Alguna vez, cuando me atreví a romper el hielo en aquella reunión donde la mayoría éramos desconocidos, hice una pregunta con toda la genuina inocencia por la letra del himno de Medellín. Lo primero que escuché fueron unas risas burlonas acompañadas de un susurro: “A ese man se le corrió la teja”, dijo una voz anónima en aquel salón.
No encontré razones para que aquellos personajes —de amplios conocimientos de historia, muy superiores a los míos— creyeran que mi interrogante era una chanza. Solo quería saber si alguno de ellos se sabía la letra del himno de la ciudad de Medellín, que este año, el domingo 2 de noviembre, se vestirá de gala para festejar su aniversario número 350 desde su fundación, hecha por Francisco de Herrera Campuzano, quien creó una población a la que llamó San Lorenzo de Aburrá, donde años más tarde surgiría el barrio El Poblado.
El dichoso caserío, compuesto por unos 300 indígenas y unos pocos españoles, no prosperó, razón por la cual fue trasladado al sitio al que los indígenas llamaban Aná, entre el río Medellín y la quebrada Santa Elena.
La primera iglesia construida, según relatan los textos consultados, fue consagrada a la Virgen de la Candelaria, razón por la cual aquella población tomó el nombre de Nuestra Señora de la Candelaria de Aná, con una población de apenas 700 habitantes. Fue en 1670 cuando sus habitantes solicitaron a la Real Audiencia elevar el poblado a la condición de villa, pero se enfrentaron a la oposición de los moradores de Santa Fe de Antioquia, entonces la más importante.
Contra viento y marea, el 20 de marzo de 1671, el gobernador de la Provincia de Antioquia, Francisco de Montoya y Salazar, decretó la fundación de la villa. Sin embargo, ante las constantes quejas de los antioqueños, once meses después el título fue anulado.
Las cosas cambiaron cuando la reina Mariana de Austria, viuda de Felipe IV, en nombre de su hijo Carlos II, otorgó la Real Cédula de Fundación el 22 de noviembre de 1674. Finalmente, el 2 de noviembre de 1675 se llevó a cabo la erección en villa de la pequeña población, de la mano de Miguel de Aguinaga y Mendigoitia, bajo el pomposo nombre de Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.
Cien años tuvieron que pasar para que el progreso pusiera pie en la población. Entonces se abrieron nuevas calles por orden de Francisco Silvestre y Sánchez, gobernador de la provincia de Antioquia. En 1786, el oidor Juan Antonio Mon y Velarde realizó un censo de casas: 242 de un piso y 29 con balcón. También decidió nombrar las calles, que empezaron a conocerse como San Francisco, San Lorenzo, La Amargura (hoy calle Ayacucho), El Prado, entre otras.
¿Y del himno y la bandera qué?
El municipio adoptó la bandera de Antioquia, a la cual se le agregó el escudo de la ciudad para diferenciarlas. Está compuesta por dos franjas horizontales de iguales proporciones, la superior blanca y la inferior verde, y en el centro se ubica el escudo.
El blanco simboliza pureza, integridad, obediencia, firmeza y elocuencia, mientras que el verde representa esperanza, abundancia, libertad y fe. De manera similar, Medellín adoptó el Himno Antioqueño como propio, según el Decreto 151 del 20 de febrero de 2002, cuyo artículo 10 establece:
Himno de Medellín. Para unificar los ideales de región, adóptase el Himno Antioqueño, con letra de Epifanio Mejía y música de Gonzalo Vidal, como Himno del municipio de Medellín. Será entonado en todos los actos oficiales en los que esté presente la Alcaldía de Medellín. Comuníquese y cúmplase.
Cuentan que, a lo largo del tiempo, han existido múltiples propuestas para un himno propio de Medellín, pero una de las más sonadas —aunque nunca se materializó— tenía letra de Jorge Juan Mejía y Hugo Álvarez, con música y arreglos del propio Mejía.
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