despojados de sus tierras u obligados a vender o si no "se le compraba a la viuda"

La tierra ha sido el eje histórico de los conflictos en Colombia y si se quiere el eterno conflicto de la humanidad. La tierra se constituye en un espacio vital clave para la supervivencia de cualquier especie. Los animales marcan territorio de muchas formas, el hombre no es ajeno a esas prácticas de definición de espacios vitales.

Lo anterior está vinculado incluso a la cotidianidad, sucede en el espacio hogareño, en el cuarto de los hijos, en el clóset de una pareja; definir la territoriedad es una posesión psicológica y antropológica. Es la natural lucha por la tierra, porque si hay tierra, hay valor, habrá agua y el agua es vida.

Muchos países para lograr su integridad territorial se han valido de las invasiones. El carácter históricamente expansionista de las grandes potencias, el arma predilecta para lograr sus objetivos ha sido la invasión territorial; en este orden la invasión siempre ha estado presente en la tensión mundial y en la mente de dictadores, presidentes y monarquías.

La tierra es poder y esa ambición de poder ha acompañado al hombre desde tiempos inmemoriales. Ejemplos hay muchos, no solo por tierra sino asociado a los recursos naturales. México perdió un alto porcentaje de su territorio en manos de los gringos, la misma invasión de América por los españoles fue una expoliación a los propietarios originales de la tierra.

En el plano local y, más puntualmente la ciudad de Cali, muchos barrios fueron formados por invasores con la anuencia de políticos que se han valido de este método para usufructuar electoralmente y conseguir sus propósitos políticos. El Distrito de Aguablanca tiene sus orígenes en esos protervos procederes. Terron Colorado, Siloé, Mortiñal, Montebello, Campo Alegre y todo un cinturón de asentamientos subnormales en la ladera, son producto de invasiones en el pasado, que con el tiempo se han ido decantando y logran legalizarse. Las invasiones no es un fenómeno nuevo, con el hemos convivido siempre.

Cuando el Estado está ausente y no da la respuesta adecuada a las necesidades básicas de sus asociados, las invasiones son la respuesta a la inequidad. Es el desequilibrio y la concentración de la tierra en pocas manos la causa. Si hurgamos en los orígenes de la concentración de grandes terratenientes, encontraremos adquisiciones non sanctas que parafraseando a Santo Tomas: detrás de todas esas grandes fortunas terrenales asustan. Su sombra son despojo y la expoliación.

Pero lo anterior no lo podemos interpretar como una "Patente de Corso" para normalizar mentalmente lo que está sucediendo en Colombia, con tendencia a regarse como pólvora por todo el territorio nacional. Básicamente el problema que origina este tipo de situaciones fácticas es el discurso. Así como el discurso originó los llamados falsos positivos, porque los que lo cometían se sentían respaldados por el discurso de la derecha, hoy, este hecho se nos revierte y el discurso de Gustavo Petro el día de la posesión alentó equivocadamente, a que se incentivaran estas situaciones de hecho, que historicamente han existido toda la vida, debido a las causas objetivas que lo generan.

Afortunadamente el presidente Petro ha salido oportunamente a frenar en seco esta mala interpretación, no sin antes tener que acelerar la restitución de tierras de parte de los jueces agrícolas, que hoy duermen el sueño de los justos, precisamente en estas oficinas, creadas con el fin de neutralizar este tipo de inequidades, que generan lo que hoy estamos viviendo.

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