Los jóvenes sí se interesan por la política

Los jóvenes sí se interesan por la política

"Ellos conocen las injusticias, comentan las desigualdades y, sobre todo, reconocen la apatía de los gobernantes hacia ellos"

Por: Nury Astrid Gómez Serna
mayo 10, 2021
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Los jóvenes sí se interesan por la política
Foto: Las2orillas

La participación de los jóvenes en la política colombiana tiene antecedentes desde la mitad del siglo pasado. La movilización memorable de la “séptima papeleta”, en el plebiscito previo a la Asamblea Nacional Constituyente, fue una propuesta que surgió a partir de un movimiento estudiantil ante las elecciones del 11 de marzo de 1990. A través de reuniones efectuadas por jóvenes líderes quienes, preocupados por la situación de su país, buscaban alternativas de solución a la crisis de violencia por el accionar de los participantes en el conflicto armado.  La historia cuenta otros hechos y diversidad de manifestaciones en los siguientes cincuenta años, pese a la presencia de “enemigos únicos”, enmarcados en prácticas delictivas y revolucionarias: guerrillas, paramilitarismo, autodefensas, carteles del narcotráfico, bandas criminales, entre otras formas para la obtención de poder territorial, rutas de tránsito para tráfico y los recursos.

¿Siempre han sido los jóvenes los que marchan? Un cambio requiere que haya una manifestación real de inconformidad: unos actores dispuestos a hacerlo y una voluntad más que política de quienes ejercen el poder. Protestar, pronunciarse, exigir, reclamar son acciones legítimas en una coyuntura de estallido social; y los protagonistas son, casi todos, menores de 25 años, esa generación que muchos creemos no informados ni interesados en la política. Pero sí están informados, tal vez con poca profundidad y desde sola una mirada. Los desinformados somos las otras generaciones, las más grandes, las que tenemos el poder ahora.

Para interpretar la información política los ciudadanos usan una amplia variedad de interpretaciones —atajos cognitivos— que reducen la resolución compleja de problemas a o valoraciones más simples. En 1974 Tversky y Kahneman identificaron cuatro principios heurísticos fundamentales —disponibilidad, representatividad, ajuste y simulación— que permite a los individuos centrarse sobre un conjunto limitado de información para tomar decisiones, más, que estar ocupados en un análisis detallado de todas la información disponible.

Considerando que la ciudadanía tiene poca información, ¿qué motiva a los jóvenes a la militancia social a través de un movimiento espontáneo? El tipo de militancia que esperan los centennials abarca un contenido ideológico, necesitan saber hacia dónde se dirigen, cual es el modelo de sociedad que construyen. Si no sabe hacia dónde va, difícilmente avanza, difícilmente colaboran y comparten con otros. Esta militancia también exige espacios de disidencia donde compartir y discutir todas estas cuestiones, donde aprender y fortalecer mutuamente en este trabajo pequeño y cotidiano (Zambrana, 2001). Hoy los jóvenes no saben a ciencia cierta qué quieren, pero sí están muy seguros de lo que no quieren; conocen las injusticias, comentan las desigualdades y, sobre todo, reconocen la apatía de los gobernantes hacia ellos.

Es evidente que para los jóvenes la política tiene una connotación negativa que puede explicar el por qué la política es una de las cuestiones menos trascendentes para ellos y ellas y se expresan a través de movimientos e incentivados por iguales: la política alcanza solo un 38% de importancia según el informe mirada desde la encuesta nacional de juventud (Colombia, 2021, pág. 32). Esta situación de interés político de los jóvenes no quiere decir que no les interese la política y lo político, sino que no están de acuerdo con los mecanismos tradicionales existentes y buscan otras maneras de expresión basado en narrativas de los movimientos sociales. La política es el factor más preocupante y uno de los menos importantes para los jóvenes, pero esto no implica que exista una desafección; por el contrario, la juventud tiene una visión propia de lo que consideran que está ligado a ella.

Ahora bien, ¿cómo se contagia la participación entre los jóvenes? Alguna respuesta la tiene la neurociencia: el cerebro logra una madurez a las 25 años (más o menos).  En el cerebro joven —centennials— las conexiones cerebrales son diferentes a las conexiones de los adultos: están más involucradas las emociones. Lo que distingue a los jóvenes de los adultos es específicamente la fuerza estructural y funcional de las conexiones entre determinadas partes del cerebro, por ejemplo, tomar una decisión requiere de una red neuronal conformada por los circuitos frontales y límbicos: la corteza frontal medial, orbitofrontal y dorsolateral, el estriado, la amígdala, los ganglios basales y el cíngulo anterior. Estas conexiones durante la juventud no logran una actividad integrada, eficiente y confiable: se toman más decisiones riesgosas en ambiente de estrés y la toma de riesgos crece cuando se está en compañía de otros.

En investigaciones profesionales se ha demostrado, a través de Resonancia Magnética Cerebral, fRMI, que el circuito del núcleo accumbens-corteza prefrontal en jóvenes presenta una activación significativamente mayor en presencia de amigos, lo que no pasa con los adultos. Se encontró también que los adolescentes tienen mayor probabilidad que los adultos de elegir pequeñas recompensas tempranas a grandes recompensas tardías. Se cree que “la motivación para preferir elecciones a corto plazo reflejaría un componente de la impulsividad adolescente: la tan conocida impaciencia. A esto se le suma que actúan sin pensar y buscan de manera intensa tener sensaciones gratificantes” (Torralva, 2019, pág. 52).

¿Son los jóvenes quienes corren más riesgos para marchar y expresarse políticamente? Pareciera que sí, pero seguirá siendo de esa manera: estrés de tomar decisiones, coctel de emociones y químicos cerebrales, efecto halo a través de redes sociales, simplificación de las actuaciones gubernamentales, efecto de grupo y una pasión para no parar hasta obtener lo que se quiere. No es un solo joven, es la JUVENTUD en mayúscula, nuestro ejemplo. Ojalá se organicen vocerías efectivas, simplifiquen las peticiones y todos los actores escuchen y respeten sus voces. Solo en ellos tenemos esperanza… hoy.

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