La virgen de la Candelaria resultó terrateniente: es la dueña de un pueblo en Santander

La virgen de la Candelaria resultó terrateniente: es la dueña de un pueblo en Santander

Más de 100 lotes de Suaita están escriturados a su nombre en escritura pública desde 1810 después de que una epidemia acabara con el viejo pueblo

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octubre 07, 2017
La virgen de la Candelaria resultó terrateniente: es la dueña de un pueblo en Santander

“En este pueblo la gente no es dueña del suelo en el que vive. Acá la virgen es la que aparece como propietaria de los lotes”, afirma con toda naturalidad Pedro Rodríguez mientras espera sentado en el parque a que sea mediodía. Desde hace más de 200 años la patrona de Suaita, un pequeño pueblo santandereano ubicado en la provincia comunera, es quien aparece en las escrituras como la verdadera propietaria de la tierra.

En 1810, tan solo un mes antes del grito de independencia, Suaita fue atacado por una epidemia que mató más de la mitad de la población. Entre la agitación social que se estaba viviendo en ese momento, corrió el rumor por el pueblo de que algo malo iba a suceder. Se dice que fue una mujer en el mercado central quien vaticinó la tragedia, cuando les dijo a las personas que se había despertado con un mal presentimiento. Por otro lado, los hacendados criollos creían que una revuelta era lo que se les venía. Así, entre las calles del pueblo viejo de Suaita, creció la incertidumbre. Se fueron y prefirieron dejar sus casas antes de tener que asumir la desgracia que caería sobre ellos. Entre carretas y animales se vio un éxodo de personas impulsadas por el miedo. Sin embargo, no todos estaban dispuestos a dejar su tierra.

El pueblo viejo de Suaita estaba ubicado a las orillas del río Huertas cuando la epidemia acabó con el lugar. Pero el 14 de junio 1810 Juan Crisóstomo de Echeverría, uno de los hacendados más grandes de la región, donó gran parte de sus tierras para reconstruir el pueblo. Según la escritura de donación pública que se encuentra en la Notaría primera de Vélez, el terreno que entregó Echeverría va “del paso de la quebrada, camino que se lleva de esta Parroquia para Lenguaruco, tomando la serita de la loma que cae a dicho paso, ella arriba hasta mirar en derechura al camino hasta un alto, frente de una casita, a la Quebrada que deslinda con Quadras de la Virgen cogiendo agua abajo a dar con el primer lindero; y linda con el pie con Tierra de San Bartolomé; por un costado con Tierras del Bosque; por Cabicera con Tierras de los Rodríguez, y por el otro costado con Tierras de la Virgen, el cual le dona con todas sus dentradas y salidas, usos, costumbres y Fervidumbres que tiene y por derecho le pueden pertenecer”.

Solo una condición puso Echeverría para que el trato se cerrara: la donación se la iba a hacer a la Virgen de La Candelaria, patrona de los suaitanos, como un gesto de redención para que ninguna otra desgracia volviera a caer sobre las tierras santandereanas. “La parroquia asumió como representante legal de la virgen, y de ahí pa’ lante es lo que ya todos saben”, termina de decir Pedro Rodríguez.

Foto de: Julián Gabriel Parra De Moya

Después de la donación, la parroquia de Suaita entregó los lotes a los pobladores que se trasladaron algunos kilómetros para reubicarse. Camilo Valenzuela, el cura del pueblo, impuso un arriendo anual de 40 centavos para que las personas pudieran construir y usar el lote libremente. Desde entonces, nadie en Suaita es dueño del suelo.

La situación ha generado todo tipo de problemas para la administración local. A la gente no le pertenece la tierra, pero sí es dueña de la casa construida sobre el lote. Por esta razón, la alcaldía cobra un doble impuesto, sin embargo, las personas no quieren pagar y la respuesta más común es “que venga y pague la virgen”. Desde 2008 se ha querido resolver este problema, pues, como asegura Heber Suárez, actual alcalde de Suaita, todo el mundo ha pagado puntualmente el impuesto de la mejora, es decir, la construcción de las casas, pero nadie sabía que tenía una deuda en el impuesto de la tierra. Aunque se han logrado unificar los impuestos en algunos casos, es un proceso largo que los abogados de la alcaldía todavía están mirando cómo darle la vuelta. Incluso el mismo Suárez tiene este problema. “Yo vivo en la casa familiar que queda a una cuadra del parque. El dueño es mi padre y yo sé que la casa es nuestra, pero el lote no”.

Foto de: Julián Gabriel Parra De Moya

La estación de policía, la registraduría e incluso el edificio antiguo de la alcaldía en el pueblo tienen el mismo problema. Según los datos que han recogido, actualmente existen 116 lotes a nombre de la Virgen de la Candelaria. La parroquia, por su parte, ha querido arreglar el problema vendiéndole el lote a la gente. “Ahí nosotros no tenemos nada que hacer porque se hace entre dos figuras privadas”, dice el Alcalde Suárez. Las personas van y hablan con el párroco y piden que les venda. “La transacción se puede hacer sin ningún problema, además, la plata que termina pagando la gente es mucho más simbólica que lo que realmente puede costar el lote”. Sin embargo, la escritura de donación pública en la que se registra el traspaso de las tierras de Don Juan Crisóstomo de Echeverría prohíbe que la Iglesia se lucre o venda la tierra de la Virgen, y si eso llega a suceder, la tierra debe volver a manos de los herederos de Echeverría. “De ninguna suerte se puede vender, trocar, ni enajenar dicha tierra, sino que debe perpetuarse, para que su producto o redito seda en beneficio y culto de nuestra Señora, y que si lo contrario se hiciera de cualquier modo que se verifique, por el mismo hecho sea revocada esta Donación (…)”.

La Virgen de la Candelaria no es un ser material, pero es la mayor terrateniente en Suaita. El pueblo se mueve entre montañas y desde ahí los ojos de cemento del ícono vigila impasible, no las almas de sus lugareños que igual la tienen perdida, sino sus predios, aquellos que le pertenecen hace más de 200 años.

 

Escritura pública:

 

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