La madre del cordero
Opinión

La madre del cordero

¿Cuál es la agenda real del gobierno Petro, cuyo contenido tiene en ascuas a los colombianos?

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octubre 18, 2022
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¿Cuál es la agenda real del gobierno Petro, cuyo contenido tiene en ascuas a los colombianos? Porque todos, quienes votaron por él, quienes lo hicieron en contra y ese casi medio país que se abstiene secularmente, se preguntan cuáles van a ser las reformas prioritarias que van a inspirar las políticas públicas, en medio de tanta agitación sobre tantos temas y ante el hecho de que hasta ahora ninguna se ha concretado en leyes.

Se puede ensayar una corta lista de prioridades, entre el denso humo que produce el choque entre quienes anuncian el nacimiento de un país mejor y los muchos profetas de desastres, temerosos de los efectos de los cambios propuestos, especialmente sobre sus bolsillos. Probado está que el temor a los cambios y a las cucarachas está más que arraigado en el cerebro humano.

Lo primero y más importante, es la búsqueda de una sociedad más equitativa y con mayores niveles de bienestar. La Colombia Humana, para usar el eslogan oficial. Lo segundo, la Paz Total, que es garantizar el monopolio de las armas en manos del Estado. Lo tercero, la protección del medio ambiente, con todo lo que implica sobre el control de actividades contaminantes y la conversión energética. Lo cuarto, el fortalecimiento de la actividad empresarial privada como generadora de empleo. Y finalmente, para hacer de verdad corta la lista, relaciones internacionales francas y realistas con el resto del mundo.

La lista sirve para poner algunas cosas en su lugar. Pero para ir por partes, hablemos solo del primer punto (y otro día de cada uno de los demás). La reforma tributaria, que tantas ronchas produce, es solo uno de varios instrumentos para ayudar a construir una sociedad más equitativa, de modo que quienes más ganen aporten más a la financiación de los subsidios de quienes los necesiten, para obtener un mínimo vital digno. Lo cual hay que hacer sin quebrar a los primeros y sin volver los subsidios permanentes. El mayor impuesto no debe desestimular la inversión ni crear una sociedad ociosa. Un subsidio social, salvo casos muy excepcionales, como el de los ancianos, debe estar orientado a habilitar a la gente para que eventualmente deje de recibirlo. Y que el proceso de transferencia no se vuelva una pesadilla administrativa. No hay que olvidar que una sociedad más equitativa es el resultado de una economía productiva y solidaria.

El ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, serio y por encima de toda sospecha como es, ha dicho dos cosas: que no son ciertas las cifras que presentan los gremios empresariales sobre el alto nivel real de tributación de las empresas, que en realidad ronda el 30 %, al cual le suman costos que no son impuestos y no le  restan las exenciones; y que no hay ninguna razón para que ahora cuando hay ganancias extraordinarias en el sector de hidrocarburos, no haya una tasa impositiva extraordinaria (windfall tax). Así que la calentura no está en esas sábanas.

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La reforma tributaria, que tantas ronchas produce, es solo uno de varios instrumentos para ayudar a construir una sociedad más equitativa

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La reforma tributaria, que monopoliza titulares, es solo uno de tantos medios para lograr el fin de la sociedad más equitativa. Esa tarea está en construcción. La aprobación en primer debate de las comisiones conjuntas de Senado y Cámara, se hizo luego de un amplio debate y mucha concertación con el sector productivo. En él hay por supuesto todavía mucha tela para cortar, por lo menos en dos temas. El primero, los impuestos a productos ultraprocesados y azucarados, que mezcla un tanto inoportunamente un asunto fiscal con uno de salud pública. Una cosa es que los colombianos se alimenten sanamente, cuando sus hábitos preferidos han sido de harinas y grasas, (que en sana lógica llevaría a prohibir todos los ingredientes del típico almuerzo de ACPM), y otra muy distinta que los grandes productores de ultraprocesados tengan una tasa fiscal adecuada y su incremento no sea trasferido al consumidor final.

El segundo, el aumento de los impuestos a las más altas rentas de trabajo, ya suficientemente gravadas, que convierten al empleado formal altamente capacitado, (no más del 1% de la fuerza laboral) en una presa fácil de la Dian, cuando tantas personas naturales de altos ingresos evaden o eluden sus obligaciones, que es donde debería concentrarse el esfuerzo de aumentar el recaudo. Para no hablar de las altas pensiones, un porcentaje aún menor de los pensionados, unos viejos a los cuales deberían dejar en paz.

Así y todo, el tema de construir una sociedad más equitativa está lejos de ser solo un tema fiscal, porque el gran fracaso de los gobiernos en Colombia es que la pobreza antes y después de impuestos ha sido básicamente la misma. Hacer una reforma tributaria con ese propósito no tendría mayores resultados si no se consigue que no la despilfarren, ni se la roben. Todo el mundo, de todas las tendencias, estaría de acuerdo en que vencer la ineficiencia y la corrupción es la madre del cordero.

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