Carlos Fernando Galán no duerme bien. Hay cifras que incomodan y que no dejan de rondar en la cabeza del mandatario: Las cifras dejan de ser solo números cuando se ponen en contexto de una de las tantas crisis que se viven en Bogotá, la capital de más de 10 millones de habitantes. Las EPS le deben a los hospitales de Bogotá, 1.3 billones, dinero que urge para operar cuando su ocupación está al borde del 100%.

Estas cifras también hablan de hospitales sin insumos, de camillas ocupadas, de filas de pacientes esperando. Números que persiguen a quienes acompañan a Galán a administrar la ciudad como espectros de un sistema que amenaza con colapsar.
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El alcalde de Bogotá no es un profeta del desastre, intenta no mencionar la palabra crisis pero los datos lo sitúan al borde de una sin salida. El sistema de salud de la ciudad está en la cuerda floja. Las EPS le deben a los hospitales de la ciudad muchos millones de pesos. Los hospitales esperan un dinero que lleva muchos años sin llegar y, en medio de la maraña de cifras y de acuerdos de pagos incumplidos, los pacientes se amontonan en los pasillos.
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Las deudas crecen con la misma velocidad con la que crece el desespero: entre 2024 y 2025, las EPS del régimen subsidiado les aumentaron la deuda a los hospitales en un 40%, pasando de $185.752 millones a $259.257 millones. En el régimen contributivo no es diferente, las deudas aumentaron un 39% y actualmente está en $112.262 millones. Si los hospitales fueran negocios comunes, ya habrían cerrado sus puertas. Pero no pueden darse ese lujo.
Hay nombres propios detrás del desastre. Famisanar, Nueva EPS, Sanitas. Estas tres gigantes de la salud, todas ellas intervenidas, son las que acumulan las mayores deudas con la ciudad. Hay también varios protagonistas detrás de esta debacle, como Joseba Mikel Jiménez, el español detrás de la EPS Sanitas, que hace parte de su grupo empresarial Keralty, del que es su mayor accionista.
Por su parte Famisanar le pertenece a la caja de compensación familiar CAFAM y la caja colombiana de subsidio familiar COLSUBSIDIO, de quien el representante legal es Jairo Antonio Moreno Molsalve.

La otra, la más gigante por número de afiliados, la Nueva EPS es una entidad, público-privada cuyos accionistas son: el Ministerio de Hacienda, Colsubsidio, Cafam, Compensar, la compañía de seguros Positiva, Comfenalco Valle, Comfenalco Antioquia y Comfacundi la caja de compensación de Cundinamarca.
La situación es tal que incluso Capital Salud, la EPS del Distrito, tuvo que ser rescatada con una inyección de $92.000 millones por parte de la Secretaría de Salud. Aun así, la ADRES le debe $67.170 millones por presupuestos máximos, dejando a la administración local en una carrera constante para mantener a flote su propia entidad.

En un debate que se realizó en abril de 2024 en el Concejo de Bogotá en cabeza del concejal Fernando López del partido nuevo liberalismo, el cabildante denunció que las EPS le deben a las Subredes de salud de la ciudad 1.3 billones de pesos.
Este negativo panorama tiene en jaque el sistema distrital de salud porque según dijo el Secretario de Salud de Bogotá Gerson Bermont, el promedio de remisiones desde otras regiones del país hacia Bogotá se ha duplicado teniendo en cuenta que anteriormente estaban entre un 7 y 8% y hoy están entre el 10 y 15% e incluso ha habido remisiones de ciudades como Medellín y Cali lo cual tiene con los pelos de punta a las autoridades de salud porque todo esto está colapsando el sistema.
Mientras tanto, en los hospitales, las camas se llenan. Pacientes llegan desde Medellín, desde Cali, desde los llanos, desde donde ya no encuentran atención en sus propias ciudades. Antes eran el 7%, el 8% de los ingresos hospitalarios de la capital; ahora son el 15%. Un alud de enfermos que Bogotá no sabe cómo contener.
Las camas hoy están ocupadas en un 98%. Falta nada para el desborde. La crisis tiene al alcalde preocupado, así lo ha dicho. Las vidas en los hospitales de Bogotá también son víctimas de la deuda que solo saber crecer.