El artista argentino que pinta el terror y la oscuridad

El artista argentino que pinta el terror y la oscuridad

Entrevista a Santiago Caruso, uno de los más destacados creadores latinoamericanos, a propósito de su reciente visita a Colombia

Por: Diego Villa Caballero
septiembre 25, 2019
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El artista argentino que pinta el terror y la oscuridad
Foto: Instagram @santiagocaruso.art

Santiago Caruso (Quilmes, Argentina 1982) es uno de los artistas latinoamericanos más vibrantes de nuestro tiempo, su trabajo transita entre el horror, lo esotérico, lo simbólico, lo tenebroso y lo inquietante. Caruso estuvo de visita en Colombia del 3 al 11 de septiembre y amablemente concedió una entrevista para el blog Desde Las Hespérides.  

Diego Villa: ¿Podrías hablarnos de tus inicios como artista?

Santiago Caruso: Yo dibujo desde niño, recuerdo copiar cosas de los periódicos, chistes, tiras cómicas y caricatura política. Me acuerdo mucho que los políticos de los 80 porque copiaba caricaturas de Sabat. La primera parte de mi infancia y adolescencia tiene que ver con narrar historias a través de dibujos y con la caricatura, más específicamente la sátira política siempre en torno a un personaje, ya que una caricatura también es una ficción del otro. Cuando tenía entre 15 y 16 años hice unos meses de historieta con Oscar Capristo quien trabajaba mucho lo narrativo, lo compositivo y las estrategias discursivas en la historieta y aprendí ese tipo de cosas, aunque no era un taller de dibujo como tal.

A finales del los 90 y principios del 2000 no había donde publicar, era la época de los fanzines porque la industria nacional editorial estaba en una situación muy complicada, sobre todo la del comic, por esta imposibilidad de publicar me metí a hacer ilustración de cuentos infantiles y manuales escolares de la escuela secundaria. Puedo decir que yo siempre he aprendido mirando y haciendo muchísimo, siento que lo mío es muy antiacadémico y de búsqueda en solitario; a pesar de que uno nunca está solo completamente y siempre hay espejos en donde uno se va mirando.

D.V: ¿Qué tipo de técnicas son las que más usas en tu trabajo?

S.C: Yo vengo de la tinta por la historieta, al inicio me costaba mucho el pincel y la línea, cosa muy común en quien empieza hasta que se logra cierto control. Después estudié un par de años algo de pintura, en paralelo a la secundaria,  en la Escuela de Bellas Artes comencé la carrera pero no la terminé porque no había una formación formal en dibujo y pintura. Entonces decidí comenzar a trabajar como ilustrador y en ese momento empecé a usar acuarelas como lenguaje de color, había hecho algo de óleo en la academia pero muy poco y además con el óleo es difícil publicar algo, ya que los tiempos no te dan para producir cosas muy elaboradas. Al mismo tiempo estuve trabajando la línea de las tintas sobre cartulina estucada haciendo grafiados, raspados de la tinta, para hacer tramas con el blanco de fondo y a partir allí desarrolle una forma identitaria propia y esta es la técnica con la que he venido trabajado.

D.V: ¿Has trabajado con modelos? De hacerlo, ¿cuál es tu criterio para escogerlos?

S.C: Hice modelo vivo cuando tenía unos 18 años y estaba estudiando, pero fue una experiencia muy plana y aburrida; eran modelos que servían más para tomar medidas. Después se dio en Buenos Aires una movida artística relacionada con el jazz en la cual había modelos vivos que iban cambiando de pose cuando cambiaba la música y se podía ir a esos eventos a dibujar. Recientemente he comenzado a hacer reuniones con personas amigas a las que les gusta la idea de modelar pero busco mas un intercambio o colaboración con los otros, lo que quiero trabajar ahora es una serie sobre las distintas formas del eros, explorar lo mitológico con las formas de captar la sensualidad y también como los cuerpos se desean y se proyectan con la clave de la metáfora. Los cuerpos de los modelos pueden ser muy disímiles, al haber trabajado mucho tiempo sin modelo siempre estás entre el conocimiento anatómico, la deducción de cómo viene la luz y como cae el peso del cuerpo pero componiendo todo eso a partir de la imaginación, lo cual es un trabajo enorme; también hay una cosa de la carnalidad, las compresiones y estiramientos que es muy difícil de inventar. Los modelos resultan útiles además para involucrarse en tamaños más grandes de pintura y quiero que aparezcan en mi obra todos esos elementos de forma mas creíble por eso ahora estoy trabajando con modelos.

D.V: Acabas de llegar de México, ahora estás en Bogotá y próximamente en Medellín. ¿Podrías contarnos un poco sobre los temas, actividades y objetivos de esta gira?

S.C: El año pasado ilustré un libro de cuentos de Amparo Dávila una escritora mexicana del género fantástico del siglo XX, que publicó un libro muy tardío en el 2008, una recuperación de su obra escrita en los años 60 y 70, el Fondo de Cultura Económica decidió hacer una edición integral de su trabajo reuniendo todo ese material. A finales de 2017 la conocí, le mostré mi libro Materia Oscura,  le gustó mucho y también hablamos mucho sobre sus cuentos; a principios del 2018 comencé a trabajar ilustrando esos cuentos. Me interesó ilustrarla porque ella trabaja el horror y lo fantástico como algo inexplicable. Su libro no lo presenté el año pasado, pero si ahora que me invitaron a la FILUNI que es la feria del libro universitaria de la UNAM y además el Coloquio de Literatura Fantástica se enteró de que yo iba, así que viajé antes para estar en los dos eventos. También hice una conferencia sobre literatura fantástica e ilustración de ese género y presenté mi libro Materia Oscura en el coloquio.

Después estuve en Guadalajara presentándolo también, este es un libro que reúne una buena parte de mi trabajo y hay un texto a modo de manifiesto poético que acompaña las imágenes, para mí es un libro muy importante, muy relacionado con México y como allí se leía mi trabajo. Respecto a Colombia se dieron dos invitaciones simultáneas, la de la Fiesta del Libro y la Cultura en Medellín que es ahora a principios de septiembre y la de la FILUNI que fue a finales de agosto y decidí hacer los dos viajes juntos y además por mi cuenta organice otros eventos como los talleres, el conversatorio y la firma de libros que tengo en Casa Tinta (Bogotá).    

 D.V: ahora en Bogotá estas dictando un taller de ilustración en Casatinta, ¿puedes comentar un poco acerca de qué se trata y de tus experiencias como profesor?

S.C: El taller no es técnico, es para explorar formas discursivas principalmente, en esta ocasión traje un fragmento de Las Metamorfosis de Ovidio y los asistentes hicieron un dibujo sobre el texto del mito de Perséfone, después poníamos los dibujos para que los viéramos los demás, nosotros leíamos la imagen y su interpretación de la historia, esto le servía a cada asistente para saber qué tan elocuente fue el planteo que hizo en su dibujo y si produjo una comunicación.  

Por otro lado yo doy talleres en mi casa en Buenos Aires, normalmente tengo dos grupos, cada persona viene con su investigación y los temas que quiere trabajar, yo acompaño en ese proceso desde lo conceptual, la composición y las cuestiones técnicas. Los talleres que hago no abarcan solo lo técnico sino algo más completo.   

 D.V: ¿Qué artistas colombianos e internacionales te han interesado?

S.C: De los colombianos yo siempre tengo en mente a dos que fueron los que conocí cuando vine a Colombia por primera vez en el 2010, me gusta mucho el grabador Juan Antonio Roda y Luis Caballero. Respecto a los pintores contemporáneos me sigue fascinando el noruego Odd Nerdrum, también me gusta Max Klinger y su forma de componer y trabajar los cuerpos. Después están Odilon Redon, Rembrandt, Doré y Durero tengo mucha influencia de los grabadores.

D.V: Sé que además tocas música, ¿la usas como fuente de inspiración? De ser así ¿qué tipo de música o bandas escuchas?

S.C: Para mí la música es un impulso vital, es muy necesaria pero desde hace un par de años disfruto mucho del silencio. Yo trabajo mucho de noche ya que el ruido del día me aturde y me desconcentra; precisamente durante la noche ese silencio es muy importante. Cuando compongo imágenes por lo general no escucho música, trabajo con los textos o con audiolibros de algún clásico. La música interviene cuando ya tengo una idea de a dónde voy a ir con la imagen y escucho cosas muy disímiles, por ejemplo en el taller que hice acá puse música clásica que al no tener letra podía funcionar mejor con la actividad. 

 D.V: Nosotros nos conocimos en el 2015 en una serie de eventos en el bar Macabras (Buenos Aires) la cual consistía en unas sesiones de improvisación que tenía como tema Los Cantos de Maldoror de Ducasse, teníamos a Julia Torres recitándolos mientras tú pintabas en vivo delante del público, además de esta obra has ilustrado los libros La Metamorfosis (Kafka), El Horror de Dunwich (Lovecraft), La Condesa Sangrienta (Pizarnik) entre otros. ¿Cuándo incorporaste la literatura a tu trabajo artístico y qué elementos de un texto te llaman la atención para ilustrarlo?

S.C: Yo vengo originalmente de la literatura ya que como historietista trabajas con un guion como base de partida; todos los libros que he ilustrado han tenido que ver con el poder, ya sea religioso a través de la moral como en El Monje y la Hija del Verdugo (Ambrose Bierce) o el poder a través de la violencia como en el caso de La Condesa de Pizarnik, por otro lado el paralelismo del Apocalipsis de Juan que tiene El Horror de Dunwich me interesó también por mi formación familiar religiosa y para el trabajo que hago de desmantelar esas estructuras morales me interesa saber cómo operan en lo literario.

D.V: Has trabajado también con las imágenes del tarot, ¿qué representa el tarot para ti?

S.C: Cuando tomé distancia del mundo religioso quizás busqué en el arte hermético una respuesta para la reelaboración de símbolos. Aunque debo decir que cualquier explicación cerrada del mundo puede derivar en algo de fascismo y siempre he tenido precaución ante esos sistemas en los que está todo explicado. Lo que tomé del tarot y la tradición alquímica fue el mundo simbólico y lo que hay de universal en esos símbolos; sin ser un gran estudioso de ese tema quise comprender cómo funciona el lenguaje simbólico de las imágenes y como hemos configurado nuestra forma de comunicarnos a través de ellas.    

D.V: Uno de los adjetivos o definiciones que el público y los medios han usado para tu arte es gótico, ¿sería esta palabra una de las que más se acercan al estilo de tu quehacer artístico?

S.C: Si hablamos de lo gótico, te diría que está en el corazón de todos los lenguajes occidentales europeos, es decir todo el arte medieval es el que diseñó la forma discursiva de las imágenes para narrar historias. Para mí hay una tradición que comienza en el gótico que conecta con el barroco, en una extrapolación hacia lo carnal y la historia de los cuerpos, donde lo místico sigue operando pero los elementos protagónicos son más lo tanático, lo teatral y lo dramático en la iluminación de las carnes; otra línea de influencia para mi es el simbolismo, que es un lenguaje que tiene raíces en lo gótico y mi trabajo aunque usa recursos resolutivos del surrealismo es definitivamente simbolista ya que intento decir algo como intentaron hacerlo los simbolistas. Aunque la presentación de los elementos de mi obra también tienen que ver con el barroco.

 D.V: En tu trabajo encontramos con cierta recurrencia alegorías del antiguo paganismo ¿consideras que tu visión del mundo es una visión pagana?

S.C: En el libro Materia Oscura está expresada, en una clave poética, una búsqueda de desnudar lo diferente a lo que está revelado por el orden de la luz; nos dijeron que el mundo es una cosa, lo que podemos ver, lo concreto, lo blanco, lo verdadero y lo bueno pero ese poder se sustenta en una materia oscura que lo sostiene; que es muchísimo más amplia y extensa, allí viven, se mueven, se asesinan y se mueren de hambre muchas corporalidades que están ocultas por eso que está revelado como lo único y lo bueno.

En la primera mitad del libro aparecen elementos ligados a lo religioso o a los personajes condenados por el culto religioso, hay todo un capítulo dedicado a la mujer y a la brujería,  también hay diosas femeninas que son poderosísimas. Mi trabajo trata de entrar en ese espacio de lo negado, de la pesadilla, del ensueño y lo condenado. 

D.V: ¿Consideras que el arte es primordialmente una búsqueda espiritual del artista?, ¿el público lo acompaña en ese camino?

S.C: Yo pinto para reelaborar y repensar el mundo, para desnudar sus injusticias y contradicciones y también para propiciar un espacio de mayor libertad en el cual podamos movernos. Si el arte se queda solo en una meditación del artista y no se transfiere a los otros con la obra, no se realiza el hecho artístico.

D.V: Los movimientos artísticos como el romanticismo y el simbolismo fueron reacciones a momentos específicos de la historia en los cuales la humanidad estaba perdiendo la visión sacra de la realidad e irrumpió la industria en la vida humana y de eso somos resultado. ¿Te consideras heredero de la vertiente más oscura del romanticismo?

S.C: Yo creo que algo de eso hay, sin embargo yo también discuto muchas ideas del romanticismo y sus formas vinculares como por ejemplo el amor caballeresco cristiano, que es algo que hay que desarmar. Lo que si trato de rescatar del romanticismo, más allá de que mis trabajos no sean cuadros gigantes, es el espíritu de lo sublime y su búsqueda; algo que hoy está traducido en una forma muy vacía, por ejemplo, lo sublime hoy para el arte contemporáneo es un cuadro pintado de rojo, lo cual equivale a un punto que sería la síntesis máxima de la escritura, no se está diciendo nada y mucha gente sobre todo joven se mueve por ahí. Pienso que con eso se borra todo rastro de humanidad, de corporalidad y de rusticidad; en el arte contemporáneo todo es lo liso y lo que no genera conflicto. Es la eternidad de un plástico o de un metal cromado pero no se juega con la falibilidad de lo humano.  

 D.V: William Blake afirmaba que “las percepciones del ser humano no estaban atadas a los sentidos que conocemos sino que este percibía más de lo que podía llegar a sentir con ellos. C.G Jung sigue esta idea y en sus teorías las cuales existe una valoración de intuición y los sueños como medios legítimos e importantes para adquirir conocimiento sobre nosotros mismos y la realidad. De acuerdo con esto, ¿consideras que tu arte sería una exteriorización de aquello que percibimos más allá de los sentidos?

S.C: Hay algo de intuición en el trato con las personas pero también en lo literario, a veces leo un poco algo y puedo intuir hacia dónde va la historia, siento que también tengo esa capacidad de lectura con las personas y en general interpreto a partir de ahí. Lo que sí es cierto es que en occidente estamos muy signados por el ojo y ese también es un motor importante de mi trabajo, hay gran parte de intuición, indagación, experimentación y percepción ensoñada pero también de técnica y de conducir el trabajo de forma muy racional, hay una frase de Borges que me gusta mucho “el arte como un sueño dirigido”.

D.V: En tu trabajo hay un notorio interés por mostrar el cuerpo oculto que no vemos bajo la piel y también por mostrar lo que está bajo la mente consciente, ¿consideras que en esos niveles profundos yacen elementos más reales de nuestro ser y que nuestros cuerpos y mentes exteriores son apenas reflejos de una realidad más grande y compleja que no vemos?

S.C: Yo trabajo la cuestión anatómica y el ir más allá de las pieles es porque trabajo mucho el tema del dolor, la figura visual de quitarse una piel que tiene marcas o signos escriturales sería la superficie con la que leemos las cosas y  tiene que ver con la forma en la que nos enseñaron cómo son las cosas, ahí ya no estaríamos viendo las cosas como son sino como una serie de códigos como la película Matrix en donde los cuerpos que están en otro lado.

El quitarse las pieles también habla de un estado de vulnerabilidad, de no tener una barrera contra lo que te puede dañar del afuera y el hacerte uno con todo lo que existe; esta figura viene también del texto de Kafka En la Colonia Penitenciaria, donde al condenado se le va tatuando en el cuerpo una frase moral. Usé esa imagen para los Libros de Sangre de Clive Barker, en esa historia como en El Hombre Ilustrado de Bradbury, hay unos cuentos que son historias que los muertos le escriben a un tipo en el cuerpo hasta que lo matan y se guarda la piel de este sacrificado que intentó conectar con el otro lado.

D.V: En tu obra Universia Mysteria encontramos lo que se podría denominar el encuentro de los opuestos, esa característica también está presente en varias de tus obras en las que creas criaturas multiformes que fusionan lo humano con lo animal o vegetal y lo monstruoso con lo celestial. ¿Este es un tema que tomaste de romanticismo o como llegaste te incorporarlo?

S.C: Yo vengo del mundo católico en el que el hijo de Dios es un torturado y que para salvarte te está invitando a que te dejes matar, algo que no tiene lógica, Dios es un hombre que se dejó matar y tienes que hacer lo mismo, la carne es algo para ser torturada y es apenas una fracción del cuerpo; todo eso está plagado de una forma discursiva tramposa e insalvable de su contradicción. Esa imagen de Universia Mysteria es interesante ya que se plantea como misterio total, tanto el misterio iluminado y como el ensombrecido es decir todo es misterio; ni siquiera sabemos totalmente que es la luz y la clave está en ver que lo humano está en constante tensión entre dos mundos, el celeste y el mundano.

D.V: El arte en la actualidad está sometido a una tiranía de las palabras, de lo político, lo conceptual, lo secular y lo simple, sin embargo tu obra está fuertemente cargada de simbología mística y esotérica, ¿es una respuesta a esa atmósfera que predomina en el mundo del arte?

S.C: Bueno, si yo trabajo lo místico es también para denunciar cómo eso ha funcionado como velo del poder real, a mi me interesa lo político y lo trabajo, mi obra tiene una carga política pero como está ligada a lo literario ese aspecto queda un poco oculto. Mi trabajo no está contra el arte político, es una respuesta contra el mal arte. Mi trabajo es conceptual, un concepto evidenciado en imagen, pero el asunto es que está encarnado en una imagen trabajada, el arte conceptual en general no encarna en nada, este teléfono puede ser una obra y lo que importa es el argumento, idea o una noción espectral que está por encima de nosotros. Además, si lo que sostiene a los grandes artistas contemporáneos es la especulación financiera, ¿cómo vas a hacer una obra política que realmente vaya en profundidad a discutir algo?

D.V: ¿En tu opinión cuáles son los principales obstáculos que un artista enfrenta en Argentina y en general en Latinoamérica?

S.C: En Latinoamérica no hay apoyos culturales para todos, yo no los he usado, la ventaja que he tenido es que me gané un espacio en el sector editorial, pero eso es algo que te lo ganas a fuerza de pulso. Yo no apelo a fondos del estado pero lo bueno que tenemos en Argentina, México y creo que acá también en Colombia es que hay una educación pública que aunque no es de fácil acceso da la posibilidad de estudiar sin pagar y eso es algo muy importante; de lo contrario no habría movilidad social ni capacidad de las clases populares para acceder a una educación transformar su realidad.   

 D.V: ¿Cuáles son tus planes para el futuro?

S.C: En breve sale un libro llamado Cuentos Malévolos, es un libro que ilustré para una editorial de Perú, este libro va a salir como una coedición con el sello del Aguijón de la Noche, el mismo de mi libro Materia Oscura. Tengo también un plan editorial para ilustrar libros un poco olvidados de temas religiosos de la Edad Media. Además quiero hacer La Tentación de San Antonio (Flaubert) y también un tarot pero resignificándolo y dándole una visión contemporánea.

Finalmente con la editorial Alboroto voy a ilustrar La cruzada de los niños de Marcel Schwob que es uno de mis más queridos escritores franceses, es un libro que también roza el tema de los inmigrantes y los refugiados, las imágenes que puede proponer ese libro tienen que ver mucho con lo contemporáneo. 

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