El peligro de los líderes carismáticos

El peligro de los líderes carismáticos

Quienes con la levadura de su verbo y las mentiras mil veces repetidas logran que las masas borregas los sigan ponen en riesgo el devenir de la sociedad

Por: Felipe Solarte Nates
junio 21, 2019
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El peligro de los líderes carismáticos
Foto: Bundesarchiv - CC BY-SA 3.0

Algunas especies animales por instinto de supervivencia se agrupan en manadas lideradas por "machos alfa", más fuertes físicamente, que después de tenaces combates con sus rivales imponen su liderazgo adquiriendo el privilegio de preñar a las hembras y enfrentar enemigos o dificultades que ponen en peligro la supervivencia de la manada. Paradójicamente son las leonas quienes se agrupan y distribuyen el trabajo a la hora de cazar las presas que también alimentarán a sus crías y al "vago" del león, presto a comer de primero.

En el caso de los animales más evolucionados y dañinos: los humanos, cuando la supervivencia de las tribus dependía de la fuerza bruta combinada con astucia para adaptarse a las circunstancias, los líderes demostraban en los campos de batalla y en sus expediciones de caza y saqueo, la fortaleza y habilidad requeridas para dirigir y sobrevivir, mientras las mujeres se dedicaban a cuidar de los hijos y cuando se volvieron sedentarias, también de sus cultivos y viviendas.

Con la aparición de la escritura y la organización en sociedades más complejas regidas por creencias religiosas y códigos para regular los ritos y costumbres surgieron las dinastías.

La formación de los líderes fue un proceso que no sólo exigía habilidades físicas, técnicas y tácticas para la guerra. También sólida formación intelectual a cargo de los ancianos sabios, chamanes, sacerdotes y en el caso de Alejandro Magno, fue asumida por el filósofo Aristóteles, preparándolo intelectualmente para que después de sangrientas guerras de conquista combinada con hábil diplomacia extendiera la cultura griega y sus instituciones hasta límites de la India, a cuyos habitantes habían clasificado como bárbaros o inferiores, por creer en otros dioses y regirse por costumbres y códigos diferentes.

Siglos después, justificándose en la “superioridad cultural, religiosa y moral”, los cruzados emprendieron la conquista de la Tierra Santa en manos de “los musulmanes infieles”, masacrando y saqueando los reinos que se topaban en el camino. Con argumentos similares los reyes católicos de España expulsaron a los trabajadores y creativos moros y judíos de la península y como líderes de la Contrarreforma, además de crear la Inquisición y liderar la lucha desatada contra los "herejes" protestantes en Francia, Inglaterra y otros países, emprendieron la conquista de América para llevar a los "infieles salvajes e idólatras" la “religión verdadera” y enloquecidos por la fiebre del oro casi exterminan a los indígenas que años después fueron reemplazados por esclavos africanos.

Desde entonces la humanidad ha sufrido numerosas guerras cada vez más devastadoras, a medida que en la civilización o "sifilización" occidental se aceleró el conocimiento científico y tecnológico y después del derrumbe progresivo de las dinastías reales y el sucesivo predominio de la Francia napoleónica, la Inglaterra Victoriana y los Estados Unidos como potencia mundial hegemónica, autoerigida como defensora de la “democracia neoliberal” en que vivimos.

En medio de agudos conflictos socioeconómicos y políticos surgen los líderes carismáticos. Algunos, con gran ego y carácter mesiánico que raya con la psicopatía, pueden sacar a sus pueblos de grandes dificultades como lo hizo Churchill en Inglaterra, o meterlos hasta el cuello en el pantano que los ahogará. Así le sucedió a Hitler movido por la sed de venganza que le engendró el humillante tratado de Versalles impuesto por Francia, Inglaterra y sus aliados vencedores en la Primera Guerra Mundial. Basado en su ideología racista, armó moderno y poderoso ejército. Amparado en el control de programas educativos, la radio y el cine, lavó el cerebro de "las masas", especialmente de la niñez y juventud. Creyéndose invencible y dueño de la "verdad revelada", los embarcó en una guerra de conquista y cuando debido a sus errores y avance de los Aliados y Rusia, el Tercer Reich estaba perdido, se sintió traicionado por sus seguidores y al no rendirse prefirió llevar a la niñez y juventud hitleriana hasta la muerte y a Berlín y su país destruido, suicidándose junto a su amante, para no ser apaleados y descuartizados, como le hicieron a su maestro Mussolini y a Clara Petacci su amante.

“El Estado soy yo” y mi opinión, es la máxima seguida por dictadores como Stalin, Pol Pot en Camboya, Franco en España, Pinochet en Chile y otros líderes asesorados por tipos como Goebbels, el maestro de la manipulación de las masas a través de la radio, cine y los grandes desfiles nazis.

Maduro, cuando se apoderó de los poderes legislativo, judicial y los medios de comunicación, siguió sus pasos desde otra orilla ideológica; al igual que desde la ultraderecha, en Colombia, la línea dura del Centro Democrático encabezada por José Obdulio Gaviria, el exasesor de su primo Pablo Escobar Gaviria, con su embeleco de la preponderancia del “Estado de Opinión” sobre el “Estado de Derecho”, pretende retroceder la historia de Colombia a 1875, cuando se libró una guerra entre los conservadores clericales, dirigidos por Mariano Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro que defendían la educación católica obligatoria, contra los liberales radicales partidarios de la educación laica y a 1936, cuando se opusieron a las Reformas liberales de Alfonso López Pumarejo que contemplaban la Reforma Agraria, Urbana, Laboral, Educativa, etc.

A raíz del estorbo que para la perpetuación de Uribe y el boicoteo a los acuerdos de paz con las Farc, significan: la división de poderes, las altas Cortes y en especial la Suprema de Justicia, que lo investiga, el Congreso donde no tienen mayoría, autoproclamándose como los defensores de las buenas costumbres católicas y de las variopintas “iglesias cristianas”, además de apoderarse del Centro de Memoria Histórica y cambiar los contenidos educativos según su ideología ultraconservadora y manipulando las redes sociales mediante información falsa, quieren prolongar la vengativa guerra paramilitar desencadenada por el asesinato del padre de Uribe, en manos de las Farc, y eludir la acción de la suavizada justicia que busca la JEP para guerrilleros, militares y civiles que durante el prolongado conflicto cometieron masacres y diversos crímenes.

El peligro de los líderes carismáticos es mayor cuando con la levadura de su verbo y mentiras mil veces repetidas logran que las masas borregas se las traguen, como lo recomendaba el nazi Goebbels. Claro ejemplo de esto es el estilo de Trump, Bolsonaro, Putin, el líder norcoreano y Uribe, quienes por perpetuarse en el poder no dudan en embarcar a sus pueblos en devastadoras guerras que los llevan a la ruina y en nuestra época de átomos a punta de volar, hasta la devastación de la vida en el planeta.

Hay mucho loco suelto en el poder, actuando en primera persona o a través de títeres. ¡Que Dios y el diablo nos cojan confesados!, dirían las beatas.

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