En Caucasia, el pueblo se rebeló en las urnas

En Caucasia, el pueblo se rebeló en las urnas

El resultado de las elecciones atípicas demostró que cuando la gente se organiza, tramita su inconformidad electoralmente y no cede ante la politiquería puede cambiar la historia

Por: Fredy Alexánder Chaverra Colorado
junio 08, 2021
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En Caucasia, el pueblo se rebeló en las urnas
Foto: Twitter @GobAntioquia

Aún recuerdo que en mi primera estadía en Caucasia pasé por tremenda “bisoñada”. Entré a una cafetería en inmediaciones a la Casa de la Justicia y me vi en medio de una acalorada discusión política. Por esos días ya se estaban calentando los motores para las elecciones locales de 2019 y el tema de conversación era la aspiración de un tal Arabia. Con algo de impertinencia, escuché parte de la conversación y en algún momento me animé a preguntar: ¿Quién es Arabia? En realidad, pensé que se trataba de un empresario árabe, ¡vaya ingenuidad! Al escuchar mi pregunta, un sorprendido contertulio me miró con desconfianza y solo dijo: “Mijo, Arabia es el dueño de este pueblo. Y seguirá siendo y poniendo alcalde después de muerto”. Y así pasé la bisoñada, pues siendo un politólogo que alardea de tener claro el país político, no tenía ni idea quién era el “dueño del pueblo”.

Ya luego me informé con más detalle y confirmé el poderío de José Nadín Arabía, no solo era el jefe político del entonces alcalde, Óscar Aníbal Pérez, sino que también había sido alcalde por derecho propio en 1992, 1998 y 2012. El dicho era que “cuando Arabia no es alcalde, pone alcalde”. En las últimas dos décadas había logrado enquistar una estructura política en la alcaldía, valiéndose de extensas redes clientelares y apoyos de caciques más poderosos, como los condenados Ñoño Elías y Musa Besaile (la política cordobesa históricamente ha tenido una fluctuante influencia en el bajo cauca). Además, en 2014 había sido reseñado por el paramilitar “Cuco Vanoy” como parte de los políticos cercanos al Bloque Mineros. Algo que no trascendió más allá de una declaración en Justicia y Paz. Ese era el perfil de Arabia, el del típico político tradicional (hasta con barrios que tienen su nombre), un cacique.

Muchos daban por descontado que en 2019 se pensionaría con su cuarto periodo en la alcaldía, al menos, eso creían.

El fenómeno Leiderman

El principal contrincante de Arabia en esa contienda fue Leiderman Ortíz, un reconocido y mediático periodista, fundador de “La Verdad  del pueblo” y para entonces considerado como “el periodista más amenazado del país”. No era su primera incursión en política, ya en 2011 había aspirado sin éxito al Concejo y en 2019, respaldado por sectores tradicionales del partido de la U y sobre los hombros de su trayectoria periodística, decidió redoblar la apuesta y jugársela por la alcaldía. Se mediría contra el cacique. Una batalla de David contra Goliat. De entrada, algunos la dieron por perdida, pues subestimaron algunos factores, entre ellos: el agotamiento de la ciudadanía con una estructura política que ya había cumplido los 20 años; los altos índices de violencia y desempleo, y especialmente, la capacidad de Leiderman para hacer campaña y posicionar su discurso. Su eslogan fue sencillo y ganador: ¡Con seguridad, vuelve el empleo!

Y así derrotó al cacique por goleada, alcanzó 16.002 votos (la votación más alta en la historia de Caucasia) y le sacó 10 puntos de ventaja. Nada que hacer, por primera vez Arabia probó el sabor de la derrota y el antiguo periodista se alzó con la alcaldía más importante del bajo cauca. Al final de la jornada, el balance fue el siguiente: el pueblo se rebeló en las urnas.

Sin embargo, Leiderman no se pudo posesionar, ya que estaba inhabilitado cuando se inscribió como candidato (entre 2017 y 2018 fue contratista del hospital) y tras una suspensión del Tribunal Administrativo de Antioquia inició una intensa batalla judicial que a la postre perdió. A pesar del traspié, tras la programación de las elecciones atípicas se volvió a inscribir para enfrentarse nuevamente a Arabia. Pero el destino le tenía reservado otro camino, pues una semana antes de las elecciones (venía puenteando en las encuestas) falleció por Covid.

El legado continúa

Tras la muerte de Leiderman, su sobrino y heredero político, Jefferson Sarmiento, un joven de 24 años sin mayor experiencia política, se inscribió como candidato avalado por la coalición AICO y Colombia Humana. Sin mayores complicaciones, sustentó su breve campaña en su condición de “sucesor” y en todas las piezas publicitarias apareció al lado de su fallecido tío. Cuestionando a la clase política tradicional y con el enorme reto de materializar una visión de gobierno en menos de dos años, el pasado 8 de junio superó otro récord, se convirtió en el alcalde más joven en la historia del municipio. Alcanzó 12.650 votos y le sacó 18 puntos al cacique. Arabia volvió a probar la derrota y tal vez así entendió que ya no era “el dueño del pueblo”.

En la victoria de Jefferson fue decisiva una campaña fugaz más enfocada en recordar a Leiderman que en otra cosa, muchos votaron al sobrino como un homenaje al tío; además, el pueblo se volvió a rebelar y defenestró a una clase política arrogante personalizada en un político que reunía todos los vicios de la politiquería.

El cambio del poder político en Caucasia es interesante, al menos, por dos razones ; primero, es un municipio donde la política tradicional es el pan de cada día e históricamente las elecciones se han dirimido con clientelismo y compra de votos; con las victorias de Leiderman y Jefferson se demostró que la opinión también tiene espacio (siendo un factor clave el relevo generacional) y que los llamados pueblos de la costa no están condenados a vivir sometidos bajo el poderío de los caciques; segundo, evidenció que cuando el pueblo se cansa puede castigar a sus verdugos en las urnas.

Hasta Petro trinó en Twitter recordando el apoyo de Colombia Humana a la campaña de Jefferson (aunque el apoyo de Colombia Humana no fue decisivo para esa victoria, ya que operaron incentivos más locales). Algo que da cuenta de la importancia de esas elecciones y su proyección ideal de cara a las próximas elecciones nacionales.

Y el pueblo se rebeló

Volviendo a Caucasia, me gustaría volver a entrar al mismo café y encontrarme con los antiguos contertulios, seguro tendríamos mucho de que conversar. Si Jefferson logra que su elección se traduzca a largo plazo en una transformación en la cultura política y ciudadana del municipio, podrá dejar un legado que impida que Caucasia vuelva a ser “tierra de caciques”; sin embargo, no tiene mucho tiempo de gobierno y entra con la desventaja de darle continuidad a un plan de desarrollo que viene caminando. Además, ocasionalmente esas victorias quijotescas no trascienden en el tiempo, solo hay que recordar cuando en Bello ganó el voto en blanco, pero la clase política rápidamente se recompuso y puso alcalde. Sin anticiparme a conclusiones, solo tendría que agregar que Caucasia nos demostró que cuando el pueblo se organiza, tramita su inconformidad por la vía electoral y no cede ante las prácticas de la politiquería, puede cambiar la historia.

Una lección que no podemos olvidar en el 2022.

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