Los 23 gigantes de San Agustín que esperan regresar de Berlín a Colombia

Los 23 gigantes de San Agustín que esperan regresar de Berlín a Colombia

Hace un siglo un arqueólogo alemán las sacó por B/quilla y están arrumadas en el Museo de Etnología que las devolvería, pero ni MinCultura ni cancillería han podido

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junio 04, 2022
Los 23 gigantes de San Agustín que esperan regresar de Berlín a Colombia

Hace 5 años, en el 2017, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca ordenó que el estado colombiano se encargara de repatriar las por lo menos 23 piezas arqueológicas que un alemán había llevado en 1915 al museo de Etnología de Berlín. Los gigantes encontrados en San Agustín, un siglo antes, nunca fueron exhibidos.

Es más, estaban en un sótano de ese lugar sumidos en un profundo y oscuro limbo. Nadie del gobierno de Juan Manuel Santos, ni siquiera la ministra de cultura Mariana Garcés, hizo ninguna gestión para recuperar el tesoro perdido y eso que desde el propio Museo de Berlín habían dado el visto bueno. Se abría un nuevo capítulo en una historia que arrancó poco después que empezara la Primera Guerra Mundial.

En Berlín, siendo un jovencito, Konrad Theodor Preuss soñaba con los gigantes que alguna vez vio dibujados en una lámina por el geólogo italiano Agustín Codazzi en una región lejana, extraña, llamada San Agustín. Por eso se trazó una meta: ahorrar todo lo que pudiera para cruzar el mar y conocer este mundo inhóspito. Sólo a los 44 años lo consiguió.

En septiembre de 1913 llegó en un barco a Barranquilla. Una vez estuvo en esa ciudad, que era la entrada al país teniendo en cuenta la incipiente aviación, se embarcó por el Magdalena. En esa época los caimanes se asoleaban impetuosos, perezosos, con la boca abierta sobre los bancos de arena. Era inevitable no sentirse dentro de una novela de Conrad. En el viaje lo acompañaba un muchacho que conoció en Barranquilla, Telésforo Gonzalez, un joven que, según Vicente Silva, fue el hombre que lo acompañó en la travesía y que sirvió de “cocinero, arriero y baquiano”.

Las mulas y los peones, que le servirían para que, a punta de machete, abrieran trochas, los consiguió en Purificación, Tolima. Fueron 14 días los que tuvo que aguantar entre aguaceros, chinches, zancudos y enfermedades tropicales antes de llegar a Neiva que en esa época era un campamento de casas de techos de paja que aún luchaba para llegar a la modernidad. Pasaron una noche y luego siguiern camino por Hobo, Gigante, Altamira, Pitalito y San Agustín.

Las chozas se agolpaban en ramillete. Los pocos que vivían en ese calor asfixiante se habían acostumbrado a convivir con la historia. Lo primero que vio Preuss fueron tres gigantes apostados en el pasto hirviente. Las bases de la iglesia que habían levantado los pobladores eran restos de la cultura que alguna vez habitó San Agustín. Sabiendo que, si se adentraba un poco en el territorio conseguiría un descubrimiento arqueológico notable, alquiló una casa grande en pleno corazón de poblado, contrató personas y se puso a trabajar.

Tres meses después, aprovechando que estaban en la temporada donde no llovía, había encontrado 34 estatuas. Para hacer la exploración Konrad Theodor Preuss no necesitó permisos del gobierno colombiano. No quedó constancia ni de que hubiera ingresado al país. Por eso no tuvo problemas en embalar las estatuas con la firme intención de llevarlas a su país.

Según Vicente Silva se enviaron a lomo de mula y a hombros de indígena a pesar del peso insoportable de las estatuas. En perspectiva el traslado de estas ruinas arqueológicas fue una labor tan descomunal como la que hiciera otro alemán, Fitzcarraldo, cuando hizo subir por una montaña un barco para concretar el sueño de hacer de Manaos, en medio del Amazonas, la capital mundial de la Opera. Así que por el Magdalena llevaron los gigantes hasta Barranquilla y de ahí se fueron a Berlin. El peso de todo pudo haber sido de dos toneladas.

Todas las impresiones del viaje, del descubrimiento, las consignó Preuss en su libro Arte Monumental Prehistórico. No sólo fueron estas las piezas que se fueron del país ya que de otros lugares, como Uyumbe, Isnos y Laboyos salieron otras figuras para Europa.

En el museo de Berlín se han contado 237 elementos sacados de San Agustín. Otra vez Colombia había sido despojada de uno de sus tesoros milenarios. Uno de ellos fue el que le dio el presidente Carlos Holguín a su novia, la reina Maria Cristina de Hamburgo, quien recibió las 126 piezas que componen uno de los tesoros prehispánicos más importantes después del de Moctezuma y el de Atahualpa en Perú.

Ahora todos esos tesoros tienen vía libre para regresar. El próximo gobierno que arrancará este 7 de agosto, si se lo propone, podrá devolvérselos a un país cuya historia está empantanada. Las piezas de San Agustín, monumentales, poderosas, eternas, serían las primeras en volver.

 

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