El flagelo de la mutilación genital femenina

El flagelo de la mutilación genital femenina

Un llamado de rechazo hacia esta práctica que fomenta la discriminación hacia la mujer, la violencia de género y la violación de los derechos humanos

Por: Diana Carolina Abril Giraldo
agosto 03, 2018
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El flagelo de la mutilación genital femenina
Foto: Cambio16

Para empezar se debe dar a conocer que aún en Colombia en algunos municipios de los departamentos de Risaralda, Chocó y Valle del Cauca (ONIC, 2011-2012) y en el orden internacional, en ciertas regiones del continente africano, se realiza lo que se conoce como mutilación genital femenina, definida por la Organización Mundial de la Salud como se describe a continuación: comprende todos los procedimientos consistentes en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de los órganos genitales femeninos por motivos no médicos.

Dicho procedimiento se clasifica en las siguientes formas:

a. Clitoridectomía: resección parcial o total del clítoris (órgano pequeño, sensible y eréctil de los genitales femeninos) y, solo en casos muy raros, del prepucio (pliegue de piel que rodea el clítoris).

b. Escisión: resección parcial o total del clítoris y los labios menores, con o sin escisión de los labios mayores (labios vulvares que rodean la vagina).

c. Infibulación: reducción de la abertura vaginal mediante una cobertura a modo de sello formada cortando y recolocando los labios menores o mayores, con o sin resección del clítoris.

Pues bien, sea cual sea el que se practique las complicaciones inmediatas que puede traer son: dolor, shock hemorrágico, retención urinaria, ulceraciones en región genital, infecciones bacterianas, tétanos, sepsis. Además, también puede tener complicaciones a largo plazo como las siguientes: formación de abscesos, quistes, trastornos en la cicatrización, infecciones del tracto urinario, dolor durante la actividad sexual, susceptibilidad a infecciones como el VIH/SIDA, hepatitis, inflamación de la pelvis, infertilidad, menstruación exageradamente dolorosa, obstrucción crónica del tracto urinario, incontinencia urinaria, aumento en el riesgo de hemorragia durante el parto, falta de placer sexual.

Sin embargo, a pesar de lo anterior, en algunas culturas este procedimiento no médico se realiza con el fin principal de que las mujeres no sientan ningún placer cuando tienen relaciones sexuales, por eso algunos autores señalan que implica discriminación hacia la mujer, violencia de género, violación a derechos humanos, entre otros. En consecuencia esta práctica es rechazada por muchos, como por ejemplo la ONU, que celebra el 6 de febrero de cada año el Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina.

En general, en la mayoría de casos, dicha práctica se realiza en territorios indígenas. En Colombia, por ejemplo, el pueblo amerindio emberá la realiza. Además de lo descrito anteriormente, es usual que estos procedimientos sean realizados a niñas entre los 4 y 14 años de edad por parteras, quienes afirman ser experimentadas en tales “cirugías”, las cuales se realizan con elementos básicos como cuchillas de afeitar (muchas veces sin la debida higiene).

Por todo lo anterior no deberían admitirse dichas prácticas, bajo ningún régimen, bien sea especial u ordinario, nacional o mundial, pues están totalmente opuestas a la dignidad humana y a los derechos humanos. Igualmente, no se deberían anteponer los derechos particulares de un grupo determinado, independiente de su cultura, pues para mi concepto no podría enmarcarse dentro de ese término, teniendo en cuenta que esos derechos particulares están por encima de los derechos generales de niñas y mujeres, las cuales siguen sufriendo por este flagelo y lo han padecido desde hace varias décadas. Todo lo anterior sin mencionar a fondo otras llamadas costumbres indígenas como crímenes cometidos en nombre del “honor”, las penas discriminatorias y las limitaciones a los derechos de la mujer en el matrimonio, donde se observa cómo algunas de sus “costumbres y tradiciones” deterioran los derechos de niñas, mujeres y hombres, lo cual debería estar eliminado dentro de cualquier sistema.

En efecto, es importante reflexionar e involucrarse, para así contribuir con la eliminación definitiva de dichas costumbres que no representan ningún beneficio para nadie, todo lo contrario. En el caso de Colombia, este es el único país latinoamericano donde se ejerce esta práctica, que evidentemente sale de toda lógica y no es entendible bajo ningún punto de vista, ni régimen alguno. Finalmente, recomendaría una película llamada Flor del desierto, la cual describe tal cual lo que padece una mujer al sufrir esta desgracia.

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