Lo conocí en Neiva cuando buscaba un sitio para pasar una temporada lejos de La Jagua. Me lo presentó un médico amigo, Héctor Zamora, que por aquel entonces era decano de la Surcolombiana. Así que los llevé a la casa de mi abuela, a un apartaestudio que yo acababa de construir con mis últimos ahorros de aquel entonces en lo que era el cuarto del servicio... La casa era y aún sigue siendo un lugar especial: tenía hasta el 6-39 de Nikola Tesla (en la Cra. 17), número que siempre buscaba el genio de la electricidad para crear; y en ese lugar del barrio Calixto se escribieron varios capítulos de El Dandi Multicultural del Suburbio por el novelista alemán Peter Schonowski; los poemas “Despedida” y “Última Voluntad” del suegro de este -el vate Ángel Sierra Basto- dictados a Armando Cerón Castillo… y varios poemas de mi libro Uni-versos.
La casa de Neiva fue para Garzón, un lugar donde se le juntaron el desamor y una crisis existencial, pensaba en suicidarse, pero bueno…, como era su naturaleza, también fue el lugar ideal para la creación artística; ahí esculpió algunos caballos y la mujer del colibrí que fueron superexitosos.

Yo creo que nos encontramos en momentos similares: él llegó muy ilusionado con una novia que le acababa de dar un hijo; y eso se convirtió en un desamor; y yo, en uno de los momentos más frágiles, en el que sufrí una ruptura con mi familia, en la que decidí romper con todo. Algo que es más frecuente en la vida de Emiro.
Emiro dejó la verja abierta, mi abuela que padecía Alzheimer se salió, y mi tía María Ferlina que había sido reina, me culpó de eso delante de los míos, diciéndome que lo había hecho para que mi abuela fuera arrollada por un carro y así cobrar la herencia. Mi madre sin ninguna piedad ni análisis de la situación, la secundó y eso hizo que me cerraran todas las puertas en Neiva, por lo que me fui a trabajar al Cauca más adelante. La familia de mi padre, también quiso sacarlo de su casa en Fontibón, que era la casa de mi abuelo el senador Carlos Lis, para poder venderla y tirarlo a la calle; y mi padre, como es propio de sí, me demandó declarándose viejo e impedido sin serlo, para que yo lo sostuviera. Entonces opté por renunciar a mi herencia, a mis apellidos y a mi familia… Me quedé con el Ucrós que siempre han sido la única familia que he tenido. Con Emiro, bebimos juntos, lloramos en el hombro del otro, nos compartíamos poemas, lecturas filosóficas, hablábamos de arte, de viajes, cada vez menos de mujeres, y mucho de esculturas… En ese momento álgido nos hicimos más que amigos, casi hermanos…y como hermanos, también peleamos. Pero ninguna pelea entre amigos dura para siempre.
Creo que es un ser muy especial, nada menos que el primer artista que ha podido vivir de su obra en el Huila, cosa que no hizo ni siquiera José Eustasio Rivera, y tal vez ahora lo estén logrando unos pocos como Carlos Salas y Javier Chinchilla.
Solía decirme que su padre cambió la casa en la selva por una escopeta para poderlos sacar de ahí a él y a su familia; que en la casa de la selva de Belén de los Andaquíes, en el Caquetá, no tenía juguetes, así que horadaba limones con alambre dulce y alambre de púa para hacer sus toretes y su vacada, y jugaba a ser vaquero… Luego entró a su casa la guerrilla, y con la bondad del suelo arcilloso de su patio, empezó a hacer los primeros soldados y juguetes de arcilla. Entonces jugaba a la guerra de guerrillas… Había pensado como un humilde joven, leyendo a Marx, porque la mamá, Flor Ángela Correa, del Hobo, había sido una gran lectora, y sin instituciones del Estado que llevaran la modernidad a esa zona, en entrar tal vez al ELN; mientras el papá, Víctor Manuel Álvarez de Montenegro, buscaba afanosamente negocios, la vida de su hermano Hugo Garzón, un líder indígena en el Cauca que mejoró las condiciones económicas de su comunidad en Piendamó, se apagó violentamente porque no era coherente con los intereses de la guerrilla. La guerrilla solo entra donde hay pobreza para poder manipular. Y hoy el negocio del narcotráfico hace que tengamos guerrillas de derecha y de izquierda muy poderosas, con el mismo discurso de hace más de medio siglo, que son las que están detrás de muchos de los candidatos actuales, incluso al más alto nivel, porque necesitan de ellos para proteger sus negocios. En un país donde hay 2 millones 226 mil toneladas de cocaína procedentes de 262 mil hectáreas, solo se incautan 700. El negocio produce cerca de 60 billones de dólares, más que el PIB de Estados Unidos. Y casi todo se va para paraísos fiscales. Lo que se invierte acá alcanza a mover la aguja del dólar, poniéndolo por debajo de los 4 mil pesos, pero “no les alcanza” para mejorar la vida de los campesinos, ni pavimentar sus vías…Los necesitan pobres para que sigan engrosando sus filas y prestándoles seguridad.
Emiro es un campesino de origen, con una fuerza interior impresionante…cuya obra se ha valorizado por sus pocas salidas a Suiza, México, Estados Unidos, y la pasión que ha despertado entre las gentes del Huila, pero no por el narcotráfico, a los niveles estrambóticos que llegó la obra de Fernando Botero, quien defendió en un evento en Suiza su obra costumbrista.

Emiro, no sé cuántas veces ha roto el molde, luchando contra las imposiciones de la cultura, luego contra su zona de confort, incluso sobre su propio éxito y ha reinventado su obra. Ha pasado de lo figurativo al surrealismo temprano; del surrealismo al costumbrismo, exagerando las proporciones de los animales, jugando con el punto de gravedad y el pelo y las sábanas de sus modelos en sus hamacas; siendo atravesada su obra por el elemento erótico... En su obra ecuestre tal vez resuena el galope de los primeros caballos de paso fino importados a la Hacienda Laboyos por José Hilario López; los corceles que recibieron los lanceros de la provincia de Neiva bajo las órdenes de Jacinto Lara en la batalla de Ayacucho, decisivos en el destino de las actuales repúblicas; y “Los Potros” de José Eustasio Rivera a quien recita de memoria. Quiero que los toquen -son fríos- pero para llegar a esa temperatura y esa forma audaz y estilizada, tuvieron que romper su molde que otras veces se perdió en la fragua del bronce a la cera perdida para salir del horno, igual que Emiro, entre la belleza y el sufrimiento.

El pasado 28 de noviembre, la ciudad de Pitalito inauguró la nueva Escuela de Música y el lanzamiento del programa regional "Artes para la Paz", contó con la presencia de la Ministra de las Culturas, las Artes, y los Saberes de la República de Colombia, Yannai Kadamani Fonrodona, quien hizo un reconocimiento al maestro Javier Chinchilla Nieto, y visitó su Chinchilla Casa Taller, valiosa gestión de Ana María Murcia Real, coordinadora para la red de la región andina del programa Fomento regional para la construcción de paz.
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