La confesión del asesino del presidente de Haití podría salvar a los mercenarios colombianos

La confesión del asesino del presidente de Haití podría salvar a los mercenarios colombianos

El narco Rodolphe Jaar le aceptó a la justicia en Miami haber contratado a los 19 mercenarios para matar al presidente de Haití. Esperan que se acabe el infierno

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marzo 29, 2023
La confesión del asesino del presidente de Haití podría salvar a los mercenarios colombianos

En enero del 2022, después de una intensa búsqueda por tierra, mar y aire, capturaron a Rodolphe Jaar en República Dominicana, acusado de apoyar el asesinado del presidente de Haití, Jovenel Moise mientras dormía en el palacio presidencial en Puerto Príncipe. Inmediatamente, lo llevaron en avión a una cárcel en Miami. Entró a ese lugar el 19 de enero de 2022 como el único de los 11 imputados que aceptó su responsabilidad en el magnicidio.

Jaar nació en Santiago de Chile en 1973. A mediados de los noventa llegó a Puerto Príncipe con la intención de hacer negocios. Terminó enredado en cuentos de narcotráfico hasta convertirse en un poderoso capo y uno de los hombres que decidía cuál Presidente podría convenir más a sus intereses.

Junto a otros de sus socios, la idea que tuvo fue secuestrar al Presidente de Haití y obligarlo a firmar contratos para construir infraestructura con lo que se llenarían las arcas de los conspiradores.

Para ejecutar el siniestro plan, contrataron a un grupo de mercenarios oriundos en Colombia y Venezuela y en bloque, les pagaron 50 mil dólares, una ganga, comparado con lo que iban a recibir.

El presidente Moise no era muy popular en Haití y por eso creían que el golpe podría salir bien. Desde muy joven, el mandatario había hecho una fortuna exportando banano. En enero de 2017, tras una elección presidencial con 27 candidatos en competencia, incertidumbre, cólera y hasta terremoto, Moise fue declarado ganador.

Otra tormenta también azotaba a Haití. El Partido Haitiano Tet Kale (PHTK), opositor a la colectividad liderada por Moise, organizó una demencial ofensiva contra su mandato a pesar de que había ganado con el 55,67 % de los votos. Cuando se posesionó, el 7 de febrero del 2017, el palacio presidencial estaba parcialmente en ruinas.

Las protestas, centradas en la altísima inflación y el hambre aguantada por la población, dejaron cerca de 150 personas muertas y cientos de propiedades destruidas. Actualmente, el 60 % de los habitantes de Haití vive en la miseria y 1,5 millones de niños requieren asistencia humanitaria urgente.

En febrero de 2021, las protestas se intensificaron y la oposición argumentó que, desde ese mes, al Presidente se le había acabado el tiempo. Moise se aferró al mandato y no quiso levantarse del sillón. En realidad, las cifras lo respaldaban y técnicamente le faltaba un año de mandato. Su respuesta fue disolver el Congreso.

Entonces la gente no se volvió a guardar en sus casas y la calle se convirtió en un campo de batalla en donde lo que se pedía era la renuncia inmediata de Moise. Así que Jaar y los 11 conspiradores se sintieron “moralmente” respaldados para aniquilar al Presidente

En la madrugada del 8 de julio de 2021 sobrevino la peor de las tragedias. En el barrio de Petion-Ville, en la calle Pelerin 5, al sur de Puerto Príncipe, Moise y su esposa Martine dormían cuando 28 hombres entraron a la casa presidencial.

El presidente Moise recibió 16 balazos hechos con armas de gran calibre, su esposa sobrevivió, a pesar de haber recibido algunos disparos, la trasladaron en un avión hasta Miami y allí la dejaron hospitalizada.

La idea de los mercenarios era secuestrarlo y ahí se les armó el pandemónium. Todo comenzó para ellos a mediados de 2021 cuando la empresa CTU Security, con sede en Estados Unidos, cuyo representante legal es el venezolano Antonio Intriago, comenzó a buscar exmilitares colombianos para llevarlos a Haití con la misión de trabajar legalmente en la seguridad de funcionarios del alto gobierno y el entrenamiento de tropas en ese país centroamericano.

Animados por la oferta laboral, varios militares, soldados profesionales y suboficiales con muy buena formación e incluso, entrenamiento antiguerrilla, empezaron a pasar la voz. El Sargento Duberney Capador, muerto en el asalto, se encargó de reclutar a 22 de esos curtidos militares con plena capacidad física para asumir el rol de alto riesgo.

El entusiasmo lo dejaron registrado en sus cuentas de FaceBook a través de las cuales se supo que habían pasado unos días de vacaciones en República Dominicana antes de emprender el viaje rumbo a Puerto Príncipe.

De ellos, solo volvió a saberse por los titulares de prensa a raíz del asesinato del presidente de Haití, Jovenel Moise, en el palacio presidencial en Puerto Príncipe. Había sido acribillado en ese oscuro y trágico episodio en el que sobrevivió su esposa Martine Moise.

En el enfrentamiento con la seguridad presidencial murieron tres exmilitares colombianos y muy rápidamente fueron señalados como responsables, 19 colombianos que permanecían en casas alquiladas en Puerto Príncipe.

Dos años después del magnicidio, la historia está lejos de terminar para ellos. Están presos en pésimas condiciones, comiendo basura, durmiendo al agua y al sol. La cancillería de Marta Lucía Ramírez no pudo hacer demasiado y el actual canciller, Alvaro Leyva, a pesar de la anunciada visita del presidente Gustavo Petro a Puerto Príncipe, no tiene el interés de darles una mano a unos colombianos que necesitan un juicio justo.

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