El gran salto de la Feria del libro de Cali

El gran salto de la Feria del libro de Cali

Cuatrocientas mil personas llegaron al evento que ofreció cientos de charlas alrededor de los libros y los escritores, rompiendo todos los récords de asistencia

Por: Carmiña Navia Velasco
octubre 24, 2022
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El gran salto de la Feria del libro de Cali
Foto: Manuel Tiberio Bermúdez

La Feria del Libro de Cali sorprendió este 2022.

La dinámica cultural del Cali ha sido y es compleja. Ha tenido momentos de grandes realizaciones y momentos en los cuales se ha bajado a los mínimos. Las mujeres han jugado y juegan en ella un papel determinante y radicalmente beneficioso. En la segunda mitad de los años 60 un grupo de mujeres liderado por Maritza Uribe fundó el museo de arte moderno La Tertulia,  en esos años y a principios de los 70, estas mujeres desarrollaron la propuesta de Los festivales de arte… que convirtieron a la ciudad en la capital cultural de Colombia.

Quienes en esos años éramos jóvenes tuvimos la oportunidad de ver muy buen teatro nacional e internacional, asistir a múltiples conferencias de alta calidad en términos de literatura, filosofía, arte… disfrutar de expresiones cinematográficas que recogían lo mejor del momento: Bergman, Pasolini, Antonioni… llenaron con su magia las recién estrenadas grandes salas de cine en la ciudad. Más o menos en esos años Gustavo Álvarez Gardeazabal convocó dos encuentros de escritores latinoamericanos y nos visitaron escritores de la talla de Vargas Llosa, Camilo José Cela y Clarice Lispector.

Estos festivales se silenciaron poco a poco, sin que nunca se supiera a ciencia cierta por qué… es cierto que  muchas veces estas convocatorias se centraron en la herencia cultural que venía del norte y centro del Valle del Cauca, ignorando la cultura que nos llegaba del Pacífico. Entre tanto, fue creciendo a la sombra de los guayacanes esa otra parte de la ciudad que desde el Barrio obrero y San Nicolás se extendió por el centro y hacia el sur: La salsa llenó las emisoras y los corredores caleños.

El Pacífico pasó de ser ignorado a convertirse en la única expresión de la ciudad. Mundialmente, Cali fue conocida como la capital de la salsa y no ya, la capital del cielo a la que el narcotráfico desterró del edén. En las últimas décadas la herencia del Pacífico se instala cómodamente en nuestros lares copando con Delirio y el Petronio, la agenda cultural.

Cali nunca ha sido una ciudad lectora, las editoriales lo pregonan y en general se niegan a traer hasta ella a sus autores más connotados. Sin embargo hace ya algunos años, distintos grupos e instituciones se han empeñado en realizar la Feria del Libro de Cali, en distintos lugares, con distintos énfasis y con resultados diversos. Las últimas versiones realizadas en los alrededores del Paseo Bolívar y el Bulevar de la Avenida Colombia se han logrado instaurar como una alternativa válida y exitosa.

En este año, bajo la dirección de Paola Guevara, esta realización ha dado (a mi juicio) un salto cualitativo. La localización espacial misma, a lo largo del bulevar, con amplitud y visibilidad le da un aire más suelto, más alegre que la concentración anterior a lo largo del Puente Ortiz y en el Parque de la Retreta. Esta localización le permite además una mayor integración con otros ámbitos de la ciudad y una interacción con cafés y estaderos que se ubican en el sector. Yo diría que incluso sería mejor, sacarla totalmente del parque de la retreta y extenderla hasta la Calle séptima, como el alumbrado  navideño.

La inmensa cantidad y variedad de charlas, presentaciones de libros, conversatorios y eventos diferentes, la han convertido en una actividad atrayente para muchos ambientes de la ciudad. Un gran acierto: la escogencia de la diversidad  como eje transversal que cohesiona tanta opción. La decisión de llevar la feria a otros espacios e instituciones de la ciudad y del departamento, le dan una originalidad acertada y necesaria. Y finalmente la oferta editorial que resulta un lujo para lectores y lectoras —muchos o pocos— de la ciudad.

Mirando hacia adelante, estoy convencida que la Feria del Libro de Cali, bajo la dirección de su actual directora, puede convertirse en el evento cultural más importante de Cali y del Valle del Cauca. Si la diversidad —en el más amplio sentido de la palabra— se mantiene como eje de la misma, esta fiesta del espíritu se puede convertir en el ámbito de encuentro de diversas tradiciones del norte y del sur, del oriente y del oeste, del adentro y el afuera… que tradicionalmente se  han mantenido y crecido de espaldas, sin un diálogo necesario y enriquecedor.

Lograr una mayor integración con los maestros y colegios para programar visitas dirigidas y con las bibliotecas barriales para multiplicar la resonancia, debe ser una apuesta. Igualmente convocar al teatro y a la academia para que todos y todas nos concentremos en hacer de estos días un festival de la cultura envidiable. Las entidades que apoyan la cultura en Cali y en el Valle, tienen por delante un reto enorme: patrocinar anualmente este evento para convertirlo en una convocatoria de ciudad que nos devuelva la autoestima y nos haga gritar ante Colombia, que en Cali sí se puede.

 

 

 

 

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