No es lo mismo juguete que jugar
Opinión

No es lo mismo juguete que jugar

Por:
diciembre 20, 2013
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En esta temporada de vacaciones y viajes le preguntaba una madre a mi esposa en el consultorio: ¿qué juguetes me recomienda comprarle al niño, doctora? En la misma pregunta está todo el problema de nuestros padres hoy: qué juguetes, no qué juegos, y comprar, no jugar. Y sin querer dañarle la Navidad a muchos niños podríamos preguntarnos (BBC, noviembre 6, 2013) ¿es que le damos demasiados juguetes a nuestros niños.

Esta última pregunta es importante en medicina porque un grave problema en nuestras sociedades es la conducta adictiva.  Hoy somos frecuentemente adictos a muchas cosas, desde las más graves y  patológicas hasta adicciones menores que podrían llevarnos a problemas serios de adaptación y salud. Somos adictos a drogas de “recreación”, drogas terapéuticas, alcohol, comida de confort y carbohidratos, sexo promiscuo, pornografía, etc. Si somos liberales muchas de estas cosas nos parecerán inofensivas y permisibles pero no podemos soslayar la sospecha que están asociadas a problemas más graves aunque esto sea difícil de comprobar.

¿Será que nuestra conducta adictiva comienza en la infancia con tener demasiados juguetes? Hace unos pocos años un niño muy inteligente me decía inocente o perversamente: ya sé que voy a ser cuando grande, voy a tener mucho dinero y comprar todos los juguetes del mundo. Uno de mis hijos me cuenta que cuando niño al entrar a una gran tienda de juguetes en Estados Unidos literalmente “se orinaba de ganas”.

Los alemanes, metódicos por encima de todo, han investigado estos orígenes de la conducta adictiva. Una organización llamada Iniciativa Bávara para la Protección de Adolescentes  ha coordinado diversas iniciativas para prevenir adicción en jóvenes. Y ha publicado un folleto titulado Kindergarten sin juguetes, un proyecto para prevenir la adicción en niños y con niños (Schubert y Strick, 1996). El título lo dice todo y la tesis principal es que el exceso de juguetes en la infancia estimula una conducta adictiva desde etapas muy tempranas de desarrollo de la personalidad. Los investigadores organizaron un jardín de infancia sin juguetes y observaron cuidadosamente a los niños.  Afirman que el juego se volvió más creativo y social teorizando que esto prevendría el aislamiento y rutina característicos de una conducta adictiva. ¡Por favor no intente repetir este cruel y muy alemán experimento en su familia durante esta época!  Pero vale la pena meditar sus enseñanzas. ¿Será que estamos volviendo adictos a nuestros niños desde muy temprano en la vida?

Entonces para no abrumar al niño con juguetes hay que seleccionarlos. Creo que esto es muy difícil para los padres e hijos sometidos a un virtual bombardeo consumista. Pero los abuelos, parientes y amigos podemos moderar un poco esa batalla desde los flancos. Creo que mi nuera y madre de mis dos nietos va a reír pues yo soy uno más de esos abuelos con “problema de límites” pero, bueno, puedo sugerir e intentar seguir reglas.

 Antes que nada no creer que aquello que nosotros idolatrábamos como juguete sea importante para los niños hoy.  Los caballos de palo están irremediablemente fuera de moda.  Soldaditos de plomo y canicas pequeñas son condenados ahora como peligrosos, y con razón.

 La nota de la BBC que cité arriba enumera características deseables del buen juguete. Primero que incite la fantasía. El niño pequeño descubre su identidad a través de juego de roles y esto debe estimularse. “Imagínate abuelo que somos rinocerontes como en este libro” me decía mi nieto hace un año (ambos nos resfriamos por compartir esa fantasía).  Juguetes que ayuden a la sociabilidad: una casa de muñecas o una caja grande pintada como casa, fuerte o castillo. Juguetes versátiles que puedan ser cualquier cosa: cubos, cubos, cubos.  Durabilidad que permita al juguete convertirse luego, a veces años después, en un objeto de nostalgia. Entonces  fantasía, sociabilidad, versatilidad y durabilidad en un juguete lo hacen bueno.

Y no necesariamente que sea de “mall”.  Un experto opina que los mejores juguetes son los colonizados o sea un objeto doméstico transformado en juguete. Un gran maestro infantil sugería “objetos pequeños y grandes, inventados por educadores y padres y que no se encuentran en el mercado” (Loris Malaguzzi, La educación infantil en Reggio Emilia). Hace pocos días descubrí por mi nieto y un primito que jugaba con él que un abanico de paja para fogón podía ser perfectamente un arma de las tortugas ninja y hasta se le parecía.

Y recordar siempre: el juguete más importante para un niño es participar nosotros en sus juegos e historias, leer y contarle cuentos. No se preocupe por la originalidad, les encantan los chistes malos y relatos repetidos hasta el cansancio. Mi nieto Marco cuando come de un platito ilustrado con el Arca y animales me pide: ¡Cuéntame de nuevo lo de Noé! Y lo haré hasta el Diluvio.

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