Corruptos somos todos, como guarros en la intimidad

Corruptos somos todos, como guarros en la intimidad

"Es un dogma ocultista que practican aquellos que deseen pertenecer o, mantenerse, en el círculo de poder"

Por: Alejandro Bogotá Montaño
julio 26, 2017
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Corruptos somos todos, como guarros en la intimidad

Nos convertimos todos —gracias a los EE.UU. y su capitalismo depredador— en simples y frías cantidades o cifras como en el desempleo: puntos porcentuales de vidas destrozadas por el monstruo globalizador, que recorta, reestructura o suprime cargos. No nos importa, ni muchos lo entendemos; sentimos un fresquito cuando dicen que mejora, que hay más confianza, que seamos más positivos… el espíritu es apaciguado —y los demás que se jodan.

Pero cuando hablamos de corrupción, cuando escuchamos ese término, suena atroz, suena a una cosa inmensa que destruye todo, la bestia salvaje que ninguno de nosotros es. Pero nos equivocamos. Corruptos somos todos, como guarros en la intimidad, es como la astuta posición en la infidelidad.

La astucia, aquella bonita palabra de 3 silabas, grave y sin acentuación gráfica, que según la RAE: Astuto, ta del latín astūtus: Agudo, hábil para engañar o evitar el engaño o para lograr artificiosamente cualquier fin.

En mi interpretación, es una pequeña satisfacción asidua, persistente, de mi intelecto perverso, para con el otro y obtener un beneficio; un placer, donde esos “otros” no lo pudieron hacer o tan siquiera, del mismo modo.  Esa sensación de poder obtener algo sin ser culpado, sin ser expuesto, sin ser marcado. Que se soporta en el limbo de un inexistente bienestar social, en inestabilidad laboral, en incertidumbre económica; en frugalidad emocional y sexual, en comedia religiosa y espiritual… engendrando la idea, de una vida, una realidad saturada de oportunidades que deben ser tomadas y ejecutadas.

Lo hace de la manera más burda y desprendido a veces el político iletrado, hasta analfabeto, —el político más demagogo— hasta el sujeto más docto: el modelo ejemplar de un origen inmaculado, de una estirpe pura y noble, individuo inmejorable, fruto de la mejor educación brindada por el músculo económico. Aquel excelso adonis, acomodado, que uno no esperaría, y a simple vista, podría jurar, sobre las palabras vacuas de los libros sagrados, necesitar hacerlo. Lo hacen los dos modelos en esquinas contrarias, y los del medio y, yo lo haría también. Los métodos de uno y del otro, son lo que los diferencia, y del modo en que son representados y enjuiciados. Algunos son tan buenos en ello que se necesitan años para tan siquiera sospechar que algo raro sucede con los fondos —existen algunos casos donde ni siquiera se ha llegado a ese nivel, pero se presiente, como si hubiera un olor de podredumbre en el aire—y los menos diestros que son los que aparecen en los medios y realizan el espectáculo mórbido del siamés periodista-juez.

Es enseñada como una materia en la empresa privada. Se habla en los pasillos, se sugiere desde la entrevista, es de lo que están pintadas las paredes. Tiene normas, es un dogma ocultista que practican aquellos que deseen pertenecer o, mantenerse, en el círculo de poder —o rosca—. Algunos se especializan y llegan a altos cargos.

Es el testimonio vivido de que funciona si se está en el ambiente correcto con las personas correctas. La reacción corporativa es hacer sentir temor o en su defecto, concordia, fraternidad y sentido de pertenencia, para evitar esas pérdidas de material, de activos, improductividad. Pero las empresas son de ellos y con una patadita de la buena suerte pueden devolvernos a las temporales mandando al hoyo toda su bonita intensión. También es un crimen, un contrato laboral por prestación de servicios o unas condiciones desfavorables...

Algo similar pasa en la policía o en otro organismo estatal que debe mostrar un comportamiento ejemplar; no hay corrección, no hay reeducación… simplemente se hacen a un lado y dicen: “no nos representa ese sujeto descarriado” y aniquilando toda su obligación, su responsabilidad y su compromiso, lo destituyen y lo envían a la sociedad, como si nada hubiera pasado. —En la iglesia los esconden y dicen que están en tratamiento.

En una reacción a todo este ambiente de desasosiego y desprecio —tanto laboral, como social, como político, como religioso, como… como…—, aparecen como los zambos, bozales, mulatos, etc. y sus ganas de romper esas cadenas desde adentro, —pero conscientes de que no se podía hacer—, así que, mezclaron y asimilaron con sus ideologías, su cosmogonía y su cultura, al movimiento del poder invasor, en una palabra, rebelión.

"No nos pidan que cuidemos como si fuera nuestro, lo que no lo es".

Dirán que apoyo la corrupción, y no, me ofende, pero tengo una teoría que describe el pensamiento de algunos personajes de esos, la  «ley de inmediatez para bolsillos de cínicos» donde dice: “mejor en mi bolsillo que en un banco o en el estado”, igual hacienda es una palabra para esclavos, —no es mía esta frase, la recordé, pero no sé dónde la anoté— y no damos aportes voluntarios sino lo contrario, son impuestos—impuestos—, valga la doble significación aquí, — como empleado, empleado.

Lo hace el cura, el policía, el sacerdote, el doctor, el juez, el fiscal, los ministros, los senadores, alcaldes, gobernadores, presidentes.

Subieron considerablemente el nivel los indicadores o el puntaje para el que desee hacerlo; es proporcional al nivel educativo y es una herramienta también de poder que nos muestra nuevamente la estigmatización social y las poblaciones dignas de ser castigadas. Hacia allí se dirige la mirada de la ley, y lastimosamente esa señora es también corrupta —o un hombre, don Ley, la hirió mucho y la daño, no se— y pone de ejemplo a ciertos chivos expiatorios o mulas, y de vez en cuando algún imbécil de la élite —que no les cae muy bien a los demás—, como ejemplo para el pueblo que dice: "Gracias a Dios se hizo justicia".

El corrupto se ríe jocosamente de aquel que sigue el caminito lento y legal, y casi se ahoga en su gracia cuando al ciudadano respetuoso de aquella señora sufre las desgracias, la injusticia y la infamia del estado, de la vida y del Dios que les dice: —busca en mi libro algo que te de alivio o que te ayude a soportar o, en su defecto, para justificarte si quieres hacer algo criminal. Creo que por ahí hay algo que te puede servir.

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