La soledad de Timochenko

La soledad de Timochenko

El último comandante de 8 mil guerrilleros regresó al Quindío a una sencilla finca en La Tebaida donde vive con Yudi, el pequeño Joan Rodrigo y el perrito Winnie 

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septiembre 04, 2022
La soledad de Timochenko

El 7 de agosto de 2022 nadie se percató que Rodrigo Londoño llegaba como invitado especial a la posesión presidencial de Gustavo Petro. Parecía que hubieran pasado siglos desde ese 24 de noviembre de 2016 cuando en el Teatro Colón de Bogotá el excomandante de las Farc le ponía con su firma junto a la del entonces presidente Juan Manuel Santos punto final a cinco décadas de guerra. Seis años después llegaba a la Plaza de Bolívar como un ciudadano de a pie, con un traje café y una boina de viejo militante que hacía fila junto a su compañero de luchas, Pastor Alape. Ningún periodista se le acercó a entrevistarlo, atrás habían quedado los días en que generaba noticia con desafiantes mensajes como su celebré "Así no es, Santos", leído desde las selvas de Caño Indio, el lugar en el Catatumbo del que partió hacia La Habana para no regresar a las armas.

A Rodrigo Londoño ya no le gusta que lo llamen Timochenko, el alias que escogió cuando entró a las Farc poco antes de cumplir 18 años. En la Tebaida, el pueblo del Quindío en el que nació hace 63 años, conoció el hambre de los jornaleros acosados por los dueños de la tierra. Cercano a Manuel Marulanda Vélez escuchó de su boca los inicios de una guerrilla campesina que se alzó en armas contra las oligarquías y se rebeló contra el asesinato del líder Jorge Eliécer Gaitán. Timochenko terminó de comandante por un golpe de suerte, porque le tocaba en la jerarquía militar tras la caída de Alfonso Cano, el comandante que empezó la negociación de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos.

Su salud lo llevó a desistir de aspiración presidencial en 2018, quedándose sin juego en el Congreso también

Una afección cardíaca que lo llevó a someterse a una cirugía de corazón abierta, muy recién firmada la paz empezando el 2018, lo alejó de la posibilidad de ser candidato presidencial y luego desistió de ocupar una de las curules que le correspondía a los desmovilizados de las Farc como parte del Acuerdo. Prefirió asumir el rol de presidente del Partido Comunes y rehacer su vida en el plano personal. Se ennovio con una joven guerrillera, tuvieron un hijo y se dedicó a la vida familiar. Sus condiciones de salud forzaron pronto su salida de Bogotá y vivió en un comienzo en Silvania, cerca de Bogotá, pero hace un año se trasladó a la zona cafetera, La Tebaida, donde arrendó una finca sencilla en un predio de una hectárea.

Sino fuera por las cinco camionetas Prados que permanece en la entrada y los diez escoltas se confundiría con la casa de cualquier campesino quindiano: flores y plantas arrumadas frente a la puerta que hacen juego con las ventanas café que el mismo pintó de verde y amarillo. Timo vive austeramente con recursos que recibe por su trabajo en el partido y desistió de comprar una vivienda, prefiere pagar mensualmente arriendo.

Conoció a Johanna Castro, alias Yudi, una joven guerrillera treinta años menor que él, en la Décima Conferencia de las Farc en los Llanos del Yarí, la última de la guerrilla en armas, que pasó de ser un evento político a una gran fiesta en la estuvieron en tarima orquestas y grupos vallenatos animando el baile de 1.500 guerrilleros y muchos periodistas que llegaron de distintos lugares cuando las Farc y su entrega de armas causaban sensación.

Se conocieron en la Décima Conferencia de las Farc en los Llanos del Yari. Fue la última de la guerrilla

La convivencia con Yudi empezó pronto y compartieron la dura derrota del Plebiscito, luego lo acompañó en su recuperación de su afección cardiaca que le fue atendida en la clínica Shaio de Bogotá. Cumplió con el sueño de darle un hijo a Timochenko y se trasladó con él a La Tebaida desde donde estudia a la distancia Administración de Empresas. Su condición de salud lo forzó a vivir tranquilamente, con dieta regulada y construyó un gimnasio en la finquita que usa todos los días sudando encima de la caminadora, la bicicleta fija o alzando pesas.

Winnie, el compañero fiel al que Timochenko no desampara

Timochenko visita regiones y se reúne con excombatientes, su mayor preocupación son los reinsertados. Trabaja desde el Quindío y está siempre los viernes en Bogotá para presidir las reuniones del partido en la sede de la calle 39 con 19. Se ha distanciado de Pablo Catatumbo y Julián Gallo, una relación fracturada por las pujas dentro de Comunes. Se hospeda en un hotel en el centro del que se mueve solo para comprarle regalos al pequeño Joan Rodrigo a quien ya no le caben en su habitación pintada de azul.

Disfruta como nadie a este, su segundo hijo, que tuvo lejos de las preocupaciones de la guerra, mientras que su hija mayor vive exiliada en España con tres hijos. Poco sociable, de vez en cuando visita a sus parientes, unos pocos primos y tíos que le quedaron y viven cerca a la Tebaida. El preferido es su sobrino Víctor, un abogado que ronda los cuarenta años y vive en Armenia.

La tranquilidad del fin de la guerra le devolvió uno de los placeres que tuvo desde niño, la lectura y el cine arte. No le gusta la programación de la televisión nacional y prefiere Netflix para escoger las series o programas que le interesan mientras crece su adicción a internet.

El 2 de enero de 2023 la Asamblea Nacional de Comunes definirá si Rodrigo Londoño, que desistió de la participación electoral continúa, o no, en la presidencia del partido Comunes, el único lugar que se mantiene vigente en la política. Igual prefiere la soledad de su vida en La Tebaida.

 

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