Más que una denuncia, un texto pedagógico contra la calumnia

Más que una denuncia, un texto pedagógico contra la calumnia

Lamento tener que escribir no una nota sobre cultura, sino sobre el riesgo que para la seguridad de mi esposa y mía significa misiá Calumnia...

Por: Luis Carlos Muñoz Sarmiento
septiembre 12, 2023
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Más que una denuncia, un texto pedagógico contra la calumnia

Cuando el debate se ha perdido, la calumnia es la única herramienta del perdedor.
SÓCRATES

Desde la bóveda interdisciplinaria de La Fábrica de Sueños, lamento tener que escribir no una nota sobre cultura, sino sobre el riesgo que para la seguridad de mi esposa y mía entraña una persona a la que me gustaría llamar Mary Niño, pero que, por razones que escapan a mi voluntad, prefiero llamarla por lo que es: misiá Calumnia. Y advierto que no es la única a la que me referiré. Marthica y yo somos maestros, personas de paz, que vivimos muy ocupados con nuestras labores, ella, enseñando música, yo, catedrático (virtual, hoy, como manda el canon de la IA, esa arma callada de las élites para someter al hombre libre y legalizar la esclavitud), periodista y escritor. Soy columnista de El Magazín de EE, escribo en Rebelión y en Las2Orillas. Como puede verse y sentirse, dos personas muy trabajadoras (Marthica, además, cuida a su querida madre, de 93 años, labor en la que ayudo) que, por lo mismo, sólo nos ocupamos de nuestras vidas y no metemos las narices, ni las manos, en las de los demás.

En cambio, los demás parecen no tener lío para meterse con nosotros: menos mal, no es toda la Cía. de La Soledad, sino unos cuantos sujetos y su(s)jetas: Héctor Ramírez, otrora cuentero de La Perola, qué vergüenza para la U. N., y ‘actor’ de dos filmes: bueno, de uno, La sociedad del semáforo, porque de El colombian dream también lo echaron, como me contaron Rubén Mendoza y Felipe Aljure; El Gato (el único que calumnia: autoapodo…), vecino que vive en diagonal a nuestra casa y a quien, dada la omisión del CAI para actuar al respecto, no me quedó más que dedicarle un cuento: El paraquito urbano, (1) porque fuera de la alevosía con que me dijo que yo le golpeaba en el vidrio a La garza, su mujer, cuando lo hago es contra los ruidosos del garaje, tal vez envidioso de que no me ocupe sino de Marthica y aleccionado por misiá C. lo primero que me preguntó fue: ‘¿conque usted es el que se las sabe todas?’ So  What? Ah, y la borracha de mitad de la cuadra que siempre está por ahí a la hora del chisme.

Como estuvo el 9.jun.2023 con misiá Calumnia, la persona que tenía el garaje de la casa en arriendo hasta el 31.jul.2023. Por el hecho bochornoso que comenzó el día 7, aunque hay antecedentes lejanos, como se verá, cuando en medio de la visita de Proyectar Salud a mi suegra, misiá, no contenta con los insultos que uno de sus verduleros profirió, me amenazó: ‘¡Voy a traerle un delincuente… porque ya estoy cansada!’ Y yo, iluso, pensé si sería ‘cansada de calumniar’. Confieso que me alegré, pero nada. El palo no está para cucharas, cuando de por medio está una persona que no lee ni escribe (lo cual no encierra vergüenza alguna, sólo que…), pero el problema es que además de ignorante es atrevida. Entonces, apenas dos días después, se puso manos a la obra y me mandó un cuasi sicario, primero, a que me tirara verduras y frutas de las que vende, por la espalda, y luego cuando volvía de hacer compras con Marthica, me salió al corte dizque ‘para hablar de paz’. Perogrullo dirá…

No tenía nada que hablar con él. Entonces, él dispuso otra cosa, no por su cuenta sino obedeciendo al plan criminal de misiá C.: ¿por qué? Porque, primero que todo se trata de un joven discapacitado físico, y algo mental, no lo juzgo, eso sí, manipulado por ella para atentar contra un adulto, como yo, de paso usándolo como carne de cañón. Así, se trata de un caso contemplado en el Código Penal en tanto incitación a la violencia y conducta criminal. Recuerdo que dijo: ‘Métase con mi tía y no le copeo’. Pero, misiá C. no es su tía pues es hijo de la señora que cuida los carros después de Crêpes & Waffles, como contó Álvaro, el hombre que vende flores frente a ella y al que hace poco acusó de acosarla sexualmente: no se le garantiza ningún éxito. Lo que sí podrá tenerlo, sin duda, es la grabación de más o menos 25 minutos que tengo en mi poder: en ella misiá C., sin quererlo, claro, se confiesa, se desmiente a sí misma y de paso se echa encima a la policía por decir que actúa en contubernio con ella.

Transcribiré lo necesario: ella tiene la tendencia natural a negar lo que hace (se parece a Varito), todo le resulta un juego, así se trate de un asunto criminal. Cuando mi esposa le dice ‘hablemos sobre el garaje’, misiá le dice algo que no le importa sino a ella: ‘Pa’ donde me meto’. ‘Si no me fui cuando don Luis Carlos me daba escoba… cuando me trataba mal’, dice sobre lo que jamás ocurrió ni podría probar. ‘Don Luis Carlos ya no dice ni groserías porque ya ni lo escucho’: como ahora sí le conviene decirlo para quedarse, ya no soy grosero ni le digo nada: no, me limito a decirle lo que tiene que ver con el uso del garaje, por dos asuntos básicos: su hijo, el ex soldado José Alexander Parada Niño, con C. C. 1031141950, de Bgtá., quiso coger el garaje de reducto para su consumo frenético de marihuana, hasta que tuve que pararlo. Ella, Mary Niño Gómez, con C. C. 52035583, de Bgtá., se quedó con la llave del garaje y mi esposa, Marthica, no puede entrar ni siquiera cuando una emergencia lo demande.

Antes de continuar, preciso sobre sus calumnias pues ninguna se sostiene, ni lo que expresa tiene que importarle; en cambio, lo que le he dicho tiene que ver con su proceder en el garaje: 1. Dice que soy un mantenido y a todo el mundo le cuenta: a Héctor Ramírez (2), a El Gato y a la borracha de mitad de cuadra. 2. Un día que tomaba cerveza con mi sobrino y timbró fuerte, salí y le dije que más suave, me soltó: ‘¡borracho!’. 3. Dice a toda hora y lo vocifera que yo ‘les pego a las mujeres’: tengo sólo una, así que ¿cómo hago para cometer tal hazaña? Y la única que podría quejarse sería Marthica, quien en la grabación le dice que eso es mentira y su hija, Tatica, le ayuda diciéndole a misiá C. que ese no es problema suyo. 4. Un día se paseó frente a la casa (las cámaras de enfrente lo atestiguan) y me decía, con la mano, que me daba ‘culillo’, por miedo, con ella; cuando me reí en su cara, me tiró el brazo derecho por entre la reja con el fin de golpearme. Entonces, ¿cómo dice hoy que le pego ‘a las mujeres’?

Un día, frente a la casa, estaba yo con Marthica y discutí con misiá C.: como no le gustó lo que le dije me tiró la mano sobre el hombro y yo le repliqué igual, entonces comenzó a gritar como loca que le había pegado: los testigos, amigos suyos, mudos… ¿entonces? Casi enseguida salió detrás de mí con unas canastas en las manos a tirármelas sin contemplación: para evitar que le pegara a mi esposa corrí con ella y siguió gritando porquerías y provocando a los paseantes en contra mía, sin razón alguna de por medio. Otro día, teniendo la puerta cerrada vino hacia mí y a través de la reja me dijo ‘Ud. no tiene nada’; le respondí: ‘Y, ¿acaso a mí me importa que usted sea millonaria?’ En sucesivas ocasiones, Marthica le ha dicho que yo tengo mi propio trabajo, mi propia cuenta, soy columnista de EE, en portal Rebelión y en Las2Orillas, donde ahora reposa esta nota pedagógica. Así que misiá C. debería limitarse a lo suyo, es decir, a restituir de inmediato el inmueble que le fue arrendado y no jodernos más.

Pero, sigamos: luego, misiá C., dice que lleva ‘23 años ahí’, en el garaje y Marthica la corrige: ‘No, Marycita, usted está ahí desde 2017’. Como se ve, misiá confunde todo, mezcla verdad con mentira, día y noche, premura con tardanza. En síntesis, tiene comportamiento psicótico: todo le da igual, nada es grave, las cosas le resbalan. No olvidar aquí, que su hijo, que recibe droga psiquiátrica, hace un tiempo cogió a dos niñas a garrote, hasta que salí por la ventana y, como el Comandante, mandé a parar. Hasta hoy, las niñas agradecen. A él, luego le expliqué que eso no se toca: porque sí, a las mujeres… ni con el pétalo de una rosa. Sólo ahora misiá C. sabe que su hijo es el que golpea a las mujeres, pero se hace la de Sibaté. Y repite: ‘Si no me fui cuando don Luis Carlos me rompió la cabeza’: ¿por qué Marthica jamás se enteró, ni misiá C. tuvo que ir a un hospital y sus amigos de la policía no me detuvieron? Salvo por su afán de ayudar, no sé por qué Marthica le arrendó el garaje a semejante peligro.

Y por menos de la mitad de lo que pagaba en otro lado, como me lo confesó el esposo de misiá C., César Augusto Moya (QEPD), una noche que él tomaba cerveza en la tienda a la que fui a comprar algo. Invoco aquí el Art. 12 de los DD.HH.: ‘Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataque a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias y ataques’. También, el Art. 21 de la Carta del 91: ‘Se garantiza el derecho a la honra. La ley señalará la forma de su protección’. Y el Art. 29 en lo que toca a: ‘Toda persona se presume inocente mientras no se le haya declarado judicialmente culpable’. Misiá C. no puede ir por ahí dejando su estela de mala leche, sin que nadie la sancione, por iletrada e ignorante que sea. Como se dice en derecho ‘Dura Lex sed Lex’ o ‘Dura es la ley, pero es la ley’. Por eso digo que este texto, más que una denuncia es una nota pedagógica…

‘Toda la gente ya hicieron [sic] una querella de don Luis Carlos’. ¿Alguien podría traducir a ley alguna, esta afirmación temeraria, unilateral e irresponsable? ¿De qué me podría acusar un grupo de chismosas que como no se ocupan de sus propias vidas, se la pasan despotricando de las de los demás, gracias al chisme de misiá C., es decir, lo mismo que les pasa a Ramírez, a El Gato (el único gato que calumnia…) y a la borracha? Ahora, misiá C. afirma que el joven discapacitado/manipulado, de forma criminal, me tiró frutas y verduras el 9.jun.2023 dizque porque yo ‘le decía groserías’: ¿qué tengo que hablar con un tipo que no entiende nada de forma racional sino instintiva, cual animal? Por eso, precisamente, es que digo que misiá C. lo usa como carne de cañón. ¿Alguien imagina si en lugar de toparse conmigo, cuya única arma es la palabra, se hubiera encontrado con uno, uno solo, de los tantos paracos que han llegado a La Soledad? Pero, ¿cómo explicarle esto a quien es cort/o/a de entendederas…?

Pero, no se va del garaje ‘hasta que no consiga’ y urde pasar por víctima: ‘Yo me le aguanté mucho…’ ¿A quién? Sólo un ‘divino’ juez o el chapulín lo sabrían. El lío es que hay un agravante: dada su conducta criminal y peligrosa para la seguridad de mi esposa y de la mía, se impone la restitución del inmueble lo más urgente posible. Por ley el arrendatario debe saber con tres meses de anticipación para que se vaya, pero cuando tiene una conducta como la de misiá C., tiene que irse lo más rápido posible. Dos causales ayudan aquí: 1. ‘La incursión reiterada del arrendatario en procederes que afecten la tranquilidad ciudadana o la destinación del inmueble para actos delictivos o que impliquen contravención [uso de marihuana por J. A. Parada y socios], debidamente comprobados ante la autoridad policiva’. 2. ‘La realización de mejoras, cambios o ampliaciones del inmueble, sin expresa autorización del arrendador o la destrucción total o parcial del inmueble [¡] o área arrendada por parte del arrendatario’. (3)

Otro hecho crucial: el día de la visita de Proyectar Salud a mi suegra, Blanca Aldana de Peña, recibí, ya dije, insultos de un sujeto que vino a retirar alimentos al garaje. Frente a la casa estaba el carro que traía a la médica. Luego, de la discusión, que Marthica escuchó, recibió una llamada de dicha entidad, en la que le daban noticia tácita sobre la posibilidad de perder el acceso a ella por la ‘peligrosidad del lugar’. Bueno, la verdad, es que este lugar no es peligroso, salvo por misiá C., su hijo, el falso sobrino y uno que otro sujeto con los que me señala cuando paso frente a su puesto de ventas, en el boulevard de la Calle 41, Cra. 25, hacia Carulla. Mi esposa y Tatica, su hija, le advirtieron, por ello, sobre la urgencia de que se vaya misiá C. porque es quien ha calentado el lugar: como prueba adicional, el día que fui agredido (9.jun.2023) por su ‘sobrino’, mandado por ella, una señora le contó a Marthica que amenazó con un cuchillo a dos señoras y a Moisés, antiguo ayudante suyo, por un ‘robo de verduras’…

Y vuelve con que ‘él [yo] le da correa, le pega a su mamá’. Marthica lo niega y con su hija le recuerdan que eso no es parte de la discusión, sino una intromisión en la vida privada de las personas. ‘Sí, por ese viejo grosero, desgraciado, gamín’, es que tiene que irse, insiste misiá C., una simple proyección de lo que ella hace con todo el mundo que le reclama sobre sus desafueros. Aquí aclaro que si hoy no le hablo es, justo, para evitar problemas y que, si ella no va ahora a la casa a darle golpes a la puerta y a responder con groserías cuando se le llama la atención, no es por otra cosa que por haberla bautizado misiá Calumnia. Ahora sí, mientras se va, le dio por cuidarse del vecindario, porque cree que puede quedarse. Y eso no es viable, probable, ni sensato. Ni, mucho menos, legal, dados los agravantes expuestos ya. ‘Mire la policía dijo, vinieron a decimen [sic] del señor y nosotros no fuimos’, con lo que de paso echa al agua al Tte. del que habla todo el rato, jactándose del contubernio en mi contra.

Y habla de unas señoras que fueron ‘a comentarle el cuento a la policía: ¿Si ven estos videos que están acá? ¿Todo eso hace el señor? Dijo, sí’. Grave denuncia, por insustentable, no porque tenga argumento alguno. ‘Mire, estaban unos señores viviendo ahí en esa casa de modas’. En realidad, un burdel. ‘No vamos a interceder por el señor’, dice misiá que sostuvo el policía. Y la ‘prima’ de misiá interviene para decir que yo sacaba a correr a los que dan serenata forzada en el barrio: los señores del CAI son los que lo hacen. ¿Qué tiene que ver esto con lo que se discute de fondo? Nada, dice Perogrullo. ‘Si es como dice mi niño, mi niño es muy decente…’, todos, según ella, son muy decentes. Y, entonces, ¿por qué hubo que pedirles el espacio? ¿Por exceso de decencia? Disculpen que este negrito se tape la boca para disimular que está riéndose, como James Baldwin cuando le preguntaban por cuál era el país que más terrorismo producía y él decía que el suyo. ¿Mentía Baldwin? ¿Miente la ley ahora?

Pregunta que, obvio, va sobre el anómalo proceder de misiá C. y de su séquito de primas, sobrinos, hijos y demás ‘colaboradores’… pero, para cometer desmanes, no para convivir en paz, ni para respetar una casa que se les brindó y que ellos no supieron apreciar. ‘Ese señor me puede decir hasta mico, mami’, dice ahora de su hijo misiá C. Y yo ni ‘mico’ le digo. Más bien pueden preguntarle sobre las tantas veces que lo aconsejé sobre muchas cosas, incluso para que el ejército le reconozca su pensión por invalidez, o por lo que haya salido del ejército; sobre no meterse con las mujeres y menos darles con objetos contundentes y con groserías ídem; que, por último, procure no consumir tanta droga psiquiátrica ni bareta porque con eso sólo consigue ser dependiente y muy agresivo. Pero, misiá C., con tal de echar su porquería a los demás, parece tener sólo un familiar cercano… por su chipoltrufia o la capacidad de decir tanta boludez junta: el chapulín. Con el veneno adicional de la calumnia.

‘No fui por eso, a revirar el señor’, dice misiá C. ¿Alguien entendió? Lo único por lo que quizás se le podría entender es porque alude a la negativa del policía, Tte. o lo que sea que diga, a atender mi queja. Por ello traigo a colación el Art. 23 de la Constitución: ‘Toda persona tiene derecho a presentar peticiones respetuosas a las autoridades por motivos de interés general o particular y a obtener pronta solución’. Además, el Art. 15 dice algo clave con respecto a la función del Estado, y en este caso a la policía por ser su representante: ‘Todas las personas tienen derecho a su intimidad personal y familiar y a su buen nombre, y el Estado debe respetarlos y hacerlos respetar’. Lo que en ninguno de los dos casos pasa ni de sobrevuelo por la cabeza de misiá C. ni mucho menos ahora que ella lanza al agua a la autoridad que hoy le da la mano en contra nuestra, cuando debería actuar, apenas, en derecho.

‘Si le llega a pasar algo por allá, nosotros no vamos a interceder por él’, dice misiá C. hablando por la policía, cosa grave, por lo que de contera anuncia, a ojo de buen cubero, la posibilidad de un ‘falso positivo’ judicial en contra mía. Y eso le corresponde desentrañarlo a la misma autoridad incriminada, porque quien nada debe nada teme, dice otro primo, en este caso, de Perogrullo, no de misiá C. En todo caso, hasta aquí, su lengua es más larga que la de Mick Jagger en la famosa calcomanía, ¿verdad? ‘Nosotros’, dice misiá C. por la policía ‘no íbamos a llevar preso al muchacho’, que me agredió el día 9.jun.2023. Y termina haciendo una confesión de parte, cuando dice ‘don Luis Carlos ya no dice groserías’, y ¿acaso antes decía? Y ‘ya no hago regueros’ frente al garaje, claro, lo que indica que antes sí los hacía, pero nunca los limpió como debe ser, sino que deja todo por ahí al garete. Ahora sí le dio por no venir al garaje a cada rato a golpear la puerta y a seguir sintiéndose dueña de casa.

'Porque Marthica me dice que ella a veces no duerme…’ Explicación no pedida, confesión manifiesta. Parte de mis reclamos a misiá, mucho tiempo, fue por hacerse la pendeja cuando salía a la ventana a pedirle bajar al volumen de su tesitura chabacana porque no la dejaba dormir, necesitándolo, debido al exigente cuidado de su mamá. Sólo ahora, después de seis años, reconoce su abuso. En conclusión, esta no es sino la punta del iceberg de abusos, atropellos, descuido del garaje, inseguridad en el local: hoy respecto a Marthica, a Blanquita con su EPS y a mí con un potencial ‘delincuente’, para luego decir que ella no fue, que nunca hace nada, que es muy decente. Y que está muy cómoda… tanto, que al final de la charla del 30.jun, grabada en mi cel., le ofreció a Marthica más dinero, pero mi esposa le dijo que no, que entregara el garaje: la única salida que tiene. Porque al tratarse de procesos verbales sumarios el plazo es de sólo diez días, según dispone el Art. 391 del Cód. general del proceso.

Por último, sería muy útil conocer por qué los patrulleros Luis Ortiz y Jonathan Figueredo no actuaron en derecho, conforme a la Ley ni según dictan los Arts. 15/21/23 de la Carta. La única respuesta que podría adelantarse es que ya antes tuvieron que ver con procedimientos irregulares en el burdel/‘casa de moda’ del que hablaba misiá C., lo cual explica al paso su conducta con respecto a mi petición para ponerla a ella y a su apócrifo sobrino en cintura, detenerlos, y obligarlos a responder por su complicidad criminal. En un hecho que, por fortuna, no salió como la pícara parejita esperaba. Cuando Figueredo quiso ‘invitarme a hablar’ con misiá C. le dije que no, que muchas gracias, acordándome de M. Twain: ‘Nunca discutas con un ignorante, te hará descender a su nivel y ahí te ganará por experiencia’. Hoy, la experiencia me dice que tenía razón y que ahora sólo queda esperar que la justicia, esa criatura que vive en un piso adonde la ley no llega, acuda en derecho y obligue a misiá Calumnia a restituir el garaje, hoy deteriorado, y se marche por el nuevo uso que ahora tendrá.

Notas y enlaces:

(1) https://www.youtube.com/watch?v=4WSFAD4RFMo

https://www.las2orillas.co/cuento-el-paraquito-urbano/

(2) Esta fue la carta que deslicé bajo la entrada al edificio.

Bogotá, 20 diciembre 2016

Señores Residentes

Edificio Carrera 25 No 41-65

REF.: Texto dirigido a HÉCTOR RAMÍREZ

El 12 mayo 2016 fui abordado, para no decir asaltado, por el ciudadano Héctor Ramírez, residente en este edificio. Mi intención aquí no es otra que informar a los habitantes de este espacio sobre el comportamiento agresivo y punible del citado personaje, conmigo, para que no vayan a ser objeto, jamás, de sus calumnias. Me explico: ese día, cuando regresaba con mi esposa hacia la casa, al pasar por su lado, HR me gritó, varias veces, ‘rata’. Como no lo soy, pero insistía, le pregunté qué le pasaba, con la ayuda de algunos adjetivos que él ya conocía. Me respondió que yo le había robado ‘pilas de libros’, cuando vivía por allá en Cedritos, en la casa de su mujer, ya fallecida. No tengo en mi poder, ni cogí jamás, de forma abusiva un libro suyo: el único libro, como se lo dije, que él me prestó, la biografía de Durruti, por Abel Paz, se la devolví, como él tácitamente asintió. Como el ardid no le funcionó, pasó a decir que yo era un ‘mantenido’. Lo que me hizo pensar en algo personal que él proyectaba en mí, porque soy profesor, cubro mis gastos, tengo mi propia cuenta, escribo en medios nacionales e internacionales, en fin, no tengo deudas ni llevo la vida de desocupado como él, actor de un solo filme (en el que fue jíbaro) y ‘cuentero’ en La Perola, de la U. N., esto último hace muchos años. Además, brevemente, a HR lo había dejado de ver hacía más o menos 15 años y desde que él vive aquí, en este edificio, nos encontramos muchas veces y jamás musitó ofensa alguna contra mí, ni siquiera una noche, en la tienda de Joaquín, adonde entró borracho, a murmurar incoherencias. ¿Por qué ahora, sí? Y, ¿por qué pasó tan rápido de ladrón a mantenido? La única razón, si la hubiera, que aquí cabe es que el alcohol y la marihuana le han afectado el cerebro y recuerda lo que le conviene y olvida lo que no… Cuando intenté aclarar el asunto y me acerqué a él para decirle que no olvidara que “la memoria es el único tribunal incorruptible”, su arrogancia tuvo como respuesta un fuerte bofetón mío: porque a los cobardes no se les debe pegar con el puño cerrado, ya que puede uno terminar saliendo a deberles, sino con la mano abierta para que sientan vergüenza al ser responsables de hechos punibles: injuria y calumnia. Hace pocos días fui a la Estación de la 40 con 13 y notifiqué a un comandante el incidente. Como entiendo que la Policía anda muy ocupada en cosas más importantes, jejeje, llamo ahora la atención de Ustedes para que, reitero, ojalá no sean depositarios de la mala leche de un ciudadano que no tiene el menor reparo para asaltar a otra persona y lanzarle epítetos propios de gente miserable que intenta volcar su miseria sobre los demás, sin pensar en los hechos ni en las consecuencias que ello pueda acarrear. Debo contar que no volví a su casa (bueno, la de su mujer) porque un día que pasé a saludarlo, me presentó a un abogado del Cartel de Cali. ¡Feliz Navidad para todos!

(3) https://www.metrocuadrado.com/noticias/guia-de-arriendo/como-terminar-un-contrato-de-arrendamiento-y-tener-la-restitucion-del-inmueble-1824/

* (Bogotá, Colombia, 1957) Padre de Santiago & Valentina. Escritor, periodista, crítico literario, de cine, de jazz, catedrático, conferencista, corrector de estilo, traductor y, por encima de todo, lector. Colaborador de El Magazín de EE, desde 5.jun. 2012; columnista, 23.mar.2018. Su libro Ocho minutos y otros cuentos, Colección 50 libros de Cuento Colombiano Contemporáneo, fue lanzado en la XXX FILBO (Pijao, 2017). Mención de Honor por MLK: Todo cambio personal/interior hace progresar al mundo, en el XV Premio Int. de Ensayo Pensar a Contracorriente, La Habana, Cuba (2018). Siete ensayos sobre los imperialismos – Literatura y biopolítica, en coautoría con Luís E. Soares, UFES, Vitória (Edufes, 2020). El libro El estatuto (contra)colonial de la Humanidad, producto del III Congreso Int. Literatura y Revolución, con su ensayo sobre MZO y Changó, el gran putas, UFES, 20/feb/2021. Invitado por UFES al Congreso Literatura, Soberanía Nacional y Multipolaridad (ago/nov 2023). Autor, traductor y coautor, con Luis E. Soares, en portal Rebelión, Magazín EE y Las2Orillas. E-mail: [email protected]

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