El camionero que se convirtió en rey del petróleo

El camionero que se convirtió en rey del petróleo

Harold Hamm, multimillonario hecho a pulso, ícono del fracking, es el hombre tras la superproducción petrolera de EE.UU. que tumbó los precios y nos desfondó el bolsillo

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octubre 20, 2015
El camionero que se convirtió en rey del petróleo

Semana tras semana, durante trescientas cincuenta y siete, J. R. Ewing fue el más popular de los personajes de televisión en los ochenta, el protagonista de Dallas, la serie que retrató el boom petrolero del estado de Texas. Hoy el boom está mucho arriba, en Dakota del Norte, cerca de Canadá. La controvertida técnica de fracturación hidráulica, —el  fracking— propició una verdadera revolución energética en Estados Unidos, tan solo comparable con la primera de John D. Rockefeller. Disparó la producción de petróleo a niveles insospechados haciendo multimillonarios a unos cuantos wildcatters, cazadores de petróleo en regiones inexploradas. El más representativo de ellos es Harold Hamm, quien con algunas salvedades puede ser, a sus 69 años, el equivalente J. R., el texano de Dallas.

Pero Harold Hamm es, sobre todo, el último exponente del sueño americano. Su origen es muy humilde. El menor de trece hijos de una familia de Lexington, Oklahoma, pasó su niñez viajando de un campo de algodón a otro, donde su padre era jornalero. “Hablaba como un pueblerino”, recuerda un amigo de Hamm en el libro The Frackers en el que Gregory Zuckerman, periodista del diario The Wall Street Journal, retrata a las grandes figuras de la revolución energética.

El pueblerino de los campos de algodón se trasladó con sus padres, Leland Albert Hamm y Jane Elizabeth Sparks a Enid, un pueblo que era el campamento de Champlin Petroleum, la imagen viva de Gigante de James Dean. Cuando apenas era un chico de high school había aterrizado en un campo petrolero. Y eso le gustó. Según comenta él mismo en una pequeña autobiografía de sus primeros 25 años para Forbes, allí fue donde empezó a soñar con ser un explorador de petróleo. Petróleo también fue el tema para graduarse de high school, el título más alto de su carrera.

Hamm le apostó a la Formación Bakken que tiene 24.000 millones de barriles

Hamm le apostó a la Formación Bakken que tiene 24.000 millones de barriles

 

Con el diploma en la mano comenzó a trabajar en el campo petrolero. Era el último eslabón de la compañía de servicios, el que manejaba los camiones cisterna de un tal  Johnny Gear. Pero aprendió rápido. Y aún ahora, convertido en multimillonario, Hamm no olvida a sus mentores de Enid, que generosamente le enseñaron todos los secretos del petróleo que ellos habían aprendido durante décadas. Floyd Harrington de Chris Well Service le descubrió la industria de los servicios, Rocky Rockhold, capataz de Texaco era “una fortuna de conocimiento”, Don Longdon de Western Company, el mejor desarrollador de pozos, le habló de estimulación y fracking. Sí, la fracturación hidráulica se hacía desde antes de empezar el siglo XX.

Hamm cuenta que cuando consiguió un codeudor empezó su primera empresa, Harold Hamm Tank Trucks en 1966. Tenía 20 años. Bromea “un nombre muy original, ¿no creen?”. Después llegaría la perforación del primer pozo petrolero en una empresa que llamó Shelly Dean Oil —por dos de sus hijas— y quince años de trabajo con los altibajos de la industria y 17 pozos secos que por poco lo dejan en bancarrota. “El comienzo no fue de home run”, asegura. Pero por su cabeza ya empezaba a rondar la idea de extraer el petróleo de esas rocas porosas y profundas que había en el fondo de los pozos que reperforaba. Era la percepción de un amateur, pero para ese entonces ya había otros geólogos buscando lo mismo.

En Texas, George Mitchell estaba poniendo todo su empeño en su empresa Energy & Development para lograr que la fracturación hidráulica, conocida desde los cuarenta, pudiera ser usada para hacer comercialmente viables los esquistos de gas. Quince años duró en ello, hasta que en 1997 en uno de los pozos logró el éxito. La combinación de la perforación horizontal con la fracturación hidráulica lo había logrado. En términos sencillos el sistema es el mismo que se empezó a emplear para el guiado de los misiles Crucero: se busca esa franja de tierra en los pozos, perforando en horizontal y vertical y girando en ángulo recto. Después, se inyectan en tres o cuatro días unas 10.000 toneladas de agua, arena y unos 290 productos químicos, se rompe la roca y las gotas de crudo entran por los mismos tubos por los que ha salido la mezcla. ¡Eureka!

Mitchell había dado en el clavo. O, literalmente, en la roca. Una nueva era de energía estaba naciendo. Mitchell, quien falleció a los 94 años en el 2013 vendió su empresa a Devon Energy en 2001 en 3.500 millones de dólares. Pero Harold Hamm estaba convencido que el futuro estaba en esa técnica para extraer el petróleo, y de inmediato dio instrucciones para que su empresa, que desde 1967 llamó Continental Resources, consiguiera en arriendo cientos de miles de acres en Dakota del Norte, donde se había empezado a hacer pruebas. Aunque todos lo miraran como si estuviese loco.

La apuesta era por Bakken, una franja de tierra de unos cien metros de espesor situada a unos dos kilómetros de profundidad, en un territorio que es una estepa desolada en el extremo norte de EE. UU. Hoy es la famosa Formación Bakken en la que Hamm estima que hay unos 24.000 millones de barriles y en la que su empresa tiene la mejor posición de todas.

Bush durante el 2005 Energy PolicyAct. Foto: Casa Blanca, Eric Draper

Bush durante el 2005 Energy PolicyAct. Foto: Casa Blanca, Eric Draper

Bakken se volvió una mina de oro negro cuando George W. Bush solucionó el grave problema de la enorme cantidad de agua que requiere el fracking. De un plumazo Bush borró todas las normas medioambientales que lo afectaban en la Energy Policy Act de 2005. Hoy se conoce popularmente como “La escapatoria Halliburton”, un vacío legal que da libertad para pinchar y fracturar el suelo de EE. UU. sin miramiento alguno. El culpable de ello fue el entonces vicepresidente, Dick Cheney, quien anteriormente había sido ¡presidente ejecutivo de la petrolera Halliburton!

En medio de un debate entre crecimiento económico y medio ambiente que aún no termina, Hamm empezó a convertirse en multimillonario y Estados Unidos en el mayor productor de petróleo. El chico que montaba las llantas en Enid acumuló la mayor cantidad de petróleo del mundo, salvedad hecha de reyes, dictadores y cleptócratas postsoviéticos. Continental Resourses, con reservas probadas de mil millones de barriles, se hizo pública en el 2007, y vio subir el valor de la acción un escalofriante 600 % hasta el año pasado. Hamm con el 68 % de ellas, ya era uno de los magnates de Estados Unidos.

Por encima de los otros pioneros lo había conseguido con una combinación de cuidadoso manejo gerencial, financiero y sobre todo, austeridad. Para la muestra, el restaurante favorito de Hamm es una cafetería en Oklahoma City que se llama Sweets & Eats, donde almuerza una sopa de vegetales y trocitos de carne que termina con medio vaso leche entera en uno de icopor al que le pone las migas que desmorona de un pan de maíz para tomarla a cucharadas. Almuerzo para dos: 18 dólares.

Pero, además, petróleo a chorros. Hoy Continental produce 200.000 barriles diarios, la mayoría en Bakken. Y Estados Unidos 11,6 millones de barriles diarios en 2014, 15,9 % más que en 2013 y 139.000 por encima de Arabia Saudita. Por tres años consecutivos, creció más de un millón de barriles por año, cubriendo el 90 % de sus necesidades de crudo. El boom era el responsable del 1,7 % del  PIB.

Harold Hamm era ya una celebridad. The Wall Street Journal tituló “Cómo Dakota del Norte se convirtió en Arabia Saudita”, la entrevista que Hamm le concedió el 2011. Time lo incluyó entre los 100 más influyentes, en su edición del 18 de abril del 2012, el Partido Republicano lo recibió al más alto nivel como asesor de Mitt Romney ese mismo año, Northwestern Oklahoma State UniversityUniversity of Oklahoma le otorgaron títulos académicos honoríficos y la revista Forbes le dio la portada del 5 de mayo del 2014 con el título “Harold Hamm; el petrolero multimillonario que está impulsando la recuperación de América”. La fortuna sumaba 18.500 millones de dólares, era el 24 en la lista Forbes 400 de los hombres más ricos de Estados Unidos.

Pero la superproducción de petróleo en el mundo encendió las alarmas en Arabia Saudita, que estaba perdiendo el mercado estadounidense, cada vez más cercano de la autosuficiencia. El líder de la Opep decidió, entonces,  atacar del mercado a los nuevos del fracking haciendo inviable la operación mediante la caída de los precios. Así sucedió. Con el WTI rondando los 50 dólares, Hamm vio reducir su fortuna a la mitad en menos de un año.  Colombia también vio reducir sus ingresos en 350.000 millones de pesos por cada dólar de disminución en los precios. El bolsillo de los colombianos empezó a desfondarse. La factura llega vía reforma tributaria, devaluación del peso, que va por 65,9 % en los últimos doce meses, y la inflación que empieza a sentirse por el aumento en el precio de los insumos importados.

El divorcio de Sue Ann le costó 975 millones de dólares, uno de los más caros del país

El divorcio de Sue Ann le costó 975 millones de dólares, uno de los más caros de EE. UU.

La mala hora de Hamm también llegó con el divorcio de su segunda esposa, peleando por la mitad de la fortuna. Todo un plato que no desperdiciaron los medios de comunicación. Sue Ann, de soltera Arnall, economista, exfuncionaria de Continental, le pidió el divorcio a Hamm en el 2012, tras 24 años de matrimonio y dos hijas, alegando que la engañaba, aunque ya no vivían juntos desde 2005. El argumento de la infidelidad es perfectamente creíble.  Hamm es un reincidente. En 1987,  se divorció de su primera esposa, Judith Ann, con la que había tenido tres hijos, cuando ella descubrió a la amante: Sue Ann. Ahora fue Sue Ann la que recogió pruebas durante tres años porque el divorcio podría ser un negocio de más de 3.000 millones de dólares. El juez de Oklahoma falló el caso con 975 millones que Hamm extendió en un cheque y que Sue Ann solo consignó dos meses después tras apelar la sentencia. Fue el segundo más caro de Estados Unidos después del de Rupert Murdoch (1275 millones de dólares).

Ahora Hamm se concentra en el pulso con Alí al Naimi, el ministro de Petróleo de Arabia Saudita. Su fortuna ronda hoy los 9000 millones de dólares y ocupa el puesto 65 entre los más ricos de Estados Unidos. Mientras recompone el negocio dice: “He visto esto seis o siete veces en mi vida”. Y se empeña en que podrá reducir en 15 % el costo de cada pozo el año entrante, y en perforar 31, frente a los 50 de hoy, mientras espera terminar el 2015 con un aumento de un 23 % de producción gracias a ganancias en eficiencia y tecnología.

En este momento quizá recuerde la fórmula de Paul Getty para hacerse el hombre más rico del mundo: “Levantarse temprano, trabajar duro, y descubrir petróleo. Harold Hamm ha comprobado que esa es la parte más fácil ¿Podrá sostener el pulso con el ministro saudita empeñado en no dejarse quitar de los frackers la tajada del mercado por la vía de los precios bajos? Esa es la gran pregunta del 2015 en el mundo petrolero.

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