La Liendra: un hombre sin atributos

La Liendra: un hombre sin atributos

Actualmente, los 'influencers' marcan la parada en las redes sociales, los medios y las conversaciones juveniles. ¿Por qué aportan menos que nada?

Por: Jamal Said
agosto 11, 2021
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La Liendra: un hombre sin atributos
Foto: Instagram @la__liendraaa

En una ocasión, Ulrich, el emblemático protagonista de El hombre sin atributos –la magna novela que el escritor austriaco Robert Musil no pudo terminar, precisamente cuando un infarto lo sorprendió huyendo de la Segunda Guerra Mundial en Suiza–, se sorprendió al leer en un diario que un caballo de carreras pasaba por genial.

Él, que había sido militar, que había buscado la notoriedad en el ejército, sabía que el equino, el símbolo por excelencia de la caballería, siempre estuvo sujeto al protagonismo del que lo montaba. Al instante comprendió que en el mundo contemporáneo cualquier cosa pasaba por sobresaliente, así que dejó sus sueños militares al enterarse de que un animal, al que se elogiaba por sus cualidades atléticas, había alcanzado más méritos de los que hasta el momento había conseguido en el cuartel.

Lo mismo que ficcionalmente vivió Ulrich, en medio de disertaciones o sorpresas, han vivido muchos hombres cuando analizan los valores del presente siglo: se quedan estupefactos al ver cómo la mediocridad es más valorada que la misma inteligencia. Sienten que cualquiera hoy sobresale –figura públicamente–, pero sin contar con los atributos necesarios para destacarse sensiblemente. Por eso se resienten cuando, por ejemplo, se le da más publicidad a un influencer, figura pública que, por medio de payasadas, a las que algunos llaman contenido, logra destacarse más que cualquier profesional en su respectivo campo de estudio.

Hace poco la Liendra, uno de estos influencers –que realmente no sé a quienes influencia–, manifestó que no hay que estudiar para hacerse rico. En otras palabras, dio a entender que su éxito se debe a la carencia de conocimientos académicos, burlándose de aquel que se ha formado en una academia. Puede que tenga razón cuando dice que no solamente estudiando se sale adelante, puesto que muchos hombres ilustres hicieron fortuna sin haber pasado por el colegio o la universidad.

Sin embargo, estos hombres con el tiempo se formaron culturalmente hablando, aportartándole a la sociedad un legado que por ningún lado veo en la Liendra, que se jacta de ser un motivador o una figura de la nueva generación que, dicho sea de paso, está más loca que él.

Cosas semejantes son posibles en el mundo de hoy, porque se desdice de los valores que históricamente han motivado el progreso. No niego que el éxito que se quiera alcanzar hoy debe estar sujeto a un continuo cambio, el cual se da a partir de nuevas aptitudes o capacidades para interpretar el presente y, por qué no, anticipar el futuro.

Así que me pregunto: si para algunos el estudio no es necesario, ¿por qué no se han cerrado los colegios y las universidades? Porque en estos claustros debe estar el saber que necesita la humanidad del presente siglo para seguir evolucionando; de lo contrario, estaríamos llenos de necios como la Liendra o dominados por idiotas que, acudiendo a cuanta monería sea posible, quieren establecer su propia serie de valores.

Finalmente, me deja preocupado conocer a los hombres que en 2022 quieren orientar los destinos del país. La verdad que no sé si son más bufones que la Liendra, pero lo cierto es que asusta saber que pueden llegar al poder. Así me refiero a toda esa caterva que se hace llamar el Pacto Histórico, que son tan corruptos como cualquier otro grupo politiquero, con la gran diferencia de que nunca han gobernado, pero que aun así con sus malas actuaciones revelan todos sus pecados. Ojalá la gente empiece a ver todos sus defectos, porque una vez que se los deje gobernar, las locuras van a ser muchas, sin que se pueda enderezar el camino que fácilmente pudo haber sido allanado en este mundo de valores trastocados.

La ñapa. Por estos días, marcados por la pandemia y los problemas sociales que nos agobian, se habla más de la salida de Messi del Barcelona que de otra cosa, un ejemplo más de cómo el ámbito de lo privado supera lo universal. ¿A quién le importa si este jugador se va a ganar millones de euros en su nuevo equipo, si esa plata no es de nadie más que de él, que se mata corriendo todos los domingos? Realmente, amigo lector, a nadie.

No obstante, el periodismo y el capitalismo han hecho del fútbol un dios pagano, al que siempre hay que adorar porque, según ellos, no hay vida sin la pelota. Que los falsos valores no nos cieguen, porque de esa manera vivimos como zombis adorando a los falsos mecías que un mundo mediocre nos quiere imponer.

 

 

 

 

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