Esta vez sí: dolor empresarial
Opinión

Esta vez sí: dolor empresarial

Entre las barbaridades de Trump y Petro sin política exterior alcanzamos a ver el abismo en la crisis de los deportados en la que Petro casi se da un tiro en el pie

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enero 27, 2025
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Trump, sin duda, un bárbaro. Petro, un pirómano sin política exterior.

No hay duda de que el señor Trump es un bárbaro. En menos de una semana ha estado dedicado a golpear a sus aliados en Europa y América Latina y a menoscabar la institucionalidad internacional occidental erigida cuando la Segunda Guerra Mundial llegaba a su fin, hace 80 años.

Lo trágico del tema, además de atemorizar e indignar hoy a daneses, panameños, canadienses y, ahora, colombianos, es que todo el entramado de posguerra fue diseñado para consolidar la grandeza de los Estados Unidos, el hegemón de Occidente. Golpearlo, con bravuconadas, no significa otra cosa que menoscabar, finalmente, el poder de esa nación.

La brutalidad hacia sus aliados la ejerce Trump, también, a través de interpuesta persona. Elon Musk, un ignorante archibillonario sudafricano, participó esta semana en una asamblea de la AfD, un partido de extrema derecha alemana. Alentó a los alemanes a votar por una secta que desconoce el Holocausto, desprecia la Unión Europea y detesta a los inmigrantes (que entre otras, son la salvación futura de una nación de viejos), amén de incorporar consignas nazis (por ejemplo la del “Lebensraum”, o espacio vital que, supuestamente la raza germánica requería en épocas de don Adolfo H.).

Sin embargo, el manejo de la crisis de los deportados colombianos por parte del presidente Petro no tiene antecedentes por su improvisación, por la falta de responsabilidad, por la ignorancia acerca de las consecuencias que la escalación de un conflicto a punta de trinos en la red X puede tener sobre la economía y la sociedad colombianas.

Sin duda, el trato digno a compatriotas deportados debe ser una exigencia presidencial. Las imágenes de brasileños, transportados en aviones militares, amordazados, son humillantes. Sin embargo, escalar el problema hasta desembocar en las medidas anunciadas por la Casa Blanca, sin que mediara un acercamiento diplomático, tiene consecuencias muy graves para el aparato productivo colombiano y quienes lo mueven: trabajadores y empresarios.

La suavidad de Petro con el regimen dictatorial de Maduro contrasta con la vehemencia que puede dar al traste con la producción nacional.

Sin reparar en otras medidas anunciadas por la Casa Blanca (las de la suspensi{on de la cooperación, el cierre de la sección de visas en la Embajada de EE. UU. en Colombia, por ejemplo), el tema de los aranceles del 25%, ampliables al 50%, sería, literalmente, catastrófico. Y, peor, la orden de Petro de subir, en retaliación los aranceles de los productos gringos al 50%.

EE. UU, es el primer socio comercial del país. El 27 % de las exportaciones colombianas tiene ese destino. Exportamos petróleo y algunos derivados, flores, café, bananos, azúcar, transformadores eléctricos, construcciones y sus partes. Miles de empresas, decenas de miles de trabajadores, forman parte de ese tejido exportador. Empresarios resilientes, batalladores, penetran el mercado de los EE. UU. con alta calidad.


¡Háganme el favor: grabar los bienes de capital que requiere la industria colombiana con un 50%! Una barbaridad…


El peor tiro en el pie son los impuestos anunciados por Petro a los productos importados: todos de alto valor agregado (aparatos y material eléctrico, navegación aérea, vehículos, maquinaria eléctrica…). ¡Háganme el favor: grabar los bienes de capital que requiere la industria colombiana con un 50%! Una barbaridad…

En el momento en que escribo estas líneas aparece una comunicación de la Casa Blanca de acuerdo con la cual el gobierno colombiano ha accedido a los términos de deportación de parte de los EE. UU. de inmigrantes ilegales y, que por lo tanto, quedan en suspenso las medidas anunciadas horas antes. ¡Qué alivio, por ahora! (Aunque no es claro si hay un acuerdo sobre el trato digno a quienes son deportados). Lo que es seguro: confianza maltrecha generada en el recíproco maltrato y locuacidad verbales.

Del mismo autor: Un delimcuente conviocto ( y adukado) en la Casa Blanca

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