El gobierno de los empresarios exitosos

El gobierno de los empresarios exitosos

"El pueblo que ha sido domesticado para trabajar, trabajar, trabajar y elegirlos solo debe esperar más de lo mismo, y claro, su pobreza, en beneficio de los poderosos"

Por: Alfonso Luna
septiembre 26, 2018
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El gobierno de los empresarios exitosos
Foto: Pixabay

“El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, la frase con la que Abraham Lincoln definió la democracia hace rato está abolida en el lenguaje político colombiano. Se transfiguró en una caricatura, porque si bien el gobierno es elegido por el pueblo gracias a la manipulación mental del votante a través de poderosos instrumentos de comunicación social, resulta que en su ejercicio no se preocupa por cumplir el interés general, sino el beneficio de una oligarquía excluyente.

Antes de que transcurran unos quince días más, tiempo suficiente para que a los colombianos les hagan olvidar el primer escándalo del gobierno Duque protagonizado por su avivato ministro de Hacienda, mientras se cocinan los demás, quiero dejar una constancia, que anticipadamente sé que no tendrá ninguna trascendencia porque no proviene de los grandes emporios de la comunicación que manejan Ardila Lule, Sarmiento Angulo, los Char o los Santodomingo, entre otros, que son los encargados de "amasar" personas y manipularlas para acondicionarlas a la defensa de sus excluyentes intereses, así no sepan de qué hablan a través de las redes sociales. Esta constancia la dejo sOlo por mi insolencia como periodista ante los abusos del poder político y económico consentido, de manera ingenua, por la mayoría de los electores colombianos.

Al estudiar quiénes son los integrantes del gobierno Duque he descubierto que son personajes que han obtenido o aumentado su fortuna mediante operaciones financieras y especulativas a corto plazo para conseguir plusvalías espectaculares, ninguno, a partir del beneficio derivado de las actividades industriales o productivas que generan empleo y riqueza para la sociedad.

Me atrevo a pensar que se trata de un modelo que hoy reemplaza el sistema de ganancias derivadas del narcotráfico, tipo Pablo Escobar, Rodríguez Gacha, o el Clan de los Ochoa, respaldado por el paramilitarismo; pero que también está reemplazando la reconocida corrupción, tipo El Guavio, Foncolpuertos, Interbolsa, Carrusel de la contratación en Bogotá, Saludcoop, Fidupetrol, Odebrecht, o los desfalcos a los recursos de la gobernación de Córdoba, o a los de la Dirección Nacional de Estupefacientes (DNE). En contraprestación a la inocua consulta anticorrupción, se diseña un nuevo modelo, el gobierno de los “empresarios exitosos”.

Son celebridades que manejan negocios, amasan fortunas y a quienes los hacen saltar a la política para alcanzar la cima de su exitosa carrera. En consecuencia, como ha sucedido en otros países, lo que siempre logran es aumentar la brecha de desigualdad, porque hacer política, hacer democracia, es otra cosa. Pero eso no les importa.

Entonces, hacen de su éxito empresarial una carta de presentación electoral, y la gente les come cuento. Elegidos, proceden a congelar los recursos para la inversión social, a eliminar prestaciones especiales, y obvio, como primer anuncio, a advertir que se hace necesario aumentar la represión a movimientos sociales que a través de protestas les dé por exigir calidad de vida, educación pública de calidad, empleo, servicios públicos o asistencia a los sectores más vulnerables.

Este tipo de gobierno termina, generalmente, incrementando la deuda interna y externa; desmantela el fomento económico sectorial mientras decide cómo gravar aún más la canasta familiar, aumentar las tarifas de agua, energía y gas, y los impuestos a sectores productivos populares, simultáneamente pensando cómo aplicar una exención del impuesto de renta de las empresas dizque para para impulsar economía, o en reformas pensionales que también les aminore egresos hacia la base social, entre otras, para satisfacer apetitos de asociados financistas de las campañas electorales. Entonces, “la plata no alcanza” se convierte en principal argumento económico.

Miremos un botón, una pequeña muestra de estas lumbreras en el gobierno de Duque, que nos darán pautas para deducir o prever el futuro inmediato que le espera a todos los colombianos, incluyendo a los ingenuos que seguirán creyendo en la bondad de su voto uribista del domingo 17 de junio de 2018:

El ministro Carrasquilla, socio de Konfigura y de otras empresas como Crowe Horwath, y de la panameña Navenby Investments Group, trabajó también para el FMI, en la Corporación Andina de Fomento y para el Banco Mundial, ya sabemos en las que anda, y para dónde va; habrá futuro.

Clara Parra, la esposa del ministro Carrasquilla, fue nombrada consejera para la competitividad, al tiempo que Carlos Enrique Moreno, el cuñado de Álvaro Uribe, decidió ser una especie de superconsejero para la ejecución de la política pública presidencial.

El hijo del empresario Carlos Ardila Lülle y uno de los codirectores de ese importante grupo empresarial, Antonio José Ardila, y su esposa, Luz Ángela Sarmiento, presidente de la Junta Directiva de la Casa Editorial El Tiempo TV, quien es hija de Luis Carlos Sarmiento Angulo, se fueron de embajadores ante el Reino Unido.

Francisco Santos, expresidente de Uribe, exdirector de RCN Noticias de la mañana, empresa de la Organización Ardila Lülle, salió para Washington como embajador, mientras su hijo, Gabriel Santos García, queda ejerciendo como representante a la Cámara por el Centro Democrático.

El corrupto exprocurador Ordóñez, todos sabemos, salió como embajador ante la OEA.

El expresidente de la Federación Nacional de Avicultores, y de Fedecafé, Andrés Valencia, pasó la puerta giratoria, por la cual se transita libremente de los cargos empresariales a los puestos públicos y viceversa, en este caso, mientras ejerce como ministro de agricultura; el de Comercio, Restrepo Abondano, viene del FONADE, nido de corrupción como lo han denunciado varios periodistas; el minambiente, Ricardo Lozano, ficha de la Asociación Nacional de Industriales, ANDI; Botero Nieto, el de Defensa, presidente de la Federación Nacional de Comerciantes, FENALCO, mientras vuelve para allá; María Fernanda Suárez, de Minas, ficha del City Bank y el Bank of America. El de salud, Juan Pablo Uribe, también viene del Banco Mundial… Jonathan Malagón, de Vivienda, vicepresidente de Asobancaria (Asociación Bancaria y de Entidades Financieras de Colombia); Ángela Orozco, que encabeza el gremio de productores de grasas y aceites -Acegrasas- es, por ahora, mintransporte… y hasta la payanesa Silvia Constaín Rengifo, ministra TIC, también ha sido directiva en Facebook para el Cono Sur y gerente de relaciones gubernamentales de Apple para Sudamérica hispanoparlante, además de haber sido consultora de empresas e instituciones financieras internacionales y agencias de desarrollo.

Todavía hay más: Felipe Buitrago Restrepo, consejero económico para el nuevo gobierno, fue consultor del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Karen Abudinen, alta consejera de las regiones, es reconocida por sus vínculos con la poderosa casa Char de Barranquilla, fue consultora del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y del Banco Mundial, además, contratista de la Alcaldía de aquella ciudad para programas de alimentación y nutrición para niños entre cero y cinco años y madres de estratos 1 y 2.

Lo que quiero resaltar en esta constancia es que en este tipo de mandato, la sensibilidad por “lo social” es sustituida por la autosatisfacción que mueve al financiero y al hombre de negocios, “convencido de que su éxito es la contrapartida a su inteligencia y habilidad para moverse en las nuevas condiciones de una economía cada vez más dominada por las transacciones de carácter financiero”.

Es más, lo demuestra Antón Costas en la publicación citada (de 1992): “Por el contrario, el éxito del hombre de negocios se apoya en la búsqueda y el manejo de información privilegiada, en el establecimiento de una buena red de relaciones con el poder, en prácticas que frecuentemente se sitúan o traspasan las fronteras de la legalidad, en conductas generalmente poco conciliables con la ética y que generalmente son lesivas para gran parte de los accionistas, para los trabajadores y para el interés general”.

Resáltese que este escrito fue publicado muchos años antes de que llegara el gobierno Duque, pero que parece una radiografía de lo actuado por Carrasquilla con sus bonos de agua: “la búsqueda de plusvalías ha reemplazado a la búsqueda del beneficio. Como consecuencia, una cultura especulativa y financiera se ha impuesto a la cultura empresarial”; y diría yo, a la gubernativa de la nación.

Por derivación, el pueblo que ha sido domesticado para trabajar, trabajar, trabajar y elegirlos solo debe esperar más de lo mismo, y claro, su pobreza, en beneficio de los poderosos.

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