Inglaterra hizo historia por contener a la enorme Armada Española y el aterrador The Blitz de la Luftwaffe nazi, pero Boris Johnson la convirtió en el país que se rindió a la presión de un ramplón maleducado en la presidencia de una de las excolonias británicas.
En premierato de Johnson incluye el Brexit, negar el Covid-19 y mentirle a la reina Isabel II sobre la suspensión del parlamento, con la cabeza gacha y sin mirarla a los ojos. La semana pasada Johnson puso otra cuenta en la camándula, sumándose al concierto de la Casa Blanca contra Huawei, la empresa china líder mundial en desarrollo de 5G y dueña de sus patentes más importantes. Johnson prohibió la venta de equipos Huawei para 5G desde enero de 2021, hasta llegar a una red “Huawei Free” en 2027. Una mala noticia “para todo el que tenga un teléfono móvil en Inglaterra” dijo el portavoz de la empresa, Edward Brewster.
En la historia corporativa del mundo no hay una paradoja similar de gobiernos de países poderosos aliados contra una empresa privada por ser de un país que los superó en tecnología, alegando razones de seguridad, pero realmente con el fin de detener su avance en un mercado que se supone actúa en libre competencia. En un uso reiterado del doble estándar, mientras no hay evidencias de riesgos de seguridad por usar tecnología Huawei o de cualquier otra empresa china, las pruebas abruman a cinco países que entonan el coro antichino: Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, integrados en Five Eyes, una organización supranacional de inteligencia, de la que Edgar Snowden dijo que había infiltrado 50.000 redes de computadores en el mundo para recoger información privada de personas. En 2013 Eric King, entonces director adjunto de Privacy International, dijo que “durante 70 años los gobiernos de Five Eyes han ocultado a sus ciudadanos la extensión y el alcance de sus ambiciones de vigilancia global, erosionando la capacidad del público para comunicarse de forma privada y segura sin vigilancia ni cuestionamientos”.
Si los gobiernos de Five Eyes fueran consecuentes, su lista negra empezaría con Facebook, Mark Zuckeberg se ha tenido que disculpar tantas veces por violar la privacidad de sus clientes que, en abril de 2018, el Washington Post publicó un cómico artículo titulado “14 años de Mark Zuckerberg diciendo ‘lo siento’, sin sentirlo”. Pero como Facebook no es china, Five Eyes calla.
El problema es político, no de seguridad. Estados Unidos no acepta el ascenso de China en tecnología y desata un ataque contra las empresas privadas chinas que protagonizan ese ascenso, como se ve en el último reporte de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad con China:
“China se ha convertido en un líder en varios subdominios de IA, en particular, visión artificial, estilo de vida digital (aplicaciones de transporte y entregas a domicilio), robótica y reconocimiento de voz. China está por delante o a la par de Estados Unidos en tecnologías que crecerán en innovación a partir de la IA, como los drones comerciales y militares con capacidad de ataque que incorporan navegación autónoma. China sigue a los Estados Unidos en tecnología de vehículos autónomos (AV), pero se está poniendo al día rápidamente.
Muchas empresas chinas de inteligencia artificial parecen ser más competitivas frente a los Estados Unidos por la mayor adaptación del país de Internet móvil y el uso de aplicaciones móviles, lo que brinda a las plataformas móviles líderes de China como Baidu, Alibaba y Tencent un acceso incomparable a los datos del consumidor”.
Este reporte refleja la angustia de un país que pierde su posición dominante, razagado por China en todas las áreas de inteligencia artificial. Como innovar al nivel de China toma tiempo, la estrategia es sacar del mercado a sus empresas líderes en vez de competir con ellas.
El ataque desde Five Eyes a Huawei lo anunció el infatigable Mike Pompeo en una entrevista en Fox el 21 febrero de 2019 cuando dijo que “Estados Unidos no se asociará con países que usen sistemas Huawei” y que “en Europa y otros lugares deben comprender los riesgos de implementar el equipo de telecomunicaciones de Huawei” por lo que “Estados Unidos ha estado hablando con otras naciones para asegurarse de que entiendan el riesgo de poner esta tecnología Huawei… tomarán buenas decisiones cuando lo entiendan”, remató.
La estrategia de las naciones aliadas en Five Eyes empezó, como no, con los canadienses, siempre prestos y obsecuentes a cualquier aventura que se les ocurra a sus vecinos en cualquier lugar del mundo. Siguió Australia y ahora Inglaterra, mientras Nueva Zelanda ha sido más cautelosa ante los enormes costos de impedir la competencia de Huawei que provee la mejor tecnología al mejor precio. En Europa, mientras Emmanuel Macron quiere complacer al presidente americano Donald Trump, Alemania mantiene su independencia y recoge la experiencia que le enseña que cuando no se suma a la alianza antichina, sale ganadora porque llena el vacío dejado por otros, como sucedió en 2000 cuando logró el acuerdo con China para venderle el Maglev del tramo Pudong-Longyang en Shanghai.
Con su decisión, Johnson desnudó las debilidades de la política exterior de una Inglaterra post Brexit, con un espacio internacional reducido y más dependiente de Estados Unidos. Dar ese paso en el ambiente caldeado de las elecciones americanas es riesgoso porque aunque Trump no cambie su actitud general contra China, puede buscar su propio beneficio si logra un resultado político inmediato, sin que le importen sus aliados de Five Eyes y los dejará solos en la pelea aunque la haya iniciado él. Se la hizo a Pompeo al otro día de la entrevista en Fox, Trump trinó: “Quiero que los Estados Unidos triunfen compitiendo, no bloqueando tecnologías actualmente más avanzadas. Las compañías americanas deben incrementar sus esfuerzos o quedar rezagadas”. Si Trump necesita recuperar espacio político entre los productores agrícolas, buscará el diálogo con China; y volverá al conflicto si necesita acercarse a la linea antichina del Partido Republicano representada Ted Cruz y Marco Rubio.
Boris Johnson decidió bloquear a Huawei desconociendo las determinantes que harán fracasar la medida en el largo plazo: la mejor tecnología siempre se impone si además es la más barata; y, el ascenso económico de China es autónomo e imparable.
La mejor tecnología siempre se impone, si además es la más barata: la corriente alterna sobre la directa, el VHS sobre el Betamax, el gas por tubería sobre el de pipeta y la impresión laser sobre la de tinta. Alcanzar los estándares de Huawei en 5G costará una enormidad al consumidor final que será obligado a usar una tecnología inferior y más costosa y eso en tecnología siempre fracasa, sino recuerden Google Nexus, Amazon Fire o las Hoverboards de Justin Bieber.
Además el ascenso económico de China es imparable porque su fuerza es interna aunque su proyección es global. China está transitando de una economía de crecimiento rápido a una de desarrollo de calidad basada en tecnología. Las ciudades inteligentes, la logística robotizada, las energías sostenibles, los vehículos autodirigidos, la biotecnología, los nano computadores, los sistemas de posicionamiento global, la big data están creciendo dentro de China. Hay una Ruta de la Seda Espacial para el desarrollo de la franja, la transmisión inalámbrica de energía solar y la minería asteroidal. Estamos ante el momento más innovador y de desarrollo tecnológico de China desde la dinastía Song, cuando desarrolló, para bien de la humanidad, la imprenta de tipos móviles, el cohete, la esclusa y el molino de viento entre otros.
La fuerza de China es interna aunque su alcance es global y está en el porcentaje creciente de chinos en clase media, que McKinsey calcula que crecerá en 150 millones en tres años, para en 2024 alcanzar 550 millones. Ningún mercado del mundo es comparable y esta población de consumos diversificados exige cada vez más calidad, generando el ambiente para la innovación tecnológica constante.
Como dijo el portavoz de Huawei, los perjudicados serán todos quienes tengan un teléfono en Inglaterra A la gente no se le ha dicho que sacar a Huawei de un mercado obliga a usar tecnologías inferiores y que llegar al punto de desarrollo que hoy tiene la empresa tomará mucho tiempo y mientras tanto hay que seguirle pagando sus patentes, como bien anotó Susan Decker en Bloomberg hace un mes.
Estados Unidos ha buscado contener la capacidad china de competencia global, sin lograrlo. Hace 10 años China era visto como un país que se acercaba a la competencia con Estados Unidos y hoy es el país que lo ha superado en tecnología, quitándole el predominio tecnológico, que es estratégico para la humanidad, cuyos intereses suelen no coincidir con los de Estados Unidos. El 3 noviembre de 2010 Barack Obama dio una rueda de prensa recordada por una frase: “that used to be us” cuando comentó la noticia que China acababa de producir el supercomputador más veloz sobre la Tierra: “No tiene sentido que China tenga mejores sistemas ferroviarios que nosotros... Acabamos de enterarnos de que ahora tiene la supercomputadora más rápida de la Tierra, eso solíamos ser nosotros. Están haciendo inversiones porque saben que esas inversiones serán rentables a largo plazo”.
En el largo plazo está la clave, ni la tecnología ni China se detendrán, mientras que Trump y Johnson no estarán gobernando en 2027 cuando se supone que sus países quedarán “Huawei free”. Qué pasará en ese momento y quién dirá lamentándose “eso solíamos ser nosotros” depende mucho que superemos este episodio de oscurantismo político en favor de la búsqueda constante de la humanidad por desarrollarse y avanzar.
