Este año los boyacenses fuimos testigos de excepción de dos hechos históricos y de trascendencia nacional, que son la demostración de que la voluntad política y la coherencia construyen democracia real desde las regiones. El gobernador Amaya lideró desde el año 2005, primero como representante estudiantil y luego desde el Congreso de la República un nuevo modelo para el cobro de matrículas de la Uptc. Ahora como gobernador logró la aprobación de las mayorías en el Concejo Superior de la universidad de este modelo en el que las matrículas a partir del 2018 oscilan entre los $400.000 y los $3.000.000., todo aprobado por el Tribunal Administrativo de Boyacá.
Los enemigos del gobernador en una falta total de grandeza y presos de sus vanidades e intereses personales de protagonismo no solo no reconocen este hecho, sino que argumentan que va a desfinanciar la universidad. Por su parte, algunos estudiantes le atribuyen el triunfo a las marchas estudiantiles que sin duda jugaron un papel importante, pero no determinante. Ni los unos, ni los otros asistieron a la audiencia pública que convocó el gobernador para proponer fórmulas de financiación de la universidad y menos aún se pronunciaron frente a las graves denuncias de corrupción que pesan sobre la universidad y al hecho de que Carlos Amaya solicitara que los órganos de control investigaran la contratación de la Uptc.
De otra parte, como culminación de un proceso de formación de ciudadanos, en un evento realizado por la gobernación con apoyo de la ESAP, Escuela Superior de Administración Publica, en el auditorio de la universidad Santo Tomás, los boyacenses pudimos ver a Fredy Rendón, excomandante de las Auto Defensas Unidas de Colombia y a Carlos Lozada, excomandante de las Farc-Ep, dándose un apretón de manos y reflexionando sobre la necesidad imperiosa de construir la paz en Colombia. Boyacá ocupó el primer lugar en la implementación de la política pública para las víctimas del conflicto.
Más allá de los intereses personales, de los egos y las vanidades, tenemos una obligación ética de sumarnos a todos los esfuerzos que se hagan desde la administración por conquistar la paz para los colombianos. Es un acto de grandeza reconocer y acompañar estas apuestas éticas del gobernador Amaya. Para mí como boyacense es sin duda un orgullo que haya sido el gobernador de mi departamento quien con hechos contundentes e incontrovertibles dé ejemplo de voluntad política para construir la paz desde las regiones. Es un ejemplo para la política sobre la educación pública, para la atención a las víctimas y para la reconciliación de los colombianos.
Gobernador: “Derribar y destruir es muy fácil. Los héroes son aquellos que construyen y trabajan por la paz”. Con esta frase de Nelson Mandela le digo que mi departamento no solo está en buenas manos, sino que usted estará en la historia y en el corazón de quienes amamos la vida y la paz.
