La pregunta no es tanto: ¿por qué el individuo está distraído?, sino mejor: ¿por qué su atención está enfocada en unos contenidos muy concretos? ¿Y por qué esa atención en esos contenidos está haciendo colapsar al individuo? El problema no es la distracción, sino el diseño y manipulación de la atención misma.
La distracción que genera la hiperestimulación de los contenidos digitales es grave, porque impide que el individuo pueda concentrarse en sí mismo. Para poder crear un proyecto de vida superior, se requiere una alta intensidad de concentración. Pero la sociedad del espectáculo, que se fundamenta en la seducción a partir de la difusión e implementación de entretenimiento de baja calidad, impide dicha concentración. El individuo se distrae porque tiene su atención fragmentada, es decir: porque no se puede concentrar en aquello que es fundamental para la afirmación de la existencia.
Pero la atención fragmentada tiene otro problema, que es el de concentrar demasiado la atención en contenidos desde los que se ejerce una dominación integral (social, económica, afectiva y existencial). El problema no es la distracción, sino el concentrarse demasiado en aquello que no es importante.
Entonces, ¿en qué se concentra exageradamente el individuo? En los proyectos deseantes que se imponen desde el sistema integral regente. Al individuo se le diseñan: el inconsciente, el deseo, el pensar y los proyectos de vida algorítmicamente. Para esto es necesaria una administración total de la atención, para que sólo se enfoque en lograr esos objetivos. ¿Qué es lo que promueven continuamente los discursos “coach”? “Enfocarse”, “proyectarse”, “no distraerse”. Lo que hay es un exceso de concentración en la banalidad del consumo.
Desde esta perspectiva, una auténtica distracción de esos contenidos impuestos sería una acción de rebeldía. La verdadera transgresión consiste en concentrarse en aquello que es fundamental para la transformación integral y evolutiva de la existencia.
Para lo anterior se hace necesaria una “ecología” de la atención, que consiste en comprender la importancia del “medio” interno y externo para la creación de sí y del otro. ¿A qué nos referimos con “medio”? A todo lo que hace posible la creación de la consciencia de la existencia.
Por ejemplo: en el sistema regente actual hay unos medios o condiciones que hacen posible una “consciencia” de la optimización, que consiste en la afirmación del beneficio sin tener en cuenta las consecuencias. Es lo que pasa con las prácticas de “extracción”: se logra el producto sin tener en cuenta los daños a los ecosistemas.
Y esto mismo sucede en la dinámica existencia de los individuos: el individuo “extrae” de sí todo para lograr los parámetros que se le imponen, sin tener en cuenta las consecuencias afectivas que esta práctica tiene. Esa es una de las causas de la depresión, la ansiedad y la pérdida de sentido de la existencia: que el individuo se “explota” a sí mismo y crea un desequilibrio existencial.
Pero el problema es que el individuo no se da cuenta, porque, en efecto, su atención está completamente diseñada y manipulada. El individuo está superconcentrado en alcanzar los parámetros que se le imponen: belleza de la pulcritud, éxito económico y felicidad narcisista.
Una ecología de la atención consiste en destruir toda la estructura de la atención que se ha impuesto, y empezar a diseñar y crear un nuevo sistema de la atención que haga posible una existencia auténtica, plena y superior. Se debe cuestionar y transformar el discurso del “beneficio”, que no tiene en cuenta las consecuencias desastrosas para la existencia de los individuos, y empezar a construir un nuevo sentido desde el cual el individuo logre una consciencia de sí, pero en relación con la totalidad. Una auténtica creación de sí solo es posible en una relación afectiva con el otro.
Es necesaria una atención interna, que implique una concentración en el principio fundamental que hace posible la creación del sentido.
Referencia:
Citton, Yves (2014). Pour une écologie de l’attention, Seuil.
Chul Han, Byung (2014). Psicopolítica, Editorial Herder.
