El feminismo de un arácnido
Opinión

El feminismo de un arácnido

Las mujeres nos enredamos en nuestras batallas, en nuestros derechos y dejamos de lado aquellas sencillas propiedades que permiten desarrollar eso por lo que tanto peleamos

Por:
abril 15, 2017
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El feminismo hoy tiene muchas caras. Desde grupos que luchan por el aumento de la participación femenina en programas que enseñen ciencias, matemáticas e ingeniería, hasta las que luchan por los derechos reproductivos. Están las que quieren mejores y más equitativos sueldos, o aquellas que se han dedicado a empoderar a las mujeres y a los hombres para erradicar la violencia de género. Y la lista podría continuar.

Pero en este complicado mundo, también están las que nos recuerdan la importancia de lo más básico. Las razones por las cuales nosotras, las mujeres, tenemos la capacidad de hacer de este mundo uno mejor, más abierto, más amable y más diverso.

 

Me refiero a nuestra habilidad para crear ambientes más colaborativos,
o nuestra capacidad de sentir y entregar simpatía,
compasión y amabilidad

 

Me refiero a nuestra habilidad para crear ambientes más colaborativos, o nuestra capacidad de sentir y entregar simpatía, compasión y amabilidad.  O todas al mismo tiempo.  O nuestros altos niveles de inteligencia emocional que permiten la tolerancia y el respeto por las diferencias. En fin.

Me refiero a esas cualidades que tenemos las mujeres que pueden mejorar de inmediato, cualquier situación en el trabajo o en el hogar.

Paradójicamente, lo olvidamos. Nos enredamos en nuestras batallas, en nuestros derechos y dejamos de lado aquellas sencillas propiedades que permiten el desarrollo de eso por lo que tanto peleamos.

Esto fue lo que me recordó una columna de opinión de Sandra Martin publicada en Globe and Mail, un periódico canadiense.

Martin describe cómo al volver a leer La Telaraña de Charlotte a sus nietas, descubre que el libro hace una aguda mirada al rol de las mujeres en la sociedad de los años 50 en los Estados Unidos. Dadas sus características personales, esta reflexión es de lujo.

Para la autora, el libro escrito por E. B. White no es solo una tierna historia de cómo una araña salva a un simpático cerdito.

No.

Según cuenta, son las mujeres, las granjeras, las que descubren que Charlotte, es más que una peluda y miedosa criatura. Gracias a ellas, los lectores entendemos que la araña es una genio creativo y persistente.  Además asegura que White carga su libro de mensajes empoderadores presentando a las mujeres no solo como educadoras, sino también como ejecutivas.

En su columna parecería que Martin es una mujer de entre los 60 y los 70 años de edad que se nota sorprendida cuando descubre los rasgos feministas del libro. Alguien que reflexiona y asegura que sus nietas, con seguridad, los identificaron desde la primera lectura. Aquí deja ver con pocas palabras y de manera sencilla los grandes cambios generacionales en esta materia.  Muestra, sin querer, la importancia de los años de concientización sobre la materia. Resalta subrepticiamente el inmenso valor de la lucha de las mujeres por las mujeres.

Me pareció fascinante. Sencillo y fascinante.

 

 

 

 

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