Es aún generalizado el desconcierto que cunde en Ecuador ante la decisión del Consejo Nacional Electoral de nuestro vecino país de declarar victorioso en la puja por la presidencia de la República al actual presidente, el derechista Daniel Novoa, luego de una primera vuelta en la que escasamente logró superar por 16 mil 746 votos a Luisa González, la contrincante de izquierda con quien finalmente tuvo que medirse en este balotaje.
Tal estado de ánimo es razonable, si tomamos en cuenta que, para esta segunda vuelta, Luisa González había obtenido el respaldo de Leonidas Iza, candidato de la Confederación de Comunidades Indígenas del Ecuador y de su expresión política, el partido Pachakutik, quien había logrado ocupar en primera vuelta el tercer lugar con la no despreciable cantidad de 538 mil votos, que resultaba más que suficiente para revertir a favor de Luisa, y con elevadas creces, la anotada diferencia en contra que tuvo en primera vuelta.
Es un desconcierto que se acentúa más al considerar que la abstención tan solo disminuyó de una vuelta a otra en solo 1,73 %, o lo que es lo mismo, en 237 mil 566 votantes, lo cual pone en duda el incremento de un millón 325 mil 570 votos contabilizados de más por el CNE a favor de Novoa en este balotaje.
Hay, sin embargo, un pero aplicable a semejante desconcierto, y es el relacionado con la forma como asumió Novoa su campaña, a la cual le dio las trazas necesarias para que el resultado no fuera otro.
En primer lugar, su campaña la llevó a cabo en abierta violación de la norma que lo obligaba a entregar el cargo a su vicepresidenta, Verónica Abad, a la cual no solo no se lo entregó, sino que destituyó y reemplazó por su secretaria Cynthia Gellibert.
En segundo lugar, al propio Consejo Nacional Electoral lo convirtió en cueva de canonjías, en la que se repartían consulados, como el de Queens, otorgado al hermano de la presidenta de dicho organismo, o contratos, como el de suministro de equipos de generación eléctrica para familiares del vicepresidente.
Bajo tales irregularidades, sumadas a la declaratoria de estados de excepción en varias provincias, nada de raro tiene que Noboa haya efectivamente ganado en las urnas, lo cual no niega que Luisa González lo haya hecho en el querer de los ecuatorianos. Ahora ella está exigiendo el recuento de los votos. Lamentablemente, su condición de militante de izquierda no le da los avales suficientes para que tal petición cuente con el mismo respaldo de que aún goza la parecida exigencia del venezolano Edmundo González.
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