Cuatro veces Marta Traba
Opinión

Cuatro veces Marta Traba

La historiadora, la profesora, la escritora, la que tenía un sentido de la vida extraordinario, intensidad de pensamiento y una gran agilidad mental

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octubre 07, 2023
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Miradas desde su archivo es la exposición que actualmente está en las salas del Centro Cívico Universitario de los Andes ( Carrera 1 No 19-20). Y como bien los dice el título, abarca Marta Traba la crítica, Marta Traba la historiadora, Marta Traba la profesora, Marta Traba la escritora. Esta última instancia es la manera cómo la estudian en los Estados Unidos.

En la muestra se pueden ver desde los comienzos de sus programas de televisión que realizó en 1955 recién llegada a Colombia hasta los programas que hizo al final de su vida cuando Belisario Betancur la hizo ciudadana colombiana. Se encuentran también su manera de preparar cada clase que es su manera global de entender el mundo, donde desde el cine hasta la literatura y la arquitectura hacen parte de la mirada personal que no permita cabos sueltos. Están sus cartas. Están sus fotos y retratos.

Historia del Arte en la televisión recién estrenada

Como anécdota personal puedo contarles que a Marta Traba la encontré en Washington cuando era una joven periodista que escribía para El Espectador. Pero, de todas formas, la ciudad que me aburría por las caras grises, las conversaciones planas y el mundo insípido de los burócratas.  Un buen día, Marta Traba me invitó a que la acompañara a dar una conferencia de arte Latinoamericano en la Universidad de Maryland.

Ella no sabía manejar, obviamente no tenía el menor sentido de la orientación en distancias largas. Y yo era la primera vez que iba, como no teníamos la ruta clara y nos aburrían los mapas, resolvimos perseguir eternamente al bus que la llevaba a aquella institución.  Fue un largo y lento viaje.  Nos reímos a carcajadas de la absurda situación. La risa, el entusiasmo y la alegría eran una parte integrar de su vida. Se reía por dentro y por fuera. En la novela Ceremonias del Verano encontramos risas incontenibles, risas internas, ataques de risa. También hablamos de la vida y la trascendencia, sobre la historia de los días con encuentros y desencuentros. 

La risa, el entusiasmo y una gran agilidad meental

Ella tenía un sentido de la vida extraordinario e intensidad de pensamiento y una gran agilidad mental.  Ese día, me introdujo como en un rito iniciático, en el tema del arte y también me contaba del terror que sentía al hablar en público.  Aunque, cuando empezaba, lo hacía con enorme soltura; sin duda tenía el don de la palabra.  Me contaba de los equívocos y prejuicios de típicos latinoamericanos cuando desde París pensaban en los Estados Unidos y de los yanquis con mucho prejuicio y de cómo duró mucho tiempo burlándose de la caricatura norteamericana de la gente banal y del mundo del plástico. 

En ese momento su marido Angel Rama era profesor invitado del Departamento de Español de la universidad a donde íbamos y se encontraban felices de estar en esta ciudad bella, con la Biblioteca del Congreso al lado y todas las facilidades y oportunidades de una sociedad opulenta. Durante ese mismo viaje, también tocamos la Revolución Mexicana porque tenía que hacer un trabajo para la universidad de Georgetown donde me encontraba realizando una maestría en Historia.

En la inauguración del Mambo 1962, con Belisario Betancur

Ese día, como todos los días siguientes durante cinco años, tuve el privilegio de estar cerca de ella y de compartir su alegría y la sabiduría bondadosa y su devoción por el trabajo, la literatura, la música, las cosas bellas.  Me procuró lo que hoy guardo como un tesoro:  la felicidad estética.  Me mostró la ética del trabajo continuo.  La devoción por la escritura.  Ella siempre estaba en un proyecto diferente.  Un libro, otro, la trilogía. Otro libro sobre arte latinoamericano para el Museo de Arte de las Américas -del cual fui directora- y, que en su momento era su asistente de investigación. 

Me mostró que para el escritor la ficción no existe cuando lloramos amargamente porque uno de los personajes iba a morir en su novela, su amor profundo por la literatura, por la música y la voz humana, por el cine y su amor por el arte.

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