La Guajira, territorio de procesos productivos significativos

La Guajira, territorio de procesos productivos significativos

Los 55 años de vida institucional del departamento son una buena excusa para reflexionar sobre hechos y acontecimientos de trascendencia

Por: Cesar Antonio Arismendi Morales
agosto 21, 2020
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La Guajira, territorio de procesos productivos significativos
Foto: Tequendamia - CC BY-SA 3.0

En una sociedad con grandes dificultades, la autoestima colectiva se nutre desde la historia, a partir de identificar en ella los hechos significativos que permitan rescatar y volver a sentir ese orgullo por lo que se tiene y por lo que es propio, facilitando asumir los retos individuales y colectivos con entusiasmo, en donde el Estado generalmente falla.

La conmemoración de los 55 años de vida institucional del departamento de La Guajira se ha convertido en el contexto pertinente para reflexionar sobre hechos y acontecimientos de trascendencia. Desde la historia económica resaltan diversos procesos productivos en donde la península se mostró como importante y pionera por su contribución a los modelos de desarrollo nacional en sus diferentes fases; es decir, durante el modelo de desarrollo hacia afuera (la colonia y librecambio), desarrollo hacia adentro (sustitución de importaciones y promoción de exportaciones) y de comercio global.

La mayoría de estas actividades se encuentran relacionadas con la explotación de los recursos naturales. Iniciativas con resultados disímiles, ya que ellas se encuentran determinadas por las incidencias de las políticas públicas en el territorio. La producción de perlas, la extracción de palo de tinte, las fincas cafeteras, el sistema bancario regional, la producción de arroz, sal, la rebelión campesina con la marihuana, el gas, la explotación de carbón y la energía eólica, hacen parte de un conjunto de hechos históricos relevantes con incidencia en la economía y cultura nacional.

La explotación de los ostrales perleros es uno de los legados del período colonial. Los ataques de los corsarios a las islas de Margarita y Cubagua, relocalizó la pesca de perlas en el Caribe oriental. René de la Pedraja comenta que esta actividad le trajo considerable prosperidad a Riohacha durante la segunda mitad del siglo XVI. La ciudad despertó el apetito económico de los extranjeros. Así se transformó en un centro comercial que atrajo los ataques de ingleses y franceses. Francis Drake la atacó en 1505, Los corsarios llevaron a cabo dos nuevos asaltos durante 1597 y 1603 que la dejaron a punto de sucumbir.

La recuperación de la ciudad llegó con la explotación del palo de tinte (palo de Brasil) a mediado del siglo XVIII. La producción de textiles en Europa occidental se incrementó con la llegada de la revolución industrial, aumentando la demanda de tintas para las telas, materia prima que se conseguía en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta. En 1750 los riohacheros empezaron a comercializarlo con los holandeses e ingleses, actividad que se mantuvo clandestina hasta cuando el gobierno español emprendió el bloqueo de barcos en el litoral guajiro. A partir de allí, el comercio clandestino fue reconocido y tipificado como contrabando, ya que se realizaba sin la intervención de los funcionarios reales y sin pagarle al fisco español.

La producción cafetera a gran escala, orgullo de los andinos y de la colonización antioqueña, entró por la frontera colombo venezolana desde Brasil. Su expansión a los pequeños predios de la cordillera colombiana se dio desde una finca administrada por los jesuitas en Urumita. En “Economía Cafetera en Colombia” de Roberto Junguito, se registra la llegada del café a Colombia y su desarrollo desde La Guajira.

El proceso de construcción de la república trajo sus propios afanes y el aislamiento relativo de La Guajira fue el principal atractivo para los extranjeros, que ya tenían experiencias comerciales con la población radicada en Bahía Honda, actividad que se fortalece durante la fase denominada de libre comercio. El ciudadano francés, Francisco Víctor Dugand quien llegó a Riohacha en 1872, impulsó el intercambio con Europa y a la vez desarrolló la representación consular de Francia y los Países Bajos.

Francisco Dugand vino con socios comerciales. Con un portafolio repleto de iniciativas, juntó el capital con el conocimiento para poner en marcha el funcionamiento de los sistemas bancarios. A partir de ello creó el Banco Dugand, uno de los primeros en la Costa del Caribe. Fue tan importante este banco, que acuñó su propia moneda y fue prestador de recursos con destino al gobierno nacional para la sostenibilidad de sus obras e inversiones. Con el crecimiento de las actividades financieras, en 1902 se trasladó a Barranquilla, donde fundó con su hijo la casa crediticia conocida como Casa Dugand.

Adolfo Miesel señala que la Casa Dugand se encargaba “del manejo de dos líneas de vapores trasatlánticos, un departamento de comisiones que recibía y despachaba carga de exportación o importación, un departamento de arriendos que manejaba gran número de fincas urbanas en Barranquilla, un departamento de seguros que representaba a la Compañía Colombiana de Seguros y la sección bancaria" Todo eso se construyó con la experiencia de más 20 años de actividades de comercio internacional desde Riohacha.

A finales del siglo XIX en La Guajira se registra un proceso migratorio procedente de Curazao. Aparecen los judíos y sus conocimientos del comercio internacional. J. Viloria evidencia que en Fonseca, el curazoleño Ramón Penso utilizó las aguas del Ranchería para generar energía hidráulica y mover los trapiches que atendían los cultivos de caña de azúcar en una extensión de 100 hectáreas. Es la primera presencia de cultivo industrial en la parte oriental del Caribe colombiano.

Al iniciar el siglo XX, este ejemplo fue seguido por el inmigrante alemán Joseph Traxler quien desarrolló el cultivo de arroz tecnificado en Distracción. Esta producción llegó para quedarse y perdura independientemente de la incidencia de la apertura económica. Dicha experiencia fue crucial para que posteriormente el municipio de Fonseca fuera reconocido como el segundo distrito arrocero de Colombia con más de 6 mil hectáreas sembradas en la década de los ochenta.

La producción de sal en La Guajira era conocida desde 1864 cuando se encontraban activas las salinas de Chimare (Uribia), Manaure y Navio Quebrado (Riohacha). El Estado Soberano del Magdalena las arrendó a contratistas que pagaban un impuesto destinado al fomento de la educación primaria en La Guajira. Parte de la sal también era introducida de manera ilegal a los mercados de Aruba y Curazao.

La salina de Manaure incrementó su producción a mediados del siglo XX. El Banco de La República y posteriormente el IFI – Concesión Salinas fueron los administradores. En los años 1972 y 1973, la firma francesa Compagnie des Salines du Midi et des Salines de l'est, diseñó en 4 mil hectáreas la ampliación y modernización de las salinas marítimas de Manaure, basado en un sistema de diques y depósitos de salmuera para producir un millón de toneladas anuales. Muy a pesar de sus dificultades actuales, Manaure ha sido el centro de la producción de sal marina más grande del país.

Al inicio de los setenta, La Guajira presentaba en la parte rural una alta presión sobre la propiedad de la tierra. En los municipios de Fonseca, Maicao, Riohacha y Dibulla se desarrollaron movimientos campesinos vindicando el derecho a la tierra. Esas demandas no fueron parte de la agenda de la reforma agraria promovida por el Incora en La Guajira. Los pequeños campesinos se dedicaron a la siembra de la marihuana, como alternativa para tener recursos y comprar la tierra. De este malestar social surge la llamada bonanza marimbera, que no es más que la masificación de la producción de cannabis por parte de los campesinos a quienes se les negó un pedazo de tierra.

En Colombia se cocinaba con gasolina. El cocinol era el combustible de la tragedia para miles de niños quemados en la Bogotá de 1990. Con la llegada del gas de La Guajira a la capital de la república, se pudo resolver este problema de seguridad y salud pública. Desde 1977, el departamento le suministró al país el 72% del gas requerido, entre 300 y 500 MPCD, con destino a la demanda doméstica e industrial de la costa Caribe y del interior colombiano.

Después de dos intentos por explotar las minas de carbón del Cerrejón (1870 y 1880) finalmente en 1984 se pudo producir y exportar el primer millón de toneladas. El Cerrejón mantiene las mayores reservas en el país cuantificadas en 3.933,3 millones de toneladas métricas, fue reconocida como una de las minas a cielo abierto más grande del mundo y sus regalías le permitieron avanzar a La Guajira con obras e inversiones sociales, estrechando sus vínculos con la nación,

Desde el 2004, en el municipio de Uribia, se encuentra en operación el Parque Eólico Jepírachi con una capacidad de 19 MW (megavatios), propiedad de Empresas Públicas de Medellín (EPM). A partir de la interconexión con el sistema nacional de energía, a corto plazo se debe iniciar la generación de energía eólica a mayor escala desde La Guajira. De acuerdo al plan de expansión diseñado por la UPME, en los próximos dos años el departamento aportará el 13% de la energía en la matriz de generación nacional, con una producción posible de 3.131 MW.

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