El escalafón de los docentes, ¡todo un vídeo!

El escalafón de los docentes, ¡todo un vídeo!

Gran controversia continúa generando dentro del Magisterio capitalino la evaluación de carácter diagnostica formativa a la cual deben someterse los docentes

Por: Mauricio Correa Tribin
febrero 18, 2017
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El escalafón de los docentes, ¡todo un vídeo!

Gran controversia continúa generando dentro del Magisterio capitalino la evaluación de carácter diagnostica formativa (ECDF) a la cual deben someterse los docentes del decreto ley 1278 de 2002 con el fin de lograr un ascenso en el escalafón. Sin lugar a dudas, todos los elementos que intervinieron en su elaboración y las múltiples dificultades presentadas durante su desarrollo por las dos cohortes convocadas hasta el momento, dejan con un sin sabor a un considerable grupo de docentes, más aún, cuando FECODE insiste en mostrar dicho acontecimiento como un gran avance.

Ahora bien, si nos adentramos en el campo de la academia, podríamos asegurar que bajo los conceptos de varios autores que trabajan a fondo la temática de la evaluación, este término no se ajusta al modelo desarrollado en la ECDF. Rafael Flores Ochoa, Miguel Santos Guerra y Juan Manuel Álvarez, plantean la evaluación como un proceso pedagógico amplio, participativo, constante y formativo, en el cual deben intervenir diferentes actores del proceso educativo. Es así, como la evaluación se debe enfocar en fortalecer los procesos de enseñanza que presentan dificultades o deficiencias, además de generar procesos de mejoramiento; es necesario que la evaluación permita transformar a la persona dándole herramientas claras para interpretar, reflexionar, aplicar e interactuar en su entorno. La evaluación debe fortalecer los procesos cognitivos y no se debe basar únicamente en los contenidos, las actitudes, aptitudes ni las acciones. Constantemente la evaluación es confundida con examen (Álvarez Méndez, 2001) y olvidamos que este es una simple herramienta como tantas otras que hacen parte de la formación.

Tomando en cuenta estos referentes, los autores de la ECDF, parecieran haber entendido de forma muy particular el significado de la evaluación y su considerable diferencia con la realización de un simple “videoexamen”, tema el cual intentan minimizar con “tips” técnicos para implementar durante la realización el vídeo, llevando la discusión académica, pedagógica e incluso política, a la irrelevancia y el olvido.

Consideremos ahora plantear varios factores no menos preocupantes, los cuales han cambiado las condiciones (ya precarias desde un inicio) entre la primera y segunda cohorte convocada; el primero de ellos, tiene que ver con los cambios que se han realizado por parte del Gobierno Nacional alrededor de la resolución 22453 del 2 de diciembre del 2016. El carácter “formativo” quedo en el limbo al excluirse del proceso los cursos de formación para los docentes que reprueben el “videoexamen”, dejando como única opción la espera de una nueva convocatoria. Sumando a todo lo anterior la inclusión de pares evaluadores de colegios privados y de universidades, incrementarían aún más la problemática presentada, la cual, por presión de los mismos docentes, obligo a que este último factor  fuera replanteado de manera parcial hace pocas semanas (resolución 00755 de 26 de Enero de 2017), dejando así como pares evaluadores solamente a docentes de colegios públicos y universidades, haciendo la salvedad, que estos últimos vivencian dinámicas diferentes dentro de la educación superior.

No siendo suficiente todo lo anterior, las cosas están lejos de terminar. Por un lado, la esperanza de una restructuración o cambio de este “innovador” modelo de ascenso y reubicación, queda a la espera de que se consensue un nuevo estatuto único docente, para lo cual, es necesario un trabajo mancomunado de la comisión tripartita (FECODE, Gobierno, Congreso) la cual, por cierto, lleva un par de años sin reunirse, periodo que se puede extender en el tiempo, teniendo en cuenta que los miembros de dicha comisión entraran a desarrollar sus campañas de reelección próximamente.

Por otro lado, se suma la politización en la cual ha entrado el tema. Los defensores de la ECDF entre ellos, un número reducido de docentes del 1278, pretenden hacer ver, bajo un discurso retrogrado (en ocasiones mamerto), que las voces críticas contra todo este caos incentivan la división del sindicato y por ende el paralelismo sindical. El cinismo llega a tal punto, que suelen argumentar dichas objeciones asegurando falta de formación política por parte de los detractores de este modelo, es decir, justifican las malas decisiones tomadas por los directivos de FECODE (padrinos políticos de muchos de ellos) con agravios a quienes bajo argumentos contundentes demostramos el fracaso de la ECDF.

Después de tan complejo panorama, no queda más que continuar atentos al desarrollo del proceso, un proceso que no puede ser indiferente ni distante a la voz crítica de los docentes, evidentemente, teniendo siempre como objetivo el fortalecimiento del movimiento sindical del magisterio colombiano y de las organizaciones que lo representan. Por esta razón es que a las nuevas generaciones de docentes les corresponde apropiarse de las banderas de lucha. Una lucha que si bien a través de la historia ha contribuido a revindicar nuestros derechos, pide en estos momentos una renovación idónea en su dirigencia y el logro de nuevas y magnas conquistas.

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