La resurrección del estadio Romelio Martínez, el viejo coloso de Barranquilla

La resurrección del estadio Romelio Martínez, el viejo coloso de Barranquilla

Después de 30 años no ver un partido del Junior, el alcalde Alex Char espera que el Tiburón celebra allí la estrella 9 en el 2018. Este es el plan

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agosto 06, 2017
La resurrección del estadio Romelio Martínez, el viejo coloso de Barranquilla

Cuando los sesenta vendedores de artesanías que se apostaban en los estadios  Romelio Martínez y  Elías Chegwin  se enteraron, de boca de la alcaldesa Elsa Noguera a finales del 2015 que los estadios iban a ser remodelados para los Juegos Centro Americanos y del Caribe del 2018, lo tomaron como la peor noticia. Se resistieron. No creían que se les iba a hacer una galería especial dentro del estadio para que ellos pudieran seguir vendiendo sus obras. En noviembre del 2016 los reubicaron en la plaza de los músicos, debajo de la imponente estatua del Joe Arroyo. La preocupación creció aún más. En el primer mes las vetan bajaron un 90%. El alcalde Alejandro Char les pidió paciencia, la ciudad recuperaría, con la obra diseñada por el reconocido arquitecto barranquillero Giancarlo Mazzanti, a un viejo coloso. Los vendedores creyeron y resistieron.

La primera piedra del Romelio Martínez se puso en 1932 como la obra magna de los Juegos Atléticos Nacionales que recibiría Barranquilla en 1935. Su capacidad era de 10 mil espectadores y su estilo arquitectónico Art Decó fue orgullo de la ciudad por décadas. Allí celebraron las fiestas más estruendosas del Carnaval de Barranquilla hasta 1948 cuando empieza el fútbol profesional colombiano y empieza a ser sede del Junior. La incontrolable fiebre que despertó el equipo hizo de Barranquilla la plaza futbolera más importante del país hasta el punto que la Selección jugaría las eliminatorias para el mundial de 1966 en ese lugar. Cuatro años después empezaron las reformas para su ampliación. Un error arquitectónico obligó a reducir la calle 72, aledaña al estadio, para concluir las obras. A esa tribuna Edgar Perea, el narrador más emblemático que ha tenido el Atlético Junior, la llamó “La tribuna de la vergüenza”.

El estadio se inauguró en 1932 en los Juegos Nacionales de Barranquilla y en 1977 el Junior celebró la primera estrella

El Romelio es uno de los orgullos de la ciudad. Allí el Junior ganó en 1977 su primer título y jugó, en 1971, su primera Copa Libertadores. En 1986 se cerró para el futbol profesional cuando terminaron de construir el monumental estadio Metropolitano en las afueras de la ciudad. El gigante durmió durante tres décadas hasta que al final de la alcaldía de Elsa Noguera, en noviembre del 2015, Giancarlo Mazzanti presentó la maqueta con el rostro que tendrá en los Juegos Centro Americanos

La remodelación del estadio fue proyectada por el arquitecto Giancarlo Mazzanti no tiene ningún cerramientos y está completamente integrado a la ciudad

El nuevo Romelio será el estadio más moderno de Colombia. Tendrá capacidad para 12 000 espectadores, silletería numerada, palcos, zonas vip, camerinos de última generación y cabinas de radio. Será un estadio inteligente con cobertura completa de wifi, que también tendrá la recuperación de todos sus alrededores. La obra costará 28.065 millones de pesos. En algún momento pensaron en meterle al estadio cancha sintética pero esta propuesta cambió pensando en las altas temperaturas que hacen en Barranquilla. Ahora se sembrará un tipo de grama especial.

El diseño de Mazzanti permite que la estructura de las graderías forma los módulos para que los vendedores se ubiquen en esa galería mejorando su sitio de trabajo en aspectos de iluminación, seguridad y ventilación. Esa parte de la ciudad se verá estéticamente impecable y será además el cumbiodromo en donde estallarán los carnavales de Barranquilla.

En menos de seis meses las obras estarán concluidas. Los 60 vendedores, quienes fueron los únicos que protestaron por las obras, están esperanzados: el nuevo Romelio Martínez mejorará sus vidas, sus trabajos, pero quienes más lo van a disfrutar son los barranquilleros. El alcalde Char visita la obra periódicamente para asegurar que los contratistas no se cuelguen. Espera recibir el Romelio a punto en enero del 2018 para que el carnaval sea la primera gran fiesta en la que los pacientes vendedores compensen la espera y los barranquilleros celebren el recuentro con su nostalgia renovada.

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