Con la elección de Humberto de la Calle como candidato del Partido Liberal para participar en una consulta interpartidista para elegir candidato a la Presidencia de la República; el acuerdo de Claudia López, Fajardo y Robledo para establecer un mecanismo de elección de candidato único; el llamado de Petro a unirnos en torno a un solo candidato o hundirnos si continuamos dispersos; la disposición de Clara López para hacer parte de ese proceso; además de la afinidad existente entre esos sectores, en torno al compromiso para la implementación de los acuerdos de paz, de lucha contra la corrupción y por una política de equidad social, son elementos que dan carta abierta para dar el primer paso y avanzar hacia una consulta interpartidista, previo a un acuerdo político y programático, sin exclusiones ni sectarismos, que establezca las reglas de juego para su convocatoria.
La dinámica política está mostrando una nueva cultura en el comportamiento de los ciudadanos, contrario a lo que ocurría en el pasado que para ser presidente era necesario ser candidato de unos de los partidos políticos tradicionales. La baja participación en la pasada consulta del Partido Liberal refleja la debilidad y el escepticismo de la población con los partidos políticos y es un claro mensaje para que los actuales aspirantes a la presidencia independientes estén dispuestos a llegar a un acuerdo y trabajar por la unidad presentándose, en primera vuelta, con un candidato que represente a esa franja política y social.
El propósito de este acuerdo no debe limitarse a una coyuntura política que los obliga a ponerse de acuerdo para pasar a segunda vuelta o ganar la presidencia y menos como una estrategia para enfrentar y vencer la alianza Vargas Lleras-Centro Democrático; se trata de un proceso de largo aliento para construir propósitos comunes dirigidos a combatir la corrupción, disminuir la inequidad social y la pobreza reinante, priorizando la inversión en los seres humanos. También, de mayores garantías de seguridad para la población, rechazando toda forma de violencia; de respeto a los derechos humanos avanzando hacia una cultura ciudadana de dialogo, reconciliación, respeto y tolerancia, que nos permita convivir, aun en la diferencia, como único camino para alcanzar la paz definitiva y la justicia social.
La necesidad de abandonar los intereses individuales para darle paso a una coalición democrática que permita, en las elecciones parlamentarias del 11 de marzo, elegir el candidato único a la presidencia que represente esos postulados políticos y programáticos es el único camino para evitar el suicidio político, bajo la falsa premisa que todos son fuertes para llegar dispersos a primera vuelta y pasar a segunda vuelta para enfrentar al candidato de la derecha. A diferencia de lo que ocurre en los sectores de izquierda o independientes, en los que predominan los egos, los intereses individuales y los debates de tipo ideológico; la derecha, que tiene vocación de poder, fácilmente deja de lado las rencillas y diferencias personales, perdonándose, aún, los insultos mutuos, para ponerse de acuerdo en el mecanismo que les permita mantenerse unidos y continuar controlando y lucrándose del poder del estado.
El CD ya estableció el mecanismo que le permitirá elegir el candidato de esa colectividad política y posteriormente en una consulta interpartidista con Marta Lucia Ramírez, el exprocurador Alejandro Ordóñez y Juan Carlos Pinzón, entre otros, escoger el candidato que represente este sector, denominados la coalición del NO, para buscar quedarse con la primera magistratura del país y así alcanzar su objetivo de cambiar los aspectos fundamentales de lo acordado con las Farc en la Habana, colocando en grave riesgo la implementación de los acuerdos y la terminación de la guerra en el país, alimentado los odios entre los colombianos.
La crisis y la pérdida de confianza de los ciudadanos en las instituciones y los partidos políticos es la mejor oportunidad para que los sectores independientes ofrezcan nuevas alternativas a los colombianos en un proceso de oxigenación de la democracia, que permita rescatar la transparencia y credibilidad en esas instituciones, planteando una alternativa política de ruptura con la corrupción y de vínculo con organizaciones ilegales y criminales. Para ello es necesario renunciar a las aspiraciones y apasionamientos personales, en el entendido que prima el interés de renovación política para avanzar en las propuestas que estén dirigidas a buscar el bien común de todos los colombianos.
