Las bibliotecas públicas: un oasis en medio de la pandemia
Opinión

Las bibliotecas públicas: un oasis en medio de la pandemia

Es el momento de cerrar la brecha de acceso al conocimiento, de abrir las bibliotecas, de ampliar su red; algunos alcaldes los están haciendo, otros no dan prioridad a la lectura

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febrero 28, 2021
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Tal vez la consecuencia más compleja de la pandemia es el hecho de haberse aumentado la pobreza, y ampliado, sobre todo, la brecha en términos de acceso al conocimiento.

Los que van a “pagar el pato” en el largo plazo, son las comunidades vulnerables haciendo más evidente la desigualdad. Que Fecode se niegue a volver a las aulas es no conocer la realidad de los sectores más desfavorecidos de nuestra sociedad.

Un niño del estrato seis, cuenta con computador, tableta, celular de alta gama, conectividad eficiente, un espacio amplio e iluminado para realizar sus deberes y una biblioteca relativamente bien dotada en casa. Un niño de estrato uno o dos, vive en un espacio en condiciones de hacinamiento con tres o más hermanos, un solo celular para toda la familia con plan de datos limitado, sin computador o tableta y además sin conectividad.

Este era el momento propicio para que los centros culturales y bibliotecas públicas abrieran sus puertas y se convirtieran en un oasis y en la mejor opción de acceder al conocimiento para los menos favorecidos.

Existen infinidad de estudios donde se comprueban los múltiples beneficios del hábito de leer y uno de los más importantes es que las personas aprenden a dirimir sus conflictos de manera civilizada a través de la palabra, además de que es un factor de conocimiento y ayuda para cerrar brechas.

Esta alternativa la entendieron algunas administraciones locales; se destaca el trabajo del sistema de bibliotecas públicas de Medellín. La totalidad de su red se encuentra en funcionamiento y sus puertas están abiertas entre las 9 a. m. y las 7 p. m. y también atienden los sábados y domingos hasta las 4 p. m.; han desarrollado un sin número de contenidos digitales para época de pandemia.  Cuenta con un plan estratégico denominado Medellín ciudad lectora. Crearon un fondo editorial donde en asocio con las editoriales locales imprimen y distribuyen libros para las bibliotecas. Medellín destina 20.000 millones de pesos a las apuestas por el fortalecimiento de la lectura y el libro. Medellín es famosa por la dimensión y arquitectura de sus bibliotecas y siguen construyendo más. En marzo inauguran una nueva en el barrio popular de Lusitania. Además, desarrollan eventos de gran impacto tales como: feria popular días del libro, parada juvenil de la lectura, y la fiesta del libro y la cultura.

Bogotá también tiene su red de bibliotecas en pleno funcionamiento. En pandemia implementaron el servicio de préstamo a domicilio de sus colecciones, servicio gratuito para toda la ciudad. Cuentan como aliado estratégico para la operación de la red con Fundalectura una entidad de carácter privado con amplia experiencia. Invierten sumas significativas en adquisición de nuevos títulos para fortalecer las colecciones. Este año prevén comprar 25.600 nuevos libros, además de renovar diversas suscripciones pues también las revistas y los periódicos son vitales en la vida de las bibliotecas. Cuentan así mismo con un plan estratégico de lectura denominado Leer para la Vida.

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La Secretaría de Cultura de Cali solo ha abierto 23 bibliotecas y planea abrir 20 más en marzo, las restantes ni siquiera tienen fecha cierta de apertura. ¡Inconcebible!

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Cali contrasta con este panorama. La red de bibliotecas de la ciudad ha sido muy importante. Cuenta con 61 espacios ubicados muchos de ellos en los sectores más populares de la urbe y 3 biblio estaciones. Es una de las redes más grandes del país. Los bibliotecarios y el equipo de la red son personas comprometidas y trabajadoras. Sin embargo, a la fecha, la Secretaría de Cultura solo ha abierto 23 bibliotecas y planea abrir 20 más en marzo. Las restantes ni siquiera tiene fecha cierta de apertura. ¡Inconcebible! El único libro que se compró en el año anterior fue un libro de lujo “Jovita o la biografía de las ilusiones” y supuestamente este año se planea adquirir 6.000 nuevos libros. Solamente cuentan con un presupuesto de 7.000 millones de pesos. En definitiva, la lectura no es una prioridad para la administración.

Bibliotec, una iniciativa donde un grupo de empresarios vallecaucanos liderados por don Alfredo Carvajal, comprometidos con la importancia de leer, donaron cada año recursos importantes para el fortalecimiento de la red de bibliotecas. Gestionaron las bibliotecas para el distrito con mucho éxito. Ahora, anuncia la administración que en marzo colgarán los pliegos para escoger nuevo operador a través de concurso. Estaremos vigilantes.

Esperanzador es saber que existen bibliotecarios como Jorge Iván Durán de la biblioteca del Tecnocentro Somos Pacífico, una de las que está operando. Niños de Potrero Grande acuden a utilizar los computadores, y hacen parte del club de lectura y del cine foro. Si quienes tienen a cargo las decisiones sobre este programa asistieran a ver la felicidad de estos niños, seguramente abrirían de inmediato todas las bibliotecas y gestionarían un buen plan de lectura y escritura para Cali.

El hábito de leer lo que propicia es que los seres humanos seamos más felices

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