La gloria de Lucho, una defensa de lo humano

La gloria de Lucho, una defensa de lo humano

Hace falta ver más allá de lo pueril, de lo que vende y del lugar común para entender la trascendencia de los temas que aborda la producción

Por: Alejandro Nieto-Hernández
abril 26, 2019
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La gloria de Lucho, una defensa de lo humano

Si bien puede parecer banal hacer una crítica de una serie emitida en el prime time como lo es La gloria de Lucho del Canal Caracol, voy a inmiscuirme en esa banalidad para resaltar su autenticidad y su arte. No me voy a referir de manera explícita a lo que el exconcejal Luis Eduardo Díaz pudo haber vivido o no, sino que me voy a centrar en lo que, a raíz de la elaboración de los libretos y de la trama, se refiere al personaje que interpreta el actor Enrique Carriazo.

Sin duda el producto final ha sido muy popular entre la gente, sin embargo, algunos han dicho que la serie es sosa, "más de lo mismo", y que hace una apología a la ignorancia y a lo burdo, a lo pueril. Eso, puesto que el personaje de Lucho es irremediablemente ignorante y dicha carencia de cultura —o de sentido común— puede ser asfixiante y molesta. No obstante, aquellos que desprecian las manifestaciones populares y las ven como productos sin ningún contenido, como quienes desprecian las nuevas formas de expresión cultural tales como el reguetón y la música popular, no están asimilando que el trasfondo puede ser, como cualquier otra obra que en el imaginario colectivo pose de "sofisticada", una importante fuente de conocimiento, de entendimiento social y de interpretación artística. Este pequeño artículo defiende eso: ver más allá de lo pueril, de lo que vende, del lugar común.

Al hacer la salvedad de que no todo producto puede ser considerado y valorado como una producción con contenido, La gloria de Lucho explora un sinnúmero de cosas tales como el abandono y las repercusiones de ese abandono; la ignorancia y la legitimidad de dicha ignorancia; y los sentimientos humanos, la degradación del hombre.

En primer lugar, el personaje que interpreta Enrique Carriazo —lejos de saber si en realidad corresponde de forma fiel a la vida del exconcejal– es un claro ejemplo del abandono. Un hombre abandonado por su familia, lejano de la calidez y del afecto, del contacto humano cuando era niño, abandonado por los golpes del padre machista y maltratador, por la madre indiferente y sumisa, un "loquito de la calle" como él dice. Me pone a reflexionar la forma en cómo ese abandono repercute en la vida de él a lo largo de la historia. Lo pone en situaciones de indefensión y de inseguridad, es un hombre que siempre mira al piso y que, a través de sus problemas con la bebida, trata de canalizar ese abandono. Un abandono también Estatal y social, una víctima del desprecio colectivo que ve al que embola los zapatos, al que recolecta el reciclaje de la calle o al vicioso, como un ser humano de tercera.

En segundo lugar, y muy acorde con la pretensión del abandono, la ignorancia de Lucho no es repudiable. El personaje es un hombre con múltiples problemas de aprendizaje que no ha podido canalizar una serie de traumas y, a mi concepto, es el reflejo de una persona con un problema de retraso. La ignorancia de Lucho procede de un abandono del padre, de una persona que no recibió en su niñez ningún tipo de cariño ni de correspondencia a ese cariño, de la soledad. El hombre es un animal social por naturaleza, o como lo afirmaba Aristóteles, un zoon politikón que necesita de los otros para desarrollarse. En un capítulo de la novela, Lucho le dice a Gloria a la mitad de las palabras de su matrimonio que él solo la puede querer a ella, como un hombre al que nadie lo ha querido. Cuando le muestra esa moneda que ella le dio cuando eran niños, cuando él se moría de hambre y andaba solo por las calles trabajando en los semáforos escapando de ese papá ruin que se ganó la lotería y que jamás le dio, como dice la historia, ni un cuaderno para estudiar. La ignorancia de Lucho me recuerda al personaje interpretado por Gabourey Sidibe en la película Precious —basada en la novela de Push de Sapphire— que tenía múltiples problemas de aprendizaje por haber sido abusada sexualmente varias veces por su padre y por la violencia emocional y física de la madre. No creo que la ignorancia del personaje de Lucho sea a raíz de una pretensión de humor o de burla, sino más bien el reflejo de cómo los traumas de la infancia, el abandono y el desprecio, repercuten en la vida de los niños hasta que son adultos haciendo insubsanables sus efectos.

En tercer lugar, el personaje de Lucho encarna a aquel que, en condición de poder, cambia. Esto, ya que, a razón de haber ganado las elecciones de concejal, el personaje muta de una inocencia, humanidad y sumisión a una apatía por la gente de su clase, unos sentimientos malsanos y una actitud arrogante enceguecida por un supuesto "poder". Lucho es el claro ejemplo de la degradación humana que aparece cuando nos vemos inmersos en puestos de mando, en un rápido ascenso social, que solo causa apatía y más arribismo de los que se pueden ser víctimas; rasgo común entre las personas que han ascendido socialmente, o de manera vertiginosa en Colombia, que todos los días pasa de forma legal o ilegal.

La gloria de Lucho explora una cantidad de cosas que, a simple vista, y después de un análisis más detallado, pueden ser apreciadas. Esas escenas tan humanas en donde Lucho se mira al espejo y dice que él no le tiene miedo a otro personaje porque "no es su padrecito", después de mirar siempre al piso y de arriesgarse a cosas que su sumisión no le hubiese permitido. O la actuación tan creíble de Verónica Orozco que, a través del papel de Gloria, es el recate a ese abandono y de esa tristeza que con él es feliz en medio de la pobreza y la carencia de todo, que muestra esa vida tan lejana de las redes sociales, de las pretensiones de superficialidad y del aparentar, actitudes tan comunes en nuestra sociedad. Un aplauso a los actores y libretistas que le dieron un producto de calidad y con muchísimo contenido a los colombianos que desde hace rato necesitaban algo decente en sus pantallas.

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